Capítulo 12: Condiciones.

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Cat

Ser la novia de Al Foster definitivamente no era como me lo esperaba... era muchísimo peor. No podía entender porque a todos les había sorprendido tanto nuestra relación, pero ellos lo hacían ver como si fuera la noticia más grande de todas. Comenzaba a hacer parte de la rutina caminar de la mano de Al mientras todos nos veían y unos cantos susurraban. Lo que más me desesperaba era que ahora era conocida como la Chica de Al, ya no era ni la rara ni CreepyCat, ahora sólo era la Chica de Al.

 –Debo irme Tery, adiós –dijo Al en cuanto llegamos a mi casillero, soltó mi mano y se fue de ahí. Yo suspiré aliviada y me giré para acomodar mis cosas.

 –¿Tú eres la chica de Al? –Dios mío, nunca me dejaran en paz. Me giré para pedirle que me dejara de molestar pero me quedé callada al ver quien era. ¿Por qué a mí? Sólo ella me faltaba.

 –Soy Catherine.

 –Sí bueno, eso no me interesa –juro que mis tímpanos estuvieron por romperse ante la voz chillona de Dana.

 –¿Qué quieres entonces? –me crucé de brazos pero en cuestión de segundos ella logró acorralarme contra mi casillero y su cuerpo ¿quién se creía ésta?

 –Quiero saber lo que has hecho para gustarle a Al –rodeé los ojos inconscientemente, eso igual se volvía parte de mi rutina poco a poco–. Llevo tratando de salir con él por cuatro años, no es posible que de un día para otro la rara lo haya enamorado por arte de magia. Quiero saber tu secreto –me estrelló contra la puerta de un casillero y sentí como mis mejillas se calentaban de la rabia–. No es posible que alguien tan patética como tú lo tenga así, él es demasiado para ti, así que por tu bien me dirás ahora todo –a ese punto ya estaba furiosa, de un solo golpe la logre apartar de mí y me acerqué a ella.

–Estás demente si crees que te daré la oportunidad de quitarme a mi chico –la volví a empujar levemente–. ¿Quieres saber lo que hice para gustarle? Fui lo contrario a ti. Al parecer no a todos les gustan las chicas zorras y regaladas, es una lástima que tú no puedas dejar de serlo –me acerqué a ella y la tomé fuertemente del brazo–. Y por tu bien, que esta sea la última vez que me insultas, ¿de acuerdo?

–Podrás decir lo que quieras pero tarde o temprano él será mío, y yo no estaré más contenta de restregártelo en la cara –apreté mi agarre en su brazo.

–Sí, bueno, suerte con eso –me quedé igual de sorprendida que ella al escuchar la voz de Albert a un lado, me puse roja hasta las orejas. Por favor, por favor, que él no haya escuchado algo.

–Ally –chilló Dana–. Ally me está lastimando el brazo. Por favor dile que pare –su llanto falso hizo que estuviera a punto de gritar.

–No, esto es para que veas que no puedes meterte con ella –se acercó a mí y apartó mi mano del brazo de Dana–, ella sabe defenderse sola.

–Te has conseguido a una gata –si no fuera porque Al agarraba mi brazo ya le hubiera arañado la cara–. Dime qué le ves a esa, yo soy muchísimo mejor.

–Sí, sigue pensando eso –me puso detrás de él y fue ahí cuando me di cuenta de que, como siempre, éramos el centro de atención–. Ahora quiero que entiendas que esta será la última vez que te acercas a ella, no quiero que le contagies tu mierda ¿me has oído? No la toques, no la mires, no le hables. Todo lo que quieras saber sobre nosotros me preguntas a mí.  

–Ella no es como piensas, hay algo raro aquí… además de ella. Juro que haré que te des cuenta de todo lo…

–¿Qué me dé cuenta de que una de las mejores mujeres que estudian acá me eligió? Ya lo hice, gracias. Y lamento decirte que en esa lista no estás tú por obvias razones –oculté mi sonrisa en su espalda imaginándome la cara de Dana al oír eso, Al sabía cómo insultar sin hacerlo tan directo.

La Novia de AlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora