Capítulo 17: "Una luca china"

4 0 0
                                    


Luciano al ver el letrero de Ancón, observó a su alrededor y solo pudo ver montañas de arena y pequeñas casas rudimentarias, criticando internamente el fraude del gobierno y su ineptitud por abastecer a los más pobres, ese le daba coraje y deseos de crear una verdadera justicia para todos, sean ricos o pobres, y castigar con la muerte a quienes no la merezcan. Caminó al lado de la panamericana, observando a los buses pasar, llevando diferentes mercancías, al mirarlos, su estomagó rugió, tenía hambre.

Inmediatamente sacó su pistola para comprobar la cantidad de balas que le quedaba, solo una bala, pensó que podría dispararle a alguien en la cabeza o asesinar al jefe de una banda, pero, apuntó hacia abertura de un camión que transportaba sandias, disparó hacia la abertura y la puerta trasera se abrió en una parte, dejando caer dos sandias en el camino, que fueron recogidas rápidamente por Luciano.

Al aproximarse al centro de la ciudad, pudo observar muchas casas pre fabricadas que le hacían recordar su infancia en su pequeño barrio, niños corriendo, hombres trabajando construyendo nuevas casas y señoras vendiendo helados con el calor que se aproximaba a quemar las pistas sin exagerar. Ingresó a una tienda y compró un helado, le preguntó a la señora como llegaba a Lima, la señora amablemente le respondió señalando el camino hacia el paradero de los buses pequeños que salían con dirección al centro de Lima, le agradeció el gesto.

Al caminar, pensó en la amabilidad que aun existía en las personas, en las pequeñas cosas que observaba y le daba pequeños espasmos de sonrisas disimuladas de seriedad, pensaba, que quizás las personas no solo buscaban justicia, sino, algo que había sentido hace mucho tiempo, a lo que definió como "tranquilidad". Llegó al paradero y había una pequeña cola esperando el siguiente bus, observó a lo lejos que varios de esos pequeños buses estaban estacionados, al parecer, almorzando, sin molestarse, decidió esperar y no armar algún alboroto, después de quedarse sin balas, lo que menos deseaba era generar una violencia innecesaria.

- ¡Oh vaya! Otra vez habrá que esperar ¿Quién demonios almuerza al mediodía? – escuchó a una chica quejarse detrás de él

- ... - Luciano no respondió

- Ni modo, llegaré tarde a la universidad de nuevo, caramba... ¿Oiga desde hace cuando esta así? Claro si no le molesta en contestarme

- ... Yo recién he llegado

- Ah... caramba, ni modo a esperar, gracias de todas formas

- Por cierto, estos micros ¿Llegan al centro de Lima?

- ¡Claro! No eres de aquí ¿Cierto?

- Uhm...

- ¡No te preocupes! ¡No me tienes que responder si no deseas! Pero, si, estos micros llegan al centro de la capital, hasta el hospital Rebagliati aproximadamente

- ¿El hospital Rebagliati? ¿Podré reconocerlo si llego hasta ese lugar?

- Oh pues... solo hasta allí llegan los micros, justo voy para allá y luego tomaré otro bus a mi universidad, puedo acompañarte, claro, si lo deseas

- ... - Luciano no deseaba la ayuda de nadie, para que no se entrometiesen en sus asuntos

- ¡Vamos! ¡Digo si quieres!

- Bien – respondió al observar que uno de los micros se estacionaba en el paradero

El recorrido hacia la capital fue como cualquier otro, las personas llevando varias cosas para vender, sacos de papas mezclado con pequeñas partes de bicicletas, el cobrador del micro avisando los paraderos y amenazando a los pasajeros a irse al fondo pues, había sitio. La chica le dijo a Luciano su nombre, Milagros Celeste y estudiaba comunicaciones, Luciano le respondió con su nombre y que había estudiado ingeniería física, sorprendida por su carrera, quiso preguntarle mucho más, pero Luciano no tenia en mente conversar con ella.

- Bueno, entiendo que no quieras hablar con una desconocida, digo, es extraño

- Fuiste tú quien quiso venir sentada a mi lado

- Es cierto, pues, pareces un buen sujeto

- ¿Buen sujeto? Claro...

- Lo digo en el buen sentido, hay muchos mañosos que se aprovecharían que una chica les hable así nomás, sin embargo, noté en ti algo diferente

- ¿Diferente?

- No... ¡No me hagas caso! – Milagros comenzó a sonrojarse

- ... en fin, ¿Cómo a cuantos minutos está el hospital Rebagliati?

- ¿Minutos? ¡Para nada! Quiero decir, que está a casi una hora y media desde aquí, es realmente lejano, aunque es agradable pues desde aquí podemos estar cómodos sentados, a menos que no estés cómodo

- No me interesa estar cómodo, pero, si es agradable tener la ventana abierta, y sentarme para variar

- Esta bien, entonces, si me permites, claro que sí, estudiaré para mi examen

- Bien... - respondió Luciano al cerrar sus ojos y descansar durante todo el trayecto

En sus pensamientos antes del sueño, recordó todo lo que sucedió horas antes, su ligera batalla contra esos delincuentes, la huida del bus y de su pequeña hermana, Maribel, y ahora se sumaba entre sus ligeras ideas de haber conocido a una chica llamada Milagros rumbo a la capital, quizás eso podría afectar su misión principal debido a que ella podría interferir de alguna manera, sin embargo, dejó de pensarlo y durmió.

Milagros observaba su libro de teoría de la comunicación, en la parte donde la semiótica se separaba de la semiología, le interesaba bastante esa etapa de la comunicación, pero, también se distraía debido a su nuevo compañero de viaje, un sujeto con ropa polvorienta que iba al hospital de la Avenida Salaverry, no tenía duda de que el conocerlo podría dar un giro total a su vida, aunque, por el momento, solo le interesaba concentrarse en su examen.

- Despierta Luciano, digo, señor Luciano, llegamos al último paradero

- ¿Cómo? – el cobrador se les acercó anunciando que se bajaran del micro, pues regresaría a su punto de partida, Ancón

- ¡Vamos! ¡Tengo que ir a clases!

- Pues... bájese y listo, yo tengo otro lugar en mente a donde ir – dijo Luciano cuando bajaba del micro

Una ligera música de ópera sonó en el bolsillo derecho de Milagro, su celular resonaba al son de la quinta ópera de Beethoven, justo en el intermedio.

- ¿Hola? ¡Si ya voy a clases amiga! ... no te preocupes, si lo estoy llevando... ya allá te veo Kim

- ...

- Lo siento, era mi amiga Kim, digo, mi "best friend", en fin, que tengas un lindo día en la capital, y que la pases muy bien

- Si... por cierto ¿Estudias lejos?

- Pues la verdad

- ¡Milagros! – una voz masculina se oyó detrás de ellos

- ¡Oh! Hola Jerouu ¿Vas a clases o irás a ver a Kaytlin?

- ¿Eh? – respondió Jerouu – para nada, hoy tenemos clases ¡Bueno, me doy prisa, si llegó tarde, me matarán mis viejos!

- ¿Tarde? Pero si aun faltan 20 minutos

- Claro que no ¿Te acuerdas lo que dijo la ultima vez?

- ¡Diablos! Lo siento... digo ¡Sí, diablos! Nos vemos Luciano ¡Ya nos veremos en otra oportunidad!

- Bien... conozco el camino al hospital, está allí

- Por cierto, quien paso corriendo sin saludar, era Jerouu

- ¿Jerouu? – preguntó absorto Luciano – que... peculiar nombre

Ambas miradas se entrecruzaban, sin saber, que ese peculiar nombre sería el detonante de una bomba nuclear llamada "Esperanza e Infierno". 

Cielo de Almas, Kay Pacha: "Noches Rojas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora