Lucian escuchó que su celular sonaba con insistencia. Se frotó los ojos con cansancio e intentó recordar donde lo había dejado. ¿Por qué no lo apagó? Esperaba que no fuera alguien de la serie... se merecía un descanso.
–Diga –contestó de mala gana.
–¡Lucian! ¿Dónde estás? –inquirió su interlocutor y él echó una mirada extrañada al teléfono.
–¿Dónde? ¡En mi casa, Nick! ¿Dónde si no?
–¿En tu casa? ¿No te fuiste con una mujer bellísima de la fiesta? ¿Está ahí?
–Sí, en mi casa. Sí, me fui con Beth. Y no, no está aquí.
–No me dirás que... –Nick chasqueó la lengua– ¿estás perdiendo tu toque?
–Nada de eso –Lucian sofocó un bostezo–. ¿Eso es todo lo que quieres?
–No... –Nick se quedó pensativo– sí –respondió.
–Pues no hay nada que saber –dijo Lucian con una carcajada y colgó, aun sabiendo que Nick no había terminado.
Nick era el menor de los cuatro y con el que Lucian más amistad tenía. Sus edades eran similares y bromeaban constantemente en el set. Cuando se pasaban horas en el mismo lugar, se agradecía alguien que pudiera disipar el ambiente. Claro que Lucian sabía que Nick aún estaba disfrutando de la vida de famoso, que él ya había dejado prácticamente.
¿Rompecorazones? En la pantalla, quizás. En la vida real, él no se consideraba así; a pesar que la fama y el dinero atraía, eso se había hecho evidente durante los años, no le importaba más.
Ahora, lo único que estaba en su mente desde que había llegado a su departamento, era Beth. Quería verla nuevamente, saber si algo de lo sucedido en la noche había sido real. La perspectiva de la vida cambiaba a la luz del día y eso aplicaba para los objetos... las personas también, muchas veces. Por lo que, buscaría la manera de concertar un reencuentro, casual si era posible. Porque conocía su dirección, sí, pero eso no sería casual.
¿Importaba que no lo fuera? Él había dejado de tener citas reales, al menos a intentar, desde hacía un tiempo. No lo sabía.
–Mary –contestó su celular, que volvió a sonar–. ¿Sí? –la escuchó con atención, después de todo, era una buena amiga y su guionista estrella–. Nada ha pasado. ¿Celos? –se burló con una risita–. Que no, que todo está como antes.
La escuchó por unos minutos más, su pelirroja amiga siempre había sido una gran consejera y una mujer extremadamente interesante y divertida. Le encantaba pasar tiempo a su lado y no era nada incómodo, una vez superado el enamoramiento que lo había encandilado apenas conocerla. Sí, se había quedado fascinado con Mary, lo recordaba como si hubiera sido ayer...
Lucian se sentía nervioso. Miraba a su alrededor, repitiendo una y otra vez las líneas que había memorizado el día anterior. Todo había sido tan rápido. El pánico podía dominarle si él lo permitía... no estaba seguro de lograrlo. ¿Y si solo era una tontería? ¿Realmente podía él ser un actor?
Más allá de las clases de drama obligatorias, él no había sentido una especial inclinación por eso. Cerró sus ojos con fuerza e intentó inspirar hondo. ¿Qué podía perder?
–¿Todo bien, querido? –escuchó una voz risueña y giró–. Eres lindo.
–¿Gracias? –soltó Lucian con una sonrisa, extrañado–. ¿También vienes a la audición?
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Solo por ti (Italia #5)
RomanceElizabeth Ferraz celebraba su cumpleaños número treinta lejos de su natal Italia, cuando conoció a Lucian. Era un hombre guapo, inteligente y que atrajo su atención de inmediato. Solo que, él no era un hombre cualquiera. Y ella, no quería complicaci...