Capítulo 5

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Sylvie, Julie, Mary y Lucian miraron a Beth salir, con paso firme y una gran sonrisa en su rostro. Tomó su bolsa y se dirigió a la puerta.

–Lucian, querido... –llamó la atención Mary.

–¿Si? –preguntó él, mirándola.

–Creo que... –hizo un gesto con la cabeza– es hora de que la sigas.

–Pero... –susurró Lucian y no pudo concluir. No sabía que había estado a punto de decir, solo sabía lo que quería hacer. Seguirla. Y lo hizo.


***

Beth estaba pensando en lo estúpida que había sido al creer que él, de todas las personas, había sentido la misma conexión entre ellos. ¿Por qué lo había pensado? ¡Era lógico que no! Quizá solo vio una oportunidad de encontrar a alguien "nueva", que no se había involucrado aún.

Un rompecorazones. ¿Eso era?

Recordó sus palabras. ¿Qué tan en el pasado estaba su "identificación" con Donato? Su "alter ego" en la serie. ¡Italiano de todas las posibilidades!

No importaba. ¿Por qué importaría? ¡No lo conocía! No sabía nada de él... no quería saber nada de él. Ni siquiera tenía idea de quién era, como, todos parecían saberlo. ¡Le daba igual!

Si tan solo... ¡No, nada de esos pensamientos absurdos! Él era un actor, nada especial en Estados Unidos y sin duda, alguien que jamás tomaría en serio. ¡Era obvio!

Entonces, ¿por qué seguía pensando en él?

–Beth... –escuchó a sus espaldas y cerró los ojos. ¡No podía ser posible!

–Lucian –se giró con una sonrisa–, ¿qué haces aquí?

–Te dije que te acompañaría a tu casa –contestó él.

–Y yo te dije que no es necesario –señaló Beth–, conozco el camino.

–No permitiré que te vayas sola, Elizabeth –soltó en tono firme.

–No podrías impedirme nada, ni aún si así lo pretendieras, Lucian –sonrió.

–No lo pretendo. Lo haré –confirmó terco.

–¿Por qué no vuelves a la fiesta? –Beth indicó con un gesto el pasillo–. Realmente creo que...

–Quiero ir contigo –clavó sus ojos azules en los verdes de ella–. Voy contigo.

–¿Por qué, Lucian? –Beth habló desconfiada– ¿temes que me desvíe?

–Temo que te pase algo, mujer obstinada –Lucian soltó con impaciencia.

–¡Quién lo dice! –rió–. Tú no entiendes que soy perfectamente capaz de...

–Vamos en tu auto o en el mío. Pero voy contigo.

–Lucian... –Beth dejó en blanco los ojos– no soy una niña. Tengo treinta años... –remarcó con irritación.

–Puedes tener todos los que quieras y aún así no vas sola.

–¿Por qué te preocupas tanto?

–Quiero que estés bien, Beth –Lucian le tomó una mano–. ¿Puedo ir contigo?

Beth suspiró. Sabía, al sentir el calor de su mano contra la suya que estaba perdida. Asintió.

–Gracias –susurró él contra su mano, acercándola al rostro.

Solo por ti (Italia #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora