Capítulo 9

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Beth se encogió de hombros y llenó la tetera. Puso todo en una bandeja y alzó la mirada hasta Lucian.

–¿Me permites pasar? –pidió con tono gélido.

–¿Te sucede algo? –Lucian tomó la bandeja de sus manos y la retiró, dejándola a un costado–. No pareces la misma chica de ayer.

–Soy la misma –restó importancia–. Ciertas cosas lucen diferentes al día siguiente.

Lucian abrió sus ojos con sorpresa. Era muy parecido a lo que él siempre había pensado.

–Quizá –concedió– pero no creo que sea eso.

–¿No? Tú no me conoces de nada –Beth señaló–. Por si lo olvidaste.

–No –Lucian le bloqueó el paso–. ¿Te disgusto?

–¿De ayer a hoy? ¡Qué absurdo! –rió Beth suavemente–. Simplemente perdí el interés.

–¿Así de simple?

–Así de simple –corroboró.

–¿Por qué será que no te creo? –Lucian arqueó una ceja.

–¿Qué es lo que esperabas? –Beth soltó extrañada–. Te presentas en mi casa con un ramo de rosas y... ¿debía rendirme a tus pies?

–No exactamente. Después de tres ramos más –bromeó.

Beth contuvo una risita. Asintió aprobadora y puso en blanco los ojos.

–Eso no sucederá –negó–. No quiero nada complicado.

–¿Qué te hace pensar que será complicado?

–Tú –contestó concisa.

–¿Yo qué? –Lucian la tomó del brazo y la estrechó contra su pecho.

–Tú lo harías complicado –Beth respondió en un hilo de voz.

–¿Eso es un no? –Lucian la separó un instante, solo para mirarla–. ¿Beth?

–¿Si?

–¿Quieres decir que no tengo ni una posibilidad de volver a besarte?

–Ya no soy una niña, Lucian. No estoy con juegos...

–Esa no es una respuesta –señaló él y la besó brevemente–: ¿decías?

–Eres un idiota –Beth soltó con calma– ¿qué puedo decirte?

–Di que no... –Lucian volvió a acercarse– solo que no y te dejaré, lo prometo.

–¿Por qué...? –Beth no pudo terminar la frase cuando Lucian volvió a atrapar sus labios–. Suéltame.

Lucian elevó sus manos al aire, con una sonrisa burlona y la dejó ir. Beth lo apartó, tomó la bandeja y al dirigirse a la sala, se percató que sus amigas habían escapado, quien sabía en qué momento.

–Traidoras –murmuró con fastidio.

–Oportunas, ¿verdad? –Lucian tenía una sonrisa satisfecha– ¿qué tal si seguimos hablando? –rió.

–Idiota es poco... –Beth giró con una sonrisa–. ¿Por qué me molesto en intentar hablar contigo?

–Yo no quiero hablar.

–Acabas de decirlo –soltó con impaciencia.

–¿Dije hablar? –se acercó lentamente–. Me equivoqué.

–Pues continúas equivocado –Beth dejó la bandeja en la mesita del centro y se alejó a la ventana–. No quiero verte más, Lucian.

–¿Por qué? ¿Qué hice para merecer algo así?

Solo por ti (Italia #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora