Capítulo 20: "Los Cóndores"

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Raquel... Maribel... Mis eternas damas en una infinita oscuridad, cuánto las he amado...

Al ingresar al recinto número 14, un aura espesa y oscura se sintió en toda la habitación, los ojos de Luciano apenas podían resistir para no cerrarse por completo, sentía una presión que reprimía su corazón y su propio cuerpo, un aplastamiento espiritual que ponía en riesgo su propia vida, sentía escalofríos y angustia, era una presencia de temer e inclusive de respeto, un respeto sin igual hacia alguien a quien temía por su vida, como nadie le había hecho sentir, Luciano, sentía miedo.

¡General Supremo Buenos días! – ambos coroneles le saludaron con total obediencia y respeto.

No hace falta saludar de esa manera mis compatriotas, sabemos que mientras le sean fieles a su patria, todo estará conforme, ahora bien, parece que nuestro invitado personal ya está despierto.

¡Así es señor! Digo, mi general – habló Laura quitándose la boina roja – ya hace unos minutos que despertó y le explicábamos la razón de unírsenos.

¿Y bien? ¿Cuál fue su respuesta? Por lo visto no puede responder por sí mismo.

Luciano se encontraba contemplando la figura del hombre que ingresó repentinamente al ambiente, como si, se tratase de alguien demasiado peligroso, pero que, por alguna razón, le decían general, pensó que podría tratarse de su superior directo, quería hablar, pero, las palabras no eran pronunciadas por su boca, deseaba callarlo y mandarlo al diablo, sin embargo, algo lo detenía.

Pues bien, desántelo compatriotas, no podemos atar a quien lucha por un Perú mejor.

Por supuesto general.

Levantaron la camilla donde se encontraba Luciano y cortaron las sagas que lo ataban, lo sentaron en la silla de madera al frente del tipo que llamaban “General”, a ambos les sirvieron agua en pequeños vasos descartables, el general pidió otro vaso, pues aseguró que hacia mucho calor para beber solo una, le preguntó a Luciano si deseaba más, este se negó con la cabeza y el general dijo “está bien”.

Bueno, primero, pido disculpas muchachito, mis hombres y mujeres a veces quieren ser como el ejército, rudos y serios, pero, servimos a la población civil, y debemos ser corteses, aunque suene bastante estúpido, los civiles nunca aprenden. Me ahorraré la presentación de mi nombre y logros, solo digame general.

… ¿Quién mierda es usted? – respondió finalmente Luciano.

¡Finalmente! Pensé que eras mudo muchachito, en fin, Rodríguez te habrá explicado la razón de porque te necesitamos Luciano, tienes un don excepcional para luchar, y eso no debes olvidarlo.

¿Don para luchar? Siempre me consideré un no nato para matar…

¡Y YO PARA DIRIGIR! – rio al decirlo en voz alta – pero, estamos aquí conversando después de que mataras a esos dos delincuentes, no estoy diciéndote que te voy a arrestar ni entregar al ministerio de justicia, porque, me rechazarían la solicitud, después de todo, TÚ no existes para el gobierno.

Si, lo sé, pero, ustedes me han encontrado y ahora desean que me una a la policía… que mierda quieren de verdad… y que tiene que ver que yo tenga “poderes especiales”, si quisiera podría matarlo ahora mismo.

¡Vaya! ¡Eso si es patriotismo, carajo! Eso me gusta de la juventud, sus entregadas almas hacia la causa noble la cual juramos servir, la justicia total. Y por eso mismo, te explicaré sobre ese don con una pequeña pelea de 4 segundos.

¿Pelea de 4 segundos? - dijo incrédulo Luciano.

Inmediatamente, el general pateó la silla y la mesa de plástico hacia los dos lados, se sacudió y giró la cabeza para ambos lados y apretó sus puños firmemente; al hacerlo, le mencionó que lucharia cuerpo a cuerpo contra él, si ganaba podría irse y denunciarlos si deseara, pero, si él ganaba, se quedaría a escuchar su explicación y se le uniría a la causa policial. Luciano al sentir nuevamente los escalofríos, aceptó el reto.
El general antes de la pelea, le mencionó que ya lo habían seguido desde hace un tiempo en Chiclayo, que sus peleas rápidas y muertes directo al cuello fueron estudiadas a profundidad, se alegró de que fuese así realmente y le deseaba la suerte de hacerle al menos, un pequeño roce en cualquier parte de su cuerpo, Luciano solo rio y aparentó estar libre de nerviosismo, pero, en el fondo, sentía miedo.

Se preparó para la pelea, ambos retadores se miraban fijamente esperando quien atacaría primero, los coroneles se sentaron en el suelo esperando el resultado, aunque, en sus miradas, ya parecía haber ganador. El general le señaló que en solo 4 segundos caería y cedería ante sus demandas, Luciano vaciló al escucharlo y le prometió que lo mataría a golpes antes que sucedería eso, inmediatamente empezó.

Luciano se dirigió rápidamente hacia el general para golpearlo a la derecha, pero, fue retenido con ambos brazos y sujetado fuertemente, para, velozmente lanzarlo hacia el techo del ambiente, rompiendo varias lunas en el techo, Luciano cayó al suelo con los restos del techo en su espalda, el general vio su reloj y dijo que solo habían pasado 3 segundos desde que lo atacó, a lo que le dio pena que fuese tan rápido. Este se levantó del suelo y lo sujetó del pie derecho, lo jalo e hizo caer al general de un solo movimiento, se sorprendió de su movimiento y en un abrir y cerrar de ojos, Luciano estaba apuntando su puño derecho hacia su rostro.

¡Vaya muchacho! ¡Eso fue rápido y atrevido! El haber soportado tan golpe en la espalda, que de seguro te rompió algunas vertebras, pudiste jalarme y hacerme caer ¡Te felicito!

Pero… no solo basta un movimiento para derrumbar a tu oponente, tienes que atacarlo en la mente, para luego, desarticular el cuerpo – el general había previamente golpeado el estómago de Luciano cuando cayó, ese golpe hizo que vomitara sangre sobre la camisa de palmeras del general – de todas formas, te felicito, pudiste durar 6 segundos, has ganado.

… ¡AH! – Luciano apenas podía respirar - ¡¿Quién… mierda… eres?!

Ya te lo dije muchacho, te lo diré si te nos unes, y creo, que lo harás.

… ¿Qué… fue… ese golpe?

Oh… pudiste verlo, entonces, te diré solo esto, tú también puedes hacerlo, se le llama “IUM”.

Coroneles, por favor llévenlo a la enfermería movible, si quiere ser un portador de justicia en cada rincón del país, debe sanar sus propias heridas por él mismo.

… acepto…

¿Perdón?
… seré de la policía… - apenas podía ver

No, te equivocas, tú serás de la “Legión del Condor”, la más grande organización, mejor dicho, los mas grandes patriotas que velarán la justicia en el Perú ¡Somos la justicia en persona, nuevo compatriota!

Un mes después…

Luciano se encontraba en la parte alta de un edificio familiar, en el techo al lado del tanque de agua que proporciona salud y frescura a todas las familias del condominio, observando a través de sus pequeños binoculares un cuarto femenino a unos cuantos kilómetros de donde se encontraba, sacó un cigarro y lo encendió, al hacerlo recuerda todo lo que sucedió hasta ese punto, entonces suena su celular y atiende.

Observaba desde ese lugar un dormitorio femenino y un pequeño regalo encima de la cama de quien duerme allí, cuelga el teléfono mientras espera que la dueña despierte y abra el regalo, pasan cinco segundos y logra levantarse, ve el regalo y se pregunta de quién es.
Desde la azotea, Luciano reflexiona,
“Algunas veces, los principales medios para acabar con la maldad, es el sacrificio de la bondad, lo siento señorita Kaytlin”.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2020 ⏰

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Cielo de Almas, Kay Pacha: "Noches Rojas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora