Naiko

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A estas horas de la mañana Nicolás debería estar sentado en la sala de clases escuchando la clase del profesor de informática. Pero, en vez de estar ahí, estaba fumando por primera vez en el patio trasero de su casa. No tenía a donde ir.

Todavía no se ganaba sus alas y no pensaba hacerlo de todos modos, la jodió de nuevo, como siempre.

Luego de terminarse con dificultad la cajetilla de cigarrillos, caminó hacia la casa y prendió la televisión para ver un rato Netflix.

En dos horas, luego de ver "El Señor de los Anillos" y aburrirse buscando más películas, se encontró buscando películas de amor. Películas maracas, según él, pero que de todas formas lograron sacarle algunas lágrimas.

Pero la que peor lo dejó, fue "Votos de Amor"

-¿Cómo le dices a la persona que amas que es hora de irse?

Solo con esas palabras, Nicolás se encontraba en un mar de llanto, acompañado de un tarro de helado y una barra de chocolate.

-¿Llorando como perra?- La voz a sus espaldas lo hizo saltar del sillón y limpiarse rápidamente sus recientes lágrimas.

-¿Y tu que mierda haces acá?- A pesar de tener las mejillas sonrojadas por ser descubierto en tan íntimo momento, su voz salió fría y molesta.

-Wow, ¿Sería mucho pedir que me recibas con un abrazo?- Frunció el ceño.

-Si.- Nicolás se cruzó de brazos.- ¿Qué quieres?

-Pensaba en buscar un poco de compañía, ya sabes, para tener un poco de sexo y luego dejarte tirado.- Sonrió triunfante.- Como hiciste conmigo alguna vez.

-Cambie Naiko, no pienso caer en tus jueguecitos de nuevo.- Abrió la puerta principal.- Ahora, puedes irte.

-Nicolás, ¿No sabes que es de mala educación sacar a tus invitados?

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-¿Piensas irte en algún momento?

-Tranquilo Ruiditos, solo quiero hablar contigo.

-Deja de llamarme así.- Amenazó Nicolás.

-Uy, la princesita se rebeló.- Dijo divertido.

-Cállate y déjame hacer mis deberes tranquilo.

-Lo siento Ruiditos, pensé que mi compañía te alegraría un poco el día, ya sabes, después de llorar como María Magdalena en tu sillón.- Se rió un poco.

-Naiko, en serio quiero que te vayas.- Antes de que alguno pudiera hablar, el timbre de la casa sonó, causando un leve salto por parte del Naiko.- Te asustas con un timbre y yo soy la perra.

Caminó hasta la entrada para abrir la puerta, encontrándose con la imágen de un Jaime totalmente sucio, con lágrimas en sus ojos y un hilo de sangre cayendo por su labio.

-¿Que te pasó?- Nicolás sentía que se le saldría el corazón al ver a su amigo en ese estado.

-¿Puedo entrar?- No se responde una pregunta con otra Pensó Nicolás.

-Claro.- Dijo un poco nervioso por el hecho de que el Naiko esté en la casa.

Caminaron hasta el sillón, Nicolás siempre sosteniendo a Jaime por el brazo, guiándolo.

-¿Quieres agua o algo para beber?

-Cloro por favor.- Dijo Jaime con ironía.

-Agua será entonces.- Nicolás riéndose levemente por el humor de su amigo.

Cuando el ambiente se puso más tranquilo, Nicolás recordó el hecho de que tenía a un molesto acompañante en el piso de arriba, por lo que fue a revisar.

-Esperame aquí Jaime, tengo que encargarme de algo.

-No es como si pudiera moverme.- De nuevo la ironía tomando parte de su voz.

Pero al subir las escaleras y prácticamente revisar toda la casa, ni rastros del Naiko.

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De nuevo actualizó cuando quiero. Lol

Ángel (Jainico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora