Lejos de mi.

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Miró la carta en mis manos por tercera vez. ¿Esta es su forma de pedir disculpas y dar explicaciones? ¿Quién mierda cree que soy? Pensó Jaime.

-Apurate.

-Ya voy.- Arrugó la carta y la tiró al tacho de la basura.

Caminó más rápido, intentando alcanzar a Edgar, pero antes de entrar a la biblioteca, una mano lo agarró de brazo y lo encerró en el clóset del conserje.

-¿Qué mierda te pasa? Sueltame si no quieres que te mate a golpes.

La otra persona no dijo nada, pero su presión en el brazo de Jaime disminuyó un poco, hasta que simplemente lo soltó. Antes de que pudiera golpearlo, sintió como salía rápidamente del clóset, dejándolo con el ceño fruncido.

****

-Es demasiado arriesgado Nicolás, sabes los que pasó la ultima vez.

-Unos años en la cárcel no son tan malos.- Dijo Nicolás sonriendo.

-Solo quiero que me mantengas lejos de esta mierda.

*****

-¿Te dije que ayer el Manuel me fue a buscar a la casa con flores?

-Si, unas veinte veces.- Dijo sonriendo, esta bien que le guste, pero parece que tiene una obsesión con el Manuel, pensó Jaime.

-Ayer vino y me dio un ramo gigante Jaime, creo que era más grande que mi cabeza, o que la tuya.- Dijo burlándose.

-Idiota.- Le pegó con el bastón y sonrió.

-¿Crees que debería preguntárselo yo?

-No lo sé, si el te quiere conquistar, debería preguntártelo él, ¿No?

-Tal vez.- Lo agarró de los hombros y lo abrazó.- Gracias por no quejarte de mi obsesión con el Yelo.

-¿Ya le pusiste apodo?

-Se lo puse cuando fuimos a nuestra primera cita ¿Sabías que puede comerse tres litros de helado él solo?

-¿Eso es sano?- Preguntó con una leve sonrisa, conocía a alguien que podía comer tres kilos de papas fritas y no morir en el intento. Alejó esos pensamientos de su mente y se concentró en su amigo.

-No lo sé, pero se ve extremadamente adorable cuando se le congela el cerebro.

Seguimos caminando y nos topamos con un local de helado.

-Hablando del rey de Roma.- Dijo el Edgar mientras caminaba más rápido que Jaime, olvidando el hecho de que se estaba apoyando de su brazo.

-E-edgar.- Dijo angustiado.

-Oh, lo siento.- Tomó su brazo y lo arrastro hacia la persona que estaba buscando.

Cuando llegaron frente a la persona, lo único que podía escuchar era el sonido de sus besos. Mierda, no tengo nada en su contra pero parece que se están devorando hasta la nariz. Pensó.

Cuando los sonidos asquerosos cesaron, solo se escuchaban unas pequeñas risas.

-Oigan, estoy aquí, creo ser el único ciego en este grupo.- Dijo divertido Jaime.

-Lo siento.- Tomó su mano y la llevó a la mano de la otra persona.- Jaime, él es Manuel, el chico con el que he estado saliendo.

-Hola.- Dijo mientras estrechaba la mano de Jaime.

-Hola Manuel.- Le respondió el saludo.

-¿Y qué haces aquí Manu? Digo, no es que me moleste, pero, solo me da curiosidad.- El Edgar estaba nervioso, escupió un litro de saliva mientras hablaba.

-Nada, estaba pasando por aquí, iba a ver a un amigo.

Pasaron la tarde hablando, mientras Jaime solo se dedicaba a sonreír de vez en cuando, sintiéndose excluido de toda la conversación que estaban teniendo su amigo y su "pareja"

*****

-¿Cómo te fue?- Preguntó Nicolás al escuchar la puerta de la entrada abrirse.

-Bien, creo.

-¿Cómo qué "creo"?

-Digo.- Pusó sus dedos en su sien para aliviar el dolor que de pronto lo golpeó.- No sé si pueda hacer esto.

-¿A qué te refieres?- Nicolás sabía exactamente a que se refería.

-Nicolás, creo que me estoy enamorando del Edgar.

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Acabo de ponerme a leer mis propias novelas, que por cierto son una mierda, y me di cuanta que era más chupapico que la chucha. Enserio, parece que me iba a atragantar o algo. En fin, les quería avisar que ya estoy de vacaciones, por lo que probablemente no suba capítulos rápido, o simplemente no suba nada, pero en todo caso estaré escribiendo, pero sin publicarlos porque la señal es una mierda. :)

Ángel (Jainico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora