"Да здравствуют Романовы"
("Larga vida a los Romanov")
Gloriana intenta sobrevivir en un mundo de mentiras donde todo le sale mal por culpa de su tía, pues hará de su vida un infierno hasta que la verdad sale a la luz.
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Ser princesa no es nada...
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Gloriana.
Después del terrible y doloroso incidente con el pobrecito de Isaac, mi amargada tía no volvió a traer a sus sagrados hijos de cristal a mi casa bajo ninguna circunstancia, pues según ella, el auténtico demonio de la familia era yo y por lo tanto, cada vez que alguien se me acercaba sufría las peores tempestades solo por hablar conmigo, así que, nos mantuvo alejados de su vida durante un periodo de tiempo hasta que la vida nos volvió a unir como antes.
Gracias a Dios, cada uno de sus quemantes insultos ya me eran completamente insignificantes tras todo lo vivido con el asesino de mi ex novio y la sucia jugarreta que hicieron mis compañeros de clase contra Hannah y Aarón mientras me seguían molestando como desde el principio, así que, ya nada en el mundo me hería o causaba preocupación en lo más mínimo tras haber cambiado mi forma de ser, lo cual, me dejaba como una insensible ante los demás, pues ahora permanecía a la defensiva y no permitía que nadie ajeno a mí se me acercara en la calle.
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Esa misma tarde, con el propósito de olvidar un poco todo lo sucedido en los últimos días, decidí compartir un ratito de calidad con mi hermana Catalina, quien ya tenía doce años de edad y se aprovechó de mi bondad, pues me usó como guía de una larga tarea que no quería hacer sola, por eso, además de jugar con sus hermosas muñecas de colección, nos pusimos a ver una obligatoria película animada sobre una princesa bastante peculiar, ya que, como Caty era fanática de esas temáticas aunque fuera una consigna de su escuela, yo tuve que acompañarla durante la hora y media que duraba así como cuando transmitían ese tipo de contenido en la televisión porque nuestra madre era muy paranoica sobre los dibujos animados basados en la magia, cuentos de hadas o caricaturas que mostraban actos de rebeldía, por lo tanto, ambas terminamos sumidas frente a mi desgastada computadora portátil.
