Capítulo 18: "Sicario"

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Las miradas se entrecruzaban brevemente, por unos segundos, ambos sintieron que se conocieron antes, como si, se tratase de una vida pasada, ambos en dirección contraria.

Milagros se despidió fugazmente de Luciano, al saber de su compañero Jerouu que el examen iba a ser más temprano, ambos corrieron hacia su universidad, que quedaba a la espalda a unas cuadras más arriba del hospital. Luciano apartó su mirada de su breve compañera de viaje hacia su verdadero objetivo, observar el panorama limeño y encontrar a esos "Soulos" que la prensa recreaba como héroes, palabra que no compartía Luciano.

Sabia por ubicaciones geográficas proporcionadas por su celular y la aplicación de "Mapas Idas" que el centro histórico de Lima se encontraba a algunos kilómetros de su posición, consideraba ir hacia ese lugar y conocer el lugar donde residía el presidente de la república, e imaginaba la idea de ingresar y usar sus propias manos para reescribir la constitución y ejecutar a los criminales, en presencia del presidente y este firmando su pedido.

Sin pensarlo mucho, se dirigió al centro de la capital, a la Plaza de Armas, donde todos los pueblos se reunían para disfrutar un día familiar o conocer la plaza de la independencia, lugar por donde observaría a todas las personas y conocer el modo operativo de sus victimas criminales. Comprobó el dinero que le quedaba, y solo pudo ver unos cuantos céntimos, necesitaba conseguir dinero para dormir en un lugar decente y comer, si no, su misión fracasaría.

- ¡ALTO AHÍ MIERDA! – un policía apareció detrás de él disparando contra alguien

Luciano se agachó rápidamente y estuvo a punto de golpear al policía, no obstante, este no dirigía sus palabras hacia él, sino, a un delincuente que huía de las fuerzas del orden, las personas gritaron de pánico y corrieron del lugar, otras se agacharon y las que quedaban se ocultaban bajo las mesas de los restaurantes, una de las personas mencionó la palabra "Sicario". Luciano al escuchar esa palabra, recordó la fatídica noche donde su esposa falleció, unos sicarios, un sicario, palabras que, para él, detonaban toda raíz de maldad y sufrimiento en el mundo.

El policía trató de darle a las piernas del sicario, pero, este respondió hiriendo en el hombro al policía, utilizaba un revolver semi automático, este retrocedió dejando al sicario huir hacia una moto lineal que se encontraba estacionado fuera de una panadera, las sirenas de los patrulleros se acercaban y el sicario en la moto apresuraba a su compinche, ambos subieron a la moto con rumbo desconocido.

Luciano se levantó y observó hacia donde iban, tomó sus cosas y fue corriendo tras ellos, la moto siguió de frente hasta llegar al Óvalo de 28 de Julio, Luciano subió a una combi y amenazó al conductor con su arma a que lo siguiera, el conductor temió por su vida y lo obedeció, sin saber que el arma ya estaba vacía, sin municiones, pero, con su propósito inmortal de amenazar. La moto se dirigía hacia la avenida Alfonso Ugarte, pero, unos patrulleros lo interceptaron antes de llegar al Óvalo de Francisco Bolognesi, a lo que retrocedieron para salir de la Avenida Guzmán Blanco, fue en ese momento, donde el conductor de la combi advirtió a Luciano que iban directo hacia ellos, a lo que este amenazo con disparar si no iba directo hacia la moto, el conductor lo tildó de demente y loco, y segundos antes, Luciano cogió su volante y lo dobló hacia la derecha, impactando en la parte lateral de la combi y sacando violentamente a uno de los delincuentes, la moto apenas si pudo frenar.

Luciano bajo de la combi sin importarle que el chofer apenas yacía consciente por el impacto, al ver al chofer la moto muerto, vio al otro que, si seguía vivo, pero, apenas moviéndose pidiendo ayuda, Luciano se digirió hacia él y le aplastó la mano derecha, y finalmente le dijo:

- Hoy te irás al infierno hijo de puta, la justicia llegó

- ¡MANOS ARRIBA! – los patrulleros llegaron al lugar del choque - ¡NO LO REPITO, MANOS ARRIBA CARAJO!

- Para qué – respondió Luciano soltando su arma – ya lo maté – directamente pateó su rostro con una fuerza casi sobrehumana que solo le quedaron un par de dientes – el policía disparó hacia el brazo izquierdo de Luciano

- ¡Bastardos! ¡Ustedes también quieren lo que yo busco!

Luciano se abalanzó contra el policía que disparó, esquivando rápidamente sus balas, el joven policía apenas si podía creer lo que veía, sus movimientos eran tan rápidos para estar herido de un brazo, y en un par de abrir y cerrar de ojos, Luciano se encontraba frente al policía, propinándole un puñetazo en el rostro, su compañero disparó nuevamente hacia él, pero, nuevamente lo esquivó y le dio una patada muy fuerte en el estómago.

Molestó por los disparos hechos a su cuerpo, recargó su pistola con las balas del policía herido y disparó contra el compañero, reduciéndolo en ambas piernas, se acercó a dar el tiro de gracias en la cabeza, pero, fue arrojado hacia el Lawn Tenis de un solo movimiento, sintió que alguien jalaba su brazo y lo lanzaba raudamente hacia las canchas de tenis. Luciano difícilmente podía mover alguna parte de su cuerpo, ese gran jalón y caída fue casi mortal tanto para su cuerpo como para su espíritu.

Abrió los ojos y solo observó los rayos solares que nublaban su visión, pero no la figura oscura que se posaba sobre su cabeza. Las pocas palabras que podía escuchar eran suficientes para saber que ese sujeto que estaba parado frente a su cabeza era quien lo lanzo de manera apabullante.

- Y yo que pensé que no podías causar mucho alboroto en tus... - miró su reloj – primera media hora de llegada a la capital

- ...

- No te levantes chico, lamento haber sido tan rudo, pero, atacar a los policías no es algo que sea bien visto en Lima, o en cualquier parte del mundo. Angie por favor cura a nuestro invitado.

- Bueno, será la última vez ¡¿Oíste querido?!

- ... ¿Qué?

Milagrosamente, Luciano se levantó sin ninguna herida, sin ningún hueso roto o vertebra dañada, se sorprendió por el hecho sucedido, vio a su alrededor y solo pudo observar la figura del sujeto parado delante de su cabeza, era un tipo alto, con bigote fino y vestido policialmente con un chaleco negro anti balas, botas oscuras y una boina roja con un extraño símbolo plasmado en el centro de su boina, recordaba su rostro.

- ¡Tú! ¡Eres el sujeto del terminal de buses!

- Por supuesto muchacho, y estoy aquí para brindarte ayuda, después de todo ¿Somos colegas, ¿no?

Cielo de Almas, Kay Pacha: "Noches Rojas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora