Él.

109 14 2
                                    

l era frío como el invierno.
Él era solitario como la última hoja en caer en otoño.
Él era libre como la primavera.
Él era dulce como el primer día de verano.

Él era una historia nunca antes contada de la cual conocía el final.
Él era del tipo de juego del que, desde el comienzo, sabes que perderás.
Él era la calma antes del huracán, y contrariamente, el que lo provocaba.

Y si él era todo eso, ¿Cómo podría esperar alguien no enamorarse de él?
Nadie en su juicio hubiera elegido hacerlo, pero él era quien le sacaba la cordura al psiquiatra, el que curaba al psicótico.

Él, a diferencia de muchas historias de amor, no despertaba la mejor versión de mí. Él despertaba todos esos sentimientos ocultos, me desafiaba cada día a definir quién quería ser. Me dejaba equivocarme, le gustaba ver como me afligía fallar, y por más de que él nunca me daría la mano para que me levantara, me dejaba usarlo de apoyo para llegar a lo más alto.

Él se ocultó de mis barreras debajo de mi piel, ahí donde ninguna de mis dudas podría  sacarlo. Y yo estuve feliz de que lo hiciera, porque de esa manera podía ignorar todo lo que estaba mal.

Él siempre tuvo un concepto bastante retorcido de lo que es el amor, es por eso que ningún amor nunca sabrá como el de él. Es por eso también que nuestra historia fue bastante retorcida, pero les puedo jurar que tuvo mucho amor.

Él fue, es y será, porque ningún tiempo le hace justicia a lo que él despierta en mí.

Epifanía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora