Cuando recuperé la conciencia, me encontré tendido dentro de una pequeña y oscura habitación cerrada con una puerta metálica. Una estrecha ventana, en lo alto de una pared de ladrillos , permitía entrar una pequeña pizca de luz. Sentí un suspiro a mi lado. Me di la vuelta y sentí una sensación de alivio al ver que Catalina estaba en la celda conmigo.
Me levanté, con cuidado y todo comenzó a darme vueltas obligándome a sentarme nuevamente. Me arrastré hasta Catalina y acaricié su mejilla. Ella abrió los ojos y luchó por enfocar la vista. Entonces al darse cuenta que era yo, me sonrió.
La ayudé a sentarse. Tenía la boca seca y la lengua como suela de zapato.
— ¿Estás bien? – pregunté con voz grave.
— Creo que sí – respondió en una voz similar, frotándose el cuello–. No sé qué sucedió. Corrí detrás de ti pero no te pude encontrar y... no recuerdo nada más.
— Alan – expliqué tragando saliva para mojar mi garganta.
Catalina se frotó el costado del cuello.
— Me duele mucho la cabeza
— Sí, a mí también – dije masajeando mi propio cuello.
— Ahora sí que metimos la pata. Roland se va a enojar mucho con nosotros.
— Si es que tu querido hermano, no lo capturó.
Puse mis brazos alrededor de su cuerpo y la sostuve contra mí.
— Sebas, ¿qué hicimos?
— Una gran metida de pata – admití
Me puse de pié y me dirigí con pasos torpes hasta la puerta. Apoyé las manos sobre ella y le di un buen empujón. Era sólida y resistente. Golpeé la puerta con la mano para descargar la bronca y la frustración que sentía.Lo único que logré es me doliera la mano.
— No creo que sirva de nada. Sólo vas a lograr lastimarte – dijo Catalina.
Entonces escuché el sonido metálico de una llave entrando en la cerradura e instintivamente me corrí hacia atrás hasta detenerme al lado de Catalina.
Le tendí una mano para ayudarla a ponerse de pie.
La puerta se abrió revelando la silueta de Alan. Detrás de él podía ver a uno de sus mercenarios.
— Salgan – ordenó.
Ninguno de los dos se movió.
— Tranquila, Catalina no te voy a hacer nada. Lo único que quiero es que te des cuenta de lo poco hombre que es este cobarde – el odio de su voz era palpable.
— Yo no voy a ningún lado contigo – le escupió Catalina apretándose contra mí.
Alan sacó una pistola de su funda y la levantó hasta apuntar a mi cabeza.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Iba a matarme. Lo sabía. Lo veía en sus ojos. El tipo me odiaba. Su mente enferma me culpaba de haberle robado a Catalina. No se daba cuenta que nunca había sido suya. Alguna vez había leído que la libertad es uno de los requisitos fundamentales del amor. Ella me había elegido a mí y nada podía hacer para obligarla a que lo quisiera.
Clavé la mirada en los ojos de Cata. Había un brillo de temor en sus pupilas. Sentí una descarga de adrenalina corriendo por mis venas y un gusto acre en la boca. Entonces, fue como si algo que hubiera estado latente en mi organismo hubiera recibido la señal para despertarse.
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Un misterio llamado Catalina (SAGA DE LOS INMORTALES#1)
Storie d'amore[COMPLETA] Un "nerd" adolescente en silla de ruedas. Una muchacha tan hermosa como misteriosa. Sebastián deberá utilizar todo su ingenio para tratar de descubrir el misterio de su nueva compañera de curso, y mientras los hace deberá por todos los...