CAPITULO 14: Donde me convierto en un héroe

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El doctor Aguirre entró al consultorio al poco tiempo y me liberó de las correas que me mantenían sujeto a la camilla. Supuse que querría a conversar conmigo sobre mi pelea con Catalina, pero para mi sorpresa actuó como si no supiera nada sobre la misma.

— Incorpórate lentamente, Sebastián. Es normal experimentar mareo o nauseas.

Me senté en la camilla sintiendo que el mundo daba vueltas. Mis piernas colgaban del borde. Ya no lucían flácidas e inútiles sino que había adquirido cierta tonicidad y fuerza. Eso sí, seguían viéndose más delgadas de lo normal.

El doctor Aguirre me alcanzó un vaso con agua.

— El mareo probablemente sea resultado de la deshidratación. Hace varias horas que no bebes nada, y perdiste muchos fluidos durante la transformación. Bébela con lentitud.

Al principio di unos sorbitos y luego, al ver que no me caía mal, bebí tragos más largos, sorprendido de la sed que tenía. Terminé todo el vaso rápidamente.

— Ahora trata de ponerte de pié.

Yo lo miré esperando que me dijera que era una broma.

— Puedes hacerlo — me alentó.

Lentamente, casi en cámara lenta, apoyé los pies en el suelo y me incorporé. Por primera vez en mi vida, estaba parado en mis propias piernas. Podía sentir el frío de las baldosas en la planta de mis pies desnudos. Desbordado por el cúmulo de sensaciones que me embargaban me puse a llorar.

El doctor Aguirre palmeó suavemente mi espalda.

— A tu organismo le va a llevar un tiempo aprender a estabilizarse. Tómalo con calma.

Di unos tímidos pasos por el consultorio sosteniéndome del hombro del doctor. Me piernas parecían dispuestas a colaborar aunque aún parecían delgadas y quebradizas.

— Lo estás haciendo muy bien. El suero ha sanado tu organismo pero es necesario que recuperes masa muscular. Mañana comenzarás a ejercitarte. También vas a ser sometido a un régimen especial de comida rica en proteínas.

— ¿Puedo caminar normalmente?

— Usualmente recuperar completamente la movilidad de tus piernas llevaría meses de rehabilitación, pero gracias al suero sólo tomará unos días. Por ahora, tienes una movilidad limitada. Yo en tu lugar, me lo tomaría con calma. Considero prudente que por unos días te ayudes con este par de muletas. No queremos forzar tus músculos.

El doctor me alcanzó dos muletas de aluminio y me enseñó a utilizarlas. Sin duda, andar en muletas era mucho mejor que la silla de ruedas.

— ¿Puedo ver a los chicos?

El doctor Aguirre me dirigió una mirada comprensiva.

— Por supuesto, pero primero debes ducharte y ponerte ropa limpia. Durante la transformación, tu cuerpo ha expulsado gran cantidad de impurezas y la verdad es que... hueles mal. ¿Te acompaño hasta las duchas o prefieres ir en la silla de ruedas?

Ahora que había recuperado la sensibilidad de mis piernas no quería saber nada de la silla nunca más.

— Caminaré — le aseguré asegurando las muletas en mi axilas.

— Iré contigo hasta el baño —dijo, ofreciéndome las muletas.

Avanzamos lentamente, pero la sensación de caminar por mí mismo era desbordante.

Los músculos de mis piernas ardían y temblaban por el esfuerzo, mi estabilidad dejaba bastante que desear, pero había logrado recorrer el trayecto por mis propios medios.

Un misterio llamado Catalina (SAGA DE LOS INMORTALES#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora