Abrió su boca nuevamente y la cerró. Miraba a través de la gran sala y sí, lo miraba a él. ¿Para qué negarlo? Deseaba evitarlo, pero no podía. De hecho, no sabía si quería. ¿Cómo sería él fuera de todo eso? ¿Sería tan sorprendentemente perfecto como lucía en pantalla? ¡Ah, ella de todas las personas! Sí, si alguien lo supiera... bueno, ni ella lo creía aún. Ese encuentro de miradas había cambiado tantas cosas, su perspectiva había dado un giro de ciento ochenta grados. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasarle algo así?
Porque hasta el momento, no había podido descubrir si tan solo actuaba con ella o realmente mostraba su personalidad. Si era un rol más o realmente le gustaba. Si...
¡Corten! –gritó alguien y él la miró. Le guiñó un ojo y sonrió. ¡Ah, estaba perdida!
–¡Beth!¿Me extrañaste?–sonrió con malicia, mientras ella intentaba mantenerse serena, como de costumbre–. ¿No me das un beso?
–¿No prefieres un golpe? –preguntó, con una gran sonrisa, aunque contra su voluntad, lo besó–. ¿Qué quieres?
–A ti –Lucian observó detenidamente a Beth. Sabía que eso la molestaba. Pero a él le fascinaba verla enfadada–. ¿Por qué, sospecho, no has venido solo a ver cómo va todo?
–Luciano –soltó ella con una sonrisa de satisfacción cuando él hizo una mueca–. ¿No es ese tu nombre, después de todo?
–No –se encogió de hombros–. Es Lucian, sin la "o" al final –exageró el gesto–; pero, al ser italiana, ¿no puedes pronunciarlo bien, verdad?
–Idiota –murmuró ella aún con una sonrisa artificial pegada a su rostro–. ¿Por qué rayos me molesto en venir aquí?
–Tú sabes perfectamente por qué...
–No, no lo sé –miró a su alrededor. Nadie más los escuchaba. Aún.
–Estás enamorada de mí –se burló mientras ella entrecerraba los ojos.
–No –restó importancia– eres un simple capricho, ya pasará, niño –su sonrisa se mostraba amplia y segura, aunque Beth sintiera que podía caer en cualquier instante.
–Un niño... sí, pero sabes que no puedes estar sin mí –él la tomó entre sus brazos, estrechándola con fuerza contra sí.
–Ni tú sin mí –señaló con autosuficiencia Beth–. Ni tú.
–No pensaba negarlo –sus miradas se enfrentaron a centímetros. Él la tomó de la mano para llevarla hasta su camerino. Esa mujer, esa italiana, lo estaba volviendo loco.
ESTÁS LEYENDO
Solo por ti (Italia #5)
RomanceElizabeth Ferraz celebraba su cumpleaños número treinta lejos de su natal Italia, cuando conoció a Lucian. Era un hombre guapo, inteligente y que atrajo su atención de inmediato. Solo que, él no era un hombre cualquiera. Y ella, no quería complicaci...