"Todo lo que deseo, es muerte"
Luciano
Luciano era su nombre, un nombre el cual llamaba "estúpido". que no reconocía la realidad de la fantasía, y la venganza era su aliento. El crimen fue cometido, y no sintió nada, absolutamente nada por aquel sujeto llamado "ser humano". No sintió ánimos ni tampoco culpa, es como si lo hubiese disfrutado, pero, con un rencor tan grande que solo podía compararse a un baúl lleno de recuerdos dolorosos, y en lo profundo, se hallaba el cuchillo con sed de más sangre.
Lastimosamente este no fue su primer asesinato, este era el primero donde aplicaba armas de fuego y el uso de un alias para glorificarse en nombre de su propia persona, los medios periodísticos le decían "El Demonio del Norte". Un ridículo nombre para alguien que deseaba acabar con todo esto de una vez. No poseía instrucción militar ni policial, tampoco era un espía o asesino a sueldo, ni fue entrenado por leales guerreros a su bandera, solo un sujeto que se hartó de la realidad, y anhelaba vivir en el mundo de las maravillas, putas maravillas.
La muerte viene y va, pero, la vida es solo un segundo, pensaba Luciano. La víctima se retorcía, grandes charcos de sangre iluminaban su rostro horrorizado por el deceso. Los demás solo huyen del hecho antes que sus pistolas acaben con sus respiraciones, no tiene caso, no saben a dónde huir después, no tiene caso... solo son unas cuantas piedras menos en el mar que es el planeta tierra, deliraba de ira Luciano.
La policía se acercaba al infierno, era momento de irse, la decisión de seguir su camino. Esto no acabaría aquí, y tampoco en cualquier parte del mundo, su tierra natal. Mientras se alejaba paso a paso por el asfaltado camino hacia el departamento abandonado que llamaba hogar, las personas corrían a su alrededor yendo a la escena del crimen, como simples moscas. Tan nauseabundas, tan asquerosas, los imaginaba como moscas curiosas preparándose para subirlas a internet. Abrió la puerta con su llave oxidada con forma de corazón, al ingresar es saludado por la última persona sobre la tierra quien le ha dirigido unas nobles y amadas palabras.
- ¿Estás bien Luciano? – le preguntó la pequeña Maribel, una inocente niña de 10 años a quien consideraba como hermana menor, pues, también andaba sola en el mundo, y él decidió acoger
- Si Maribel, me encuentro bien, y no abras a nadie la puerta ¿Entendido?
- Pero, si te pasa algo... - le preguntaba con tanta inocencia
- No me pasará nada ¿Ya está la cena servida? Huele delicioso desde aquí - pregunté con algo de indiferencia, para ocultar el crimen que se ve en mis ojos marrones
- Está bien, relájate hermano, ya está la cena ¿Por qué has venido tan preocupado esta noche?
- No importa Maribel, todo está como debe de estar, ahora voy a cambiarme y cenar – intentó sonreír a pesar de su estrés
Ingresó a su pequeño cuarto desarreglado en el fondo del pasadizo, usando como puerta una tela bordada por su hermana menor, su casa era enorme para dos personas, el edificio estaba abandonado y desmoronándose, sin embargo, llena de sonrisas, pequeñas alegrías y unas pláticas bastantes extrañas para provenir de un lugar supuestamente abandonado, aquellos choros que osaban ingresar a fumar marihuana o tener relaciones sexuales con sus esclavas, como las tildaba Luciano, eran ahuyentados estrepitosamente por aquel llamado "El Demonio del Norte", el bajo mundo conocía ese edificio aterrador y pocos los valientes en ingresar, los rumores se esparcían, y solo veían salir a una pequeña de ese edificio, temiendo que ella fuese "la hija del demonio". Sacó el cuchillo del bolsillo, aun ensangrentado, se dirigió al baño, lavó su rostro y fijó la mirada en el espejo, lo que vio sería el primer rostro de sorpresa que contemplaría por el resto de su vida. Su ojo derecho estaba totalmente negro, ninguna pupila visible, solo oscuridad, total oscuridad. Al verlo, creyó que estaba viendo mal por el cansancio, no le dio importancia y se lavo nuevamente, al verse otra vez en el espejo, su ojo ya estaba normal, pensó que quizás todo se debió al estrés acumulado por matar o correr de un lado a otro esquivando a la policía, cerró el grifo y regresó a su cuarto.
- Hermano ¿Estás bien? – le preguntó su hermana al verlo mirando hacia abajo
- Si hermana, estoy bien, tu descansa, mañana debes ir al colegio y aprender lo mejor, para salir de esta mierda
- Si, lo sé hermano, pero... ¡Esas palabrotas!
- Lo lamento, de todas formas, son solo palabras que uno les da el significado que desea, mañana, será un nuevo día
Al cerrar la puerta del baño, había olvidado algo en el lavado, un trozo de papel, con los rostros de sus próximas victimas en ese sentido de justicia que tenía y anhelaba ante cualquier ente sobrenatural.
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Cielo de Almas, Kay Pacha: "Noches Rojas"
Science FictionNo todas las historias deben ser escritas con luz y esperanza. Algunas, solo desean ser escritas con sangre, la otra historia de un país lastimado por sus propios ciudadanos. La leyenda de Luciano, un hombre capaz de sacrificarse a si mismo por el b...