Simón.

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Hoy no voy a escribirles poesías ni contarles mis reflexiones: hoy reflexiono sobre él, que para mí es poesía en esencia.
Les presento a Simón, sin apellido por respeto a su privacidad  (y porque aunque no le respetara, tampoco lo recuerdo, si es que lo mencionó alguna vez).
Simón es centenares de décadas mayor que yo, basándome en la teoría de que uno es mayor o menor según su experiencia de vida. Y él es vida, mucha vida.
Conocí en él alguien que deja volar los males a través del humo de su porro* y unas canciones improvisadas en su guitarra, a veces en su voz.
Lo vi muchas veces antes de finalmente conocerlo, vi a un chico 2 años (biológicos) menor que yo, vi una sonrisa enorme, vi sus trucos de magia y simplemente vi a un chico por el que cualquier persona con la capacidad de que sus neuronas hagan sinapsis se enamoraría a simple vista, o al menos se dejaría llevar por la curiosidad para perderse con él  (o tal vez, en él).
Hoy tuve la hermosa posibilidad de conocerlo, conocer realmente a la persona detrás de su sonrisa ensayada. Tuve la posibilidad de unir las piezas, entender su risa de fábrica.
Detrás de esos hermosos ojos, encarcelados bajo sus infinitas pestañas, había un niño atrapado y enojado con el mundo pidiendo a gritos escapar de su miseria.
Escuché sus infinitas historias, las veces que se enamoró, que rompieron su corazón.  Escuché sobre la primera vez que hizo el amor y la última de ellas. Escuché muchas historias de las que el reía, mientras por dentro debía de estar desatandose una tormenta una vez más.
Simón es historia viva. Su voz y su guitarra son sus relatos. Relatos hermosos y otros que le romperían el alma a quien junte el coraje para oírlos.
Él me contó que no volvería a verlo después de hoy: "mis papás ya no me quieren con ellos, soy una máquina de problemas... supongo". Hoy es su último día en el país,  hoy sus historias morirán en su boca y serán silenciadas en la curiosidad de los ignorantes, de quienes lo desconocen. Pero, al menos, quienes sean que estén leyendo esto, sabrán que allá afuera está Simón. ¡Debe de haber miles de Simones! Abran sus ojos, escuchen con atención a quienes los rodean (y también a los que no tanto), quizás un día conozcan a su propio Simón. Hablen, griten, canten y manifiesten. No se queden callados nunca y vuelen el libertad bajo la bandera de "soy yo mismo". Quizás un día se den cuenta de que ustedes son Simón, de que pueden serlo si lo desean.
Hoy les presento a Simón, una persona que jamás volveré a ver, pero que juro jamás olvidar.

*Porro: cigarro de marihuana.

Epifanía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora