Capítulo 5

14.5K 1.4K 39
                                    

- ¿Sí? – Contestó con cautela.

- ¿Es que tu apellido es Bond? ¿Lyla Bond? – La voz de Derian era inconfundible, ¿Por qué rayos tenía que sonar tan sexy?

- Es el apellido de soltera de mi madre.

- Veo que sigues en plan dramático-gracioso. ¿Por qué huir de esa manera?

- ¿Por qué quedarme?

- ¿Quizás por qué al menos durante diez días eres mía? - Le devolvió la pregunta con la voz cargada de sarcasmo.

- Pues tu premio tiene una vida, familia, trabajo, amigos...

- Mi premio, ósea tú se va adaptar a mí y no alrevés, recoge lo que necesites para estos días y un auto pasará por ti en quince minutos y deja de jugar a los espías o me encargaré personalmente de ti, después de lo de anoche no tengo paciencia para...

- ¿Qué pasó anoche? – Preguntó ella de inmediato.

- ¿Es que no recuerdas? – Dijo él con incredulidad.

- Nada de nada. – Admitió ella.

- Bueno... casi vomitaste encima de mí y digamos que eso le quitó pasión al momento.

- No...te creo...

- No pienso dejar que tomes nada de alcohol mientras estés conmigo. Te quedan diez minutos. – Y cortó.

Aturdida por la imagen mental que se formó en su cabeza, fue al refrigerador, sacó una cerveza helada y se la bebió de golpe. Como si eso destapara algo en su mente, el recuerdo de la noche pasada vino a ella.

Él le había deslizado el vestido y este había caído a sus pies, quedando ella en ropa interior, curiosamente no le había importado quizás por el efecto del alcohol. En lugar de besarla en la boca, Derian había ido a su cuello y aspirado su aroma haciendo que sorpresivamente le temblaran las piernas, no, era el alcohol también seguramente. La había besado en la curva entre su cuello y su cara y el placer que sintió se convirtió en preocupación cuando sintió algo raro en su estomago. La inconfundible sensación de querer vomitar hizo que empujara a Derian y corriera buscando el baño, lo encontró justo a tiempo. Lo peor fue que no cerró la puerta y él fue testigo de todo, con más paciencia de la que pensaba que jamás él tuviera, le apartó el pelo y lo sostuvo para que no se ensuciara. La dejó limpiarse y la llevó a la cama, donde ella se durmió demasiado rápido y eso fue todo. Arruinada noche de pasión. No es que se quejara, pero prefería haberla arruinado de una manera menos humillante. El timbre resonó por el departamento y supo que habían llegado por ella.

Tomó la bolsa que había preparado hacía escasos minutos y se dirigió desganadamente hacia la puerta, se detuvo en el espejo que había en la entrada se hizo una coleta y abrió la puerta. Era el gigantón de Bruce que la miraba con una mezcla de respeto e irritación. Sonrió complacida de tener el poder de enfrentar a tan grande hombre y le saludó amablemente.

- Nos vemos otra vez. – Solo hubo un gruñido por respuesta que la divirtió momentáneamente, pues en cuanto vio el auto que la esperaba la sonrisa se le borró de la cara. Era el mismo en el que había sido llevada al hotel después de que Marcos hubiera perdido. Sintió el súbito deseo de correr, pero dudaba de que Bruce siguiera siendo fríamente educado después de eso y Derian había dicho que se encargaría de ella personalmente, eso no había sonado a promesa sensual sino todo lo contrario. - ¿Puedo saber a donde vamos?

- El señor le informará personalmente. – Le dijo Bruce quitándole el bolso de las manos y guiándola a la puerta del auto. Ella entró y abrió los ojos sorprendida de encontrarse a Derian.

- ¿Qué haces aquí?

- Asegurarme que no te vayas a ningún otro lado.

- No creo que a Bruce le hiciera mucha gracia.

- El no debe preocuparte sino yo. Debe agradecer que lleva muchos años conmigo de lo contrario estaría despedido.

- ¿Ninguna se había escapado antes? – Preguntó muy seria, aunque ambos sabían que estaba siendo sarcástica.

- No ¿Y qué crees? Todas siguen en los calabozos de la caverna bajo la cascada desde que las capturé.

- Ahh entonces, ¿vamos para allá? – Le siguió el juego. - ¿Podemos pasar a comprar algo para los bichos, mosquitos y demás? Habrá humedad también ¿cierto? No traje mantas ni... - No pudo seguir pues él la calló de inmediato. Simplemente la tomó del brazo hacia él y selló su boca con la suya, de pronto y sin aviso. Exploró su boca sin contemplaciones, aprovechándose del factor sorpresa ahondó el beso y siguió besándola hasta que ella sintió que le faltaba el aliento. Luego la soltó, tomó su móvil e hizo una llamada. Lyla quedó en estado de estupefacción, no es que no se hubieran besado antes, pero ahora no estaba borracha y el caso era que igual se sentía ligeramente mareada ¿es que ese hombre tenía el poder de ponerla en estado de ebriedad? Se limpió la boca con el dorso de la mano y se alejó de él pegándose a la ventanilla en un intento de volver a la normalidad.

En cuanto Derian colgó nuevamente la tomó por sorpresa al decirle:

- ¿Tomaste cerveza?

- Sí. – Dijo desafiante recordando que él le había dicho que no bebiera alcohol para nada. Derian le dirigió una penetrante mirada.

- ¿Tan temprano? –Preguntó enarcando una ceja.

- Ya es casi medio día. De hecho se me antoja otra.

- ¿Realmente necesitas estar borracha para soportar estar conmigo?

- No es nada personal. No la tomé para desafiarte –Suspiró Lyla no queriendo discutir, se llevó una mano a la cabeza al sentir de nuevo esas punzadas en la cabeza por la resaca. Emitió una risa mitad divertida y mitad adolorida. – Nuestros encuentros están condenados al fracaso ¿Por qué no desistimos de todo esto? – Le pidió.

- Soy un hombre de negocios, ¿realmente crees que regalaría cien mil dólares?

- No, claro que no. – Lyla apretó los dientes por enfado.- Sin embargo, necesito interrumpir una vez más tu apretada agenta ¿Podrías parar en una farmacia?

- ¿Me dirás ahora que te sientes mal? – Le dijo con la duda en los ojos.

- Quiero algo para mi dolor de cabeza es todo.


Ojos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora