Capítulo 30

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Beth miró alarmada hacia Daila, la hija menor y nada prudente del mejor amigo de su padre, Sebastien. No podía creer que había dicho su nombre completo, cuando se había cuidado de no hacerlo y nada menos que frente a Daila, a la que ni siquiera había notado hasta que había abierto la boca. Nadie parecía dispuesto a hablar y Beth esperó la reacción de Lucian.

–¿De verdad? –él la miró con curiosidad–. Yo no tengo el gusto.

–¡Claro que sí! –Daila lucía como la joven que era, extremadamente emocionada–. Soy una gran admiradora tuya y amiga de Beth, Daila Lucerni.

–Oh, ya veo –Lucian asintió–. ¿Es tu padre el mejor amigo del padre de Beth?

–Exactamente –confirmó con una enorme sonrisa–. ¡Es increíble!

–Nunca pensaría que aquí alguien me iba a reconocer –confesó él.

–¡Cómo no! Eres tú, Lucian Beckett –Daila notó que todos la miraban, expectantes–. ¿Cómo pueden estar tan tranquilos?

–Tampoco es para tanto –él sonrió, cuando la joven le pidió que se tomaran una foto, ante los rostros perplejos de todos.

–Con gusto –asintió, pero antes de que lo hiciera, se unió alguien más al grupo. Beth le tocó ligeramente el brazo y Lucian la miró.

–Lucian, te presento a Alex –pronunció Beth, sorprendida de que su voz sonara tan firme– también hijo de Sebastien, el mejor amigo de mi padre, y hermano de Daila, a quien acabas de conocer.

–Un gusto –Alex le extendió la mano. De inmediato brindó una sonrisa educada y se unió a la conversación que reanudaron tras un momento más de silencio.

Nick, Donovan y Derek, sus amigos de la serie, habían viajado también para acompañarlo, pues realmente los consideraba sus hermanos. Se acercaron, hicieron las presentaciones y Daila, Danaé y Rose fueron a bailar con ellos.

–¿Buscamos una mesa? –ofreció André y los demás asintieron, siguiéndolo. Se sentaron Beth, Alex, Aurora, Christopher, Marcos, Lucian, André y su acompañante, mientras les servían unos aperitivos.

–¿Podremos resolver el misterio, finalmente?

Era André quien tocaba el tema que intrigaba a todos. Lucian miró hacia Beth significativamente y ella suspiró. Sabía que había llegado el momento, al menos con ellos, tendrían que saberlo. Tarde o temprano, todos lo sabrían. Tal vez hasta sus padres lo supieran ya.

–Por supuesto –Beth notó que además de André, su acompañante y Marcos, los demás no parecían especialmente interesados–. Lucian es americano, como ya saben. Él habla italiano tan fluidamente porque actúa como si lo fuera –ahora sí, todos la miraban confusos–. Empezaré de nuevo –miró hacia Lucian y vio que lo estaba disfrutando, ¡él disfrutaba su incomodidad!–. Lucian tiene un trabajo... particular –notó como Marcos se disculpaba y se retiraba de la mesa, por una llamada que recibía–; bien, Lucian es actor. En una serie de televisión sobre Italia.

Los rostros de todos eran de incredulidad, por decir lo menos. La sorpresa era evidente, pero a nadie le parecía algo particularmente malo. Al contrario, tras el impacto inicial, todos empezaron a preguntar sobre la serie, si le gustaba su trabajo, si conocía muchas mujeres famosas (¡Claro, tenía que hablar André!), si era ese el motivo del conocimiento del idioma, tantas otras cosas que Beth perdió la cuenta. Realmente Lucian lo estaba haciendo sorprendentemente bien, se sentía cómodo hablando de algo que conocía y disfrutaba, su trabajo, con la familia de ella.

Y sin imaginarlo, sintió una ligera punzada de orgullo. Orgullo por él, por lo que era y por tenerlo a su lado. Aún más, fue toda una inundación de orgullo por el hombre al que llamaría muy pronto suyo.

Solo por ti (Italia #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora