Capítulo 23

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La tarde había sido maravillosa. Beth no había recordado nada más que Lucian a su lado, nuevamente. El trabajo, los lugares que visitaron, las personas, la vida de él... todo perdía importancia a su lado. No podía creer que alguna vez pensara así, pero con Lucian era diferente. Casi había olvidado que tenía un compromiso previo, por lo que se habían despedido cuando Beth lo dejó en el hotel, no quería que se perdiera, le había dicho.

Tomó una ducha rápida y eligió el primer vestido que encontró. No se esmeró mucho en arreglarse, su mente aún estaba recordando pequeños detalles de él.

Lucian. ¿En verdad había sido capaz de "dejarlo" como él la había acusado? Pues sí que lo había hecho; y, cobardemente, por teléfono. Ni una vez había dado la cara antes de irse. Y él, ahora estaba en Italia. Se habían vuelto a encontrar y habían tenido la tarde más maravillosa y de ensueño que recordaba haber tenido jamás.

¿Qué le estaba pasando? Sentía como si estuviera flotando, cuando siempre se había enorgullecido de su cabeza fría y sus pies bien fijos sobre la tierra. No obstante, era Lucian, era él, y no podía explicar lo que sentía. No parecía ella misma y a la vez, era como si tan solo fuera una parte dormida que había despertado dentro de sí. ¡Esto no podía ser normal! ¿Verdad?

Escuchó el timbre y abrió con una sonrisa de bienvenida.

–Anthony, ¡qué gusto verte nuevamente!

–Beth, querida –él le besó en la mejilla– ¿lista para asistir a la Ópera?

–Sí –contestó y tomó el brazo que le ofrecía.

La mayor parte de la noche la pasó en silencio, simulando concentrarse en la Ópera pero, lo hacía tan mal, que estaba segura que Anthony lo notó aunque, demasiado cortés siempre, no le dijo absolutamente nada. Ni siquiera recordaba a cuál habían asistido.

–Ha sido una noche estupenda, gracias Anthony –Beth besó su mejilla y sonrió–. He disfrutado mucho tu compañía.

–Gracias a ti –él esbozó una leve sonrisa– aunque has estado bastante callada. Luces diferente... –Anthony la examinó brevemente– ¿qué sucedió?

–¿Qué sucedió? –Beth repitió inconscientemente, pues era lo mismo que se estaba preguntando ella. ¿Qué había sucedido? ¿Estaba diferente?

–Sí, Beth. No te ofendas, pero normalmente eres una excelente compañía, muy divertida. Y ahora, bueno, estás... ¿distraída? –Anthony entrecerró los ojos, esperando una respuesta–. ¿Enamorada?

–¿Qué? ¿Cómo? –Beth exclamó de inmediato, sabiendo que su precipitada reacción no la dejaba en la mejor posición. Anthony esbozó una sonrisa de entendimiento y Beth suspiró–. ¿Por qué me has dicho eso? No es nada... delicado de tu parte.

–¡Ay Beth! –él rió, divertido–. Eres una mujer preciosa, inteligente y moderna... ¿y sigues temiendo enamorarte?

–Yo jamás he temido enamorarme –resopló Beth con altivez.

–Por supuesto que sí. Cuando estábamos juntos, nunca dejabas que los sentimientos te controlaran, que fueran más allá de lo que tú querías... siempre tuviste miedo de perder el control y salir herida.

–Eso es normal –Beth replicó– ¿por qué alguien querría salir herido?

–Debes arriesgarte para amar. ¿No te parece? –Anthony encogió sus hombros–. Supongo que encontraste a alguien...

–No es así –respondió rápidamente, sin embargo esbozó una sonrisa culpable–; bueno, técnicamente, nos reencontramos.

–Ah –Anthony asintió– ¿está aquí, en Italia?

Solo por ti (Italia #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora