C u a r e n t a y u n o.

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   James.


   Cuando era pequeño, tenía ciertos problemas para tratar con los otros niños. Usaba gafas enormes y era muy flaco. Tampoco era muy inteligente, así que tiren a la mierda el estereotipo de chico intelec... inteltulac... intletu... ¡Ay, bueno!De chico listo.

    No tenía muchos amigos y nadie me notaba. Al menos no de la buena forma.


   Pero cuando hacia algo gracioso, o decía algo ingenioso en el momento justo, todo cambia. Dejaba de ser James el escuálido. Y pasaba a ser el James chévere.


   La gente me veía, a mi. Yo pasaba a ser alguien, aunque sea por unos instantes.


   Así lo hice, cada dia desde el tercer grado. Me esforcé en hacer mi reputación de alborotador por excelencia. La gente sabía quien era yo por los pasillos de la secundaria. Sabían quién era yo.


   No importaba el tipo de atención que recibiera. Sólo la quería y punto.


 
-¿Quieres?-ante mí hay un trozo de galleta- . Te has comido toda la bandeja, cerdo. Pero una más no te hará daño-dice María.



   María.


    María. Ese nombre sí que no puedo pronunciar.


   Con ella pasa algo que no entiendo.

   Eh, sí. Ya sé que no entiendo muchas cosas... como física, química, biología, álgebra, matemática, inglés... Bueno, ese no es el punto, ¿ok?

  El punto es... Que si siento que ella me ve, y sabe quién soy, como que me deja de importar si los otros me conocen. O si aunque sea recuerda mi cara.

    Esas ansias de ser aceptado hacen como yo cuando hay exámen. Desaparecen.


   No sé como llamar a eso. Pero demonios que me encanta.


  Estamos aquí, en la fiesta de fin de curso. Y todos hablan de lo bueno, de lo malo y de lo loco que fue este ciclo escolar.


   Vaya que fue loco.



   Y ella está aquí, ofreciendome una galleta. Eligiendome a mí, eligiendo hablar conmigo por sobre el resto.

   Cómo putas no me voy a sentir afortunado.



- Eh, James. Tierra llamando a James. ¿La vas a tomar o no?


   La galleta, habla de la galleta....
   


   A la mierda la galleta.

    La tomó por la muñeca extendida aún con la galleta le robo un beso lleno de migas de chocolate. Meto mi lengua sólo un poco.


   Ejem, espacio público, ejem. No me van a expulsar casi culminado el año, ejem.


   Siento la sorpresa de María en su lenguaje corporal pero al final cede.

    Escucho el uuhhhh de todo el salón. No me importa.


   Me separo tomando aire y un poco agitado.




-Claro que la voy a tomar, más si viene de ti.


     Tomo el trozo y lo pongo en mi boca.


    María está en shock. Y roja como un tomate.



   Siento el golpe venir en tres, dos, uno...




-¡Avísame que me vas a besar, Dios!



   Auch. Jaja.



    Valió la pena.



   Cada maldito golpe valió la pena.

  

María, no veo. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora