q u i n c e.

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     James.

   Por primera vez en la vida intento concentrarme en hacer los ejercicios de biología. Demonios que es dificil.

    Me dispongo escribir cuando un rizo castaño se interpone entre mi libreta y yo. Un rizo castaño de María.

     Yo intento estudiar, pero el destino me lo pone jodidamente dificil.

   Dejo a un lado mi lápiz.

-María...

-Se murió.

-Eres una estúpida, lo sabes, ¿no?

   

      Eh, no me miren así. No se lo digo en serio, pero si no la insulto la conversación se termina. Y justo ahora los ejercicios de biología no me llaman la atención.

-Te puedes cambiar de puesto, no me tienes que aguantar. Lo sabes, ¿no?

      Si aguantarte es lo más interesante del día.

-Lo sé...pero no quiero. Mal por ti.

-Déjame en paz, James. Tengo ejercicios que hacer.

      Yo también, y no me ves sufriendo.

-No me da la gana de dejarte en paz, ¿cómo haríamos en este caso?

    Algo que nos involucre a ti y a mí hablando y que no me des la espalda en el proceso, si no es mucha molestia.

-James, no estoy de humor, ¿sí?

-María...

-Ando estresada, muy estresada y lo último que necesito es que me molestes a ésta hora de la mañana.

-María.

-A diferencia de ti yo sí tengo cosas que hacer. Y no quiero ni voy a lidiar contigo...

-María.

-Cállate, solo cállate. Y ponte a hacer la tarea que...

-María, tú me gustas.

   Díganme, por favor que eso se quedó en mi mente.

        María se gira y me mira con cara de horror. Con los ojos muy abiertos.

    ¡Demonios!

María, no veo. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora