Capítulo 2: Espaguetis y Español.

66 4 1
                                    

2
Cat

-¿Podrías apurarte? Sabes que odio llegar tarde a las aulas, siempre me dejan los peores asientos -Se quejó, por tercera vez, Kris, mi "agradable" mejor amiga. Cerré el casillero de golpe y la miré cansada.

-¿No puedes esperarte? No es mi culpa que "alguien" hubiera hecho de mi casillero un desastre ayer a la hora de la salida -Reclamé mientras caminábamos a la clase que me tocaba, Español. 

-Ya, lo siento ¿vale? No debí empeñarme tanto en buscar ese trabajo -Se encogió de hombros y se detuvo en la entrada de mi aula-. Hay que olvidar el pasado, Cat, no enfrascarse en él. 

-Aja -Dije y rodé los ojos-. Suerte en el parcial, Kris. 

-A ti igual te tocara, querida -Dijo y después sacudió una mano para salir corriendo. Sonreí y entré, a mi igual me dejarían los peores asientos si no me apuraba. Hallé uno junto a la ventana, uno de mis favoritos. Perfecto. 

Me instalé en la butaca y me puse a dibujar garabatos en un cuaderno mientras el profesor llegaba. La verdad es que no dejaría mi labor de los garabatos aun hubiese llegado el señor Batner, odiaba a la materia y la materia me odiaba a mí. Así sería siempre y nada podría cambiarlo. 

-Qué dedicada, señorita Roth -Escuché una voz arriba de mi cabeza. El lápiz se detuvo cuando reconocí esa voz y, mentalmente, gruñí ¿Qué quería? Subí la cabeza sólo para confirmar lo que ya sabía. 

Arriba de mí, cubriendo la gloriosa luz que entraba por la ventana, estaba Albert Foster. Al, cómo todo mundo lo llamaba. Patán, cómo yo solía llamarlo. Tenía las manos dentro de los bolsillos y lucía una sonrisa de lado que sólo mostraba lo egocéntrico que era.

Dejé el lápiz sobre el cuaderno y crucé los brazos sobre el mismo para cubrir mi obra. Le sonreí de vuelta e hice un gesto con la cabeza como diciendo "¿Qué rayos quieres?".

-¿A qué ha venido, Señor Foster? -Dije siguiéndole el juego. Él no respondió por lo que yo seguí hablando- ¿Has venido por un poco más de espaguetis? Te quedan bien en el cabello -Su sonrisa desapareció y la mía creció "¡Bien!".

-Aunque me gusta saber qué piensas que me veo bien hasta con espaguetis en la cabeza, no gracias. Prefiero mi cabello así -Ahora fue mi sonrisa la que se fue. Comenzaba a impacientarme.

-Entonces, si no has venido a buscar pasta, puedes retirarte –Dije, ¿No le había quedado claro que no lo quería cerca después de lo que hice? Permaneció observándome y después observó al resto de la clase, fruncí el ceño al ver como se formaba una sonrisa en su rostro.

-De acuerdo –Dijo encogiéndose de hombros y sentándose en la banca vecina. Una sonrisa burlona permanecía en su rostro mientras sacaba sus cosas para, oficialmente, instalarse en el asiento.

-¿No puedes irte a otro lugar?

-No –Abrí la boca para alegar pero él me miró y se adelantó-, a menos que consigas otro asiento para mí.

Dejé de mirarlo para mirar al salón, todos los lugares ya estaban ocupados, gruñí mentalmente, Al tendría que quedarse a mi lado. Me acomodé el cabello y volví a mirarlo, después de todo, sí me habían dejado el peor asiento.

Volví mi vista a mi cuaderno y continué con mi labor de los garabatos, quizás si lo ignoraba desistiría al intento de hablarme ¿Para qué se había acercado? Le había dejado muy en claro que no lo quería cerca. Aunque no quería, tuve que detenerme cuando el señor Batner llego, así que cuando subí la mirada para ver a mi profesor pude ver como Al estaba observándome ¿Cuánto tiempo llevaba observándome?

-Buenos días alumnos ¿Alguien recuerda el último tema que vimos? –Un compañero hasta adelante respondió “Poesía del renacimiento” haciendo que el profesor sonriera- Así es ¿alguien tiene alguna duda del tema? –Preguntó viendo, exclusivamente, a mí.

Algunos de mis compañeros se giraron para observarme y yo no podía hacer otra cosa más que ponerme tan roja como un tomate, por suerte mi cabello me cayó en el rostro cubriéndolo un poco. El señor Batner esperaba mi respuesta, así que me aparté el pelo de la cara y negué. Sabía que Al sonreía irónico a mi lado, pero lo ignoré.

-Bien, entonces empezaremos un tema nuevo. Abran su libro en la página 150, por favor –La vergüenza se me pasó al ver el nuevo tema “Poesía Barroca”-. Lean hasta la página 154 y hagan un resumen.

-¿Podemos hacerlo en parejas? –Preguntó alguien.

-Sí. Las parejas serán con sus vecinos de lugar –Miró su reloj-. Comiencen, quiero el resumen para el final de la clase.

Lo observé hasta que tomo asiento atrás de su escritorio “¿Vecino de lugar?”  Tenía que ser una broma. Enfoqué mi vista en Al y rodeé los ojos al ver que su sonrisa no se había ido. Él arrastró el pupitre hasta estar junto al mío y abrió su libro.

-Hola compañera –Habló finalmente-. Dado que se te da genial esta materia supongo que sacaremos una excelente calificación.

-Puedo hacer el resumen sola.

-¿Segura? –Dijo con las cejas levantadas, falsamente sorprendido.

-Sí.

-De acuerdo –Se encogió de hombros y comenzó a leer. Seguro a él tampoco se le daba esta materia, así que no tenía derecho de burlarse. Además, hoy me sentía inspirada, claro que podría hacer ese resumen.

Comencé a leer y a escribir lo que creía importante que, dado que no me podía concentrar, sólo fue muy poco:

Poesía barroca.

A este periodo se le llamó como el siglo de oro de las letras españolas.
La poesía barroca estuvo divida en dos corrientes:
-Culteranismo.
-Conceptismo.

Y ese era mi grandioso resumen, hasta ahí había llegado mi inspiración. Tome  mi cabello y jalé un poco las raíces, era todo, sacaría una mala nota. Dejé de pensar en eso cuando sentí una respiración muy cerca de mí, giré la vista y vi a Al demasiado cerca, leyendo mi “gran” resumen.

-Un diez seguro, compañera –Dijo y rió. Qué lo jodan. Él también debería estar con un discurso similar así que vi su hoja para sacar de donde burlarme, pero fue todo lo contrario. Dejé de tomar mi cabello y agarré su resumen.

Era perfecto. Tenía todo, los significados exactos de “Culteranismo y Conceptismo” y los escritores más importantes con una breve explicación de quienes fueron. El trabajo estaba tan bien hecho que pude imaginarme al señor Batner llorando de felicidad mientras lo leía. ¿Cómo había podido hacerlo tan rápido?

Estaba sorprendida, sí, pero lo que más me sorprendió fue ver mi nombre escrito en la esquina superior derecha, justo abajo del de Al. Bajé el resumen y lo vi con los ojos como rendijas.

-¿Qué estás tramando? –Pregunté. Desde que abrió la boca se estaba comportando de un modo extraño y, además, Albert Foster nunca se sentaría a mi lado.

-Nada. Sólo trato de ayudarte, Caty –Al escuchar el apodo que había utilizado me estremecí sin poder evitarlo, sólo mi padre me llamaba así. Odiaba que lo hiciera.

La Novia de AlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora