Vete.

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-Vete.- fue lo primero que dijo.

-Pero señor Gaule, tenemos conversaciones pendientes.- Dijo el Edgar, cerrando la puerta y mirándolo con una sonrisa.

-Vete.- Repitió, molesto.

-Nico, los dos sabemos que esto tenía que pasar algún día.- Dijo Edgar, tomando una silla del rincón y dándola vuelta, sentándose por el lado del respaldo.

-Edgar, he tenido un buen día, vete si no quieres que llame a seguridad.

-¿Y matarte al guardia? No gracias, prefiero esperar a que se te pase el enojo, no vine a pelear aquí.

-Solo...Espera un poco.- Nicolás tomó los archivos de la mesa tras él y los guardo en el cajón del lado izquierdo de su escritorio.

Miró el botón de pánico, el cual avisaba a la policía que un hecho ilegal, como asalto o agresión, estaba ocurriendo en su oficina.

-¿Que quieres?- Preguntó rápidamente Nicolás.

-Hablar sobre él.- Jaime, pensó Nicolás.

-Que pasa con él.

-Yo sé, que tú sabes, que él va a venir a hacerse la operación.- Dijo Edgar con seriedad, apoyándose en el respaldo de la silla con sus brazos.

-Si, pero no pensaba hablarle, terminamos en malos términos Edgar, si quisiera verlo, me mataría sin siquiera haberme acercado lo suficiente a él.

-Nicolás, no hagas una locura.- Aconsejó Edgar con una sonrisa, por primera vez, sincera.

No contestó, porque no sabía cómo responder a eso.

******

-A pesar de que me encantaría seguir hablando, tengo que irme, el Manu está con el Jaime en Buenos Aires y si no llego en dos horas, seguro que corta conmigo.- Se levantó se la silla y sacudió su traje, intentando que las arrugas que pudieron formarse en su saco, desaparezcan.

-No vengas aquí a menos que sea importante Edgar.- Dijo Nicolás con una mirada dura.

-No te preocupes, seguramente venga luego de la operación del Jaime.- Tomó el maletín que tenía al lado del escritorio y estrechó la mano de Nicolás con una sonrisa en el rostro.

-Hasta, ojalá, nunca.- Dijo el arquitecto con una sonrisa forzada.

-Nos vemos pronto.- Y caminó hacia la puerta de madera, donde, al ser abierta, reveló la figura de un nuevo visitante, sorprendiendo a Nicolás, quién no tenía pensando verla en ese momento.

-Gaule, hay que hablar.

Mientras la mujer de mediana edad caminaba con seguridad por la oficina, Nicolás movía en exceso su pierna izquierda, dando un golpeteo irritante en su escritorio, intentando encontrar la razón por tan impactante visita.

-¿No vas a hablar Gaule?

-¿Que haces aquí?- Preguntó con una voz demasiado dura, teniendo en cuenta de a quién le estaba hablando.

-Te extrañe Nico.- Dijo la morena, sentándose de el escritorio de su amante, mientras desabotonaba un botón de su camisa.

-Te dije la última vez que nos vimos, que no quería nada más contigo.- Nicolás, no sabes lo que estas desatando.

-Lo mismo me dijiste antes de dejarme-

-Cállate.- Gritó Nicolás, poniendo una mano en señal de alto, frente a la cara de la chica.

-Nicolás, te juró por Dios que si me dejas de nuevo, suelto toda la mierda que sé de tí.- Apuntó con su dedo índice a Nicolás, quien no entendía el repentino interés de esa mujer con él.

-Tenia entendido que tu esposo era el padre de tu hijo.- Dijo Nicolás, mientras de cruzaba de brazos, inclinándose levemente en su silla.

-Daría mi pulmón izquierdo a que si hacemos las pruebas de ADN con él, da negativo.

-Mirame.- Ordenó Nicolás con autoridad.

Alzó la mirada y en ese segundo, vio como su antiguo amante, de daba unos papeles en frente de su cara.

-Son las pruebas de ADN mío y de tu hijo.- Y sin más, Nicolás tomó con brusquedad el brazo de la molesta mujer y la llevó personalmente a la salida del edificio.

Nicolás, activaste una bomba que no sabes desactivar.

Ángel (Jainico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora