C u a r e n t a y d o s.

2.2K 257 13
                                    




   María.

  Siempre he sido callada. María la callada.



   Siempre he sido tímida. María la tímida.


   Mi vida se ha limitado a mi nombre, seguido de algún adjetivo aburrido. La apartada, la rara, la fea, la que no se arregla.



   La que siempre está sola también he sido. La que no tiene amigos, en algunas ocasiones. Oh, y la que más duele es "la que se sienta atrás". Así sin más.


 
  A veces incluso, yo misma me  he olvidado de mi nombre. Y me acostumbré a llamarme la rara.



   La rara que no pertenece a ningún lugar, o que tal vez no sabe cómo pertencer a algo.


    La que no encaja. La que no sabe empezar una conversación, y mucho menos mantenerla. La que no sabe hacer amigos.



    La que siempre está sola.


   A principios de año escolar, ya todas mis esperanzas de tener una vida estudiantil normal se habían ido por el caño. Qué digo por el caño, por el coño.


  Los mismos compañeros, mis mismos complejos.



-María... Creo que voy a explotar...-se queja James.

   Ruedo los ojos.



-Te comiste el paquete entero de galletas... ¡No dejaste ni una migaja!-le digo riendo.



-Buu...-hace un puchero para levantarse hacía la mesa de dulces. Seguro a rematar con gaseosa. Idiota.



  James es idiota. Pero se llevó mi primera vez más importante. O al menos eso es lo que pienso.


  El no me dijo la callada, la tímida, la extraña... Me llamó María.

   Por primera vez y mirándome de frente. Dijo mi nombre. Fuerte y claro. Y lo siguió repitiendo día tras día.



   Cuando él me hablaba, me molestaba, incluso cuando me  lanzaba papelitos con penes dibujados, yo olvidaba por un momento todos mis complejos.


   Dejaba de ser rara, y comenzaba a ser María. Sólo María.



  Mi primera vez siendo yo misma.




Miro a mi alrededor.


Las cosas han cambiado mucho desde el primer día que hablé con James. Cambiaron para bien.


  Ya no me asusta tanto hablar frente a otras personas. Ni siquiera temo reír fuerte cuando algo me da risa. Incluso si mi sonrisa no es bonita.



  Incluso si no soy flaca.

  Incluso si no soy alta.


  Incluso si no soy bonita del todo.




Porque así todo salga mal, al final del día  tendré a un idiota con miopía preguntándome qué dice la pizarra. O jalandome el cabello. O diciéndome que soy hermosa.



  Estoy comenzando a creerlo.


  Y hasta me gusta dictarle a ese payaso alborotador.

  Pero él nunca se debe enterar, eh.



  Y ahora si me disculpan, estoy viendo a un James peleando con toda la clase por la torta de dulce de leche...


-¡HEY, ESA TORTA LA TRAJE YO!

...

-¡JAMES DÉJAME UN POQUITO!

 



 

  

María, no veo. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora