Capítulo #35. Nueva vida.

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No habían palabras suficientes para describir la emoción, terror y satisfacción que sentía justo ahora porque gracias a Dios y a mis antepasados el día de hoy tenía todo lo que ellos alguna vez soñaron con recuperar y más allá de ello, pues como d...

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No habían palabras suficientes para describir la emoción, terror y satisfacción que sentía justo ahora porque gracias a Dios y a mis antepasados el día de hoy tenía todo lo que ellos alguna vez soñaron con recuperar y más allá de ello, pues como descendiente directa de los últimos Zares Imperiales tenía derecho total a la corona rusa, un lugar permanente en la corte, palacios inmensos en donde vivir, privilegios en el ejército, otras residencias reales, lujos desbordantes, popularidad máxima y sobre todo prestigio absoluto a nivel mundial tras comprobarse con hechos legales, biológicos, éticos y científicos que mi pequeña familia y yo en realidad teníamos sangre Romanov.

A partir del día de hoy viviríamos en un palacio gigantesco lleno de lujos inimaginables, con los mejores doctores para mi hermanita, empleados sin fin, y los tutores más calificados para mis estudios universitarios, pues debía formarme en política exterior y relaciones internacionales como requisito fundamental para poder ser la siguiente gobernante del país algún día por línea de sucesión aunque quizá eso jamás sucedería debido a que mi desgraciada madre debía de contraer nupcias de nuevo con algún hombre gracias al patriarcado que se aún se vivía ahí tras impedírsele ser reina solitaria y mi destino parecía ser el mismo.

Más por ende, al final no me importaba mucho si me casaban a la fuerza con un completo desconocido cuando cumpliera la edad suficiente para ser la cabeza del Estado, pues el simple hecho de encontrarme en esa impresionante posición como una princesa Romanov junto a los que más amaba en el mundo era un sueño imposible que se volvió realidad luego de tanto dolor en el pasado y ahora esa sería la nueva, lujosa y cómoda vida que merecíamos porque el destino estaba siendo compasivo con nosotros, sin embargo, no todo era tan perfecto, ya que mi padre aún no estaba presente por su posible desconocimiento o desinterés de la verdad que descubrí a duras penas cuando nadie más me creyó y esto me causaba gran sufrimiento aunque fingiera una sonrisa frente a la prensa, nuestros cientos de empleados y mis seres queridos.

Más por ende, al final no me importaba mucho si me casaban a la fuerza con un completo desconocido cuando cumpliera la edad suficiente para ser la cabeza del Estado, pues el simple hecho de encontrarme en esa impresionante posición como una prince...

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"Trenzando el Destino"© (TED #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora