Rompecabezas.

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Las fichas de su vida se encontraban desordenadas sobre la mesa. Una a una las fue uniendo, armando el rompecabezas. Poco a poco comenzó a entender la figura que este formaba.
Le tomó tanto tiempo completar el rompecabezas que cuando estaba casi terminado notó que le faltaba una pieza.
Entonces lo entendió: vivió su vida intentando comprender el rompecabezas y se obsesionó con él, gastó su tiempo en alcanzar la perfección del mismo y la compresión suprema de su enigma que olvidó ser feliz al hacerlo. Perdió esa ficha, la de la felicidad, y ningún rompecabezas se completa con cualquier ficha. Y, por asi decirlo, él había perdido la ficha esencial del rompecabezas; la única que hacía que este tuviera sentido.

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