Capítulo 22

17.1K 1.4K 165
                                    

El resto de esos cuatro días los habían pasado en Holbox, pero algo había cambiado, Lyla se sentía diferente. Ya no había una apuesta de por medio, ya no había dinero y una propiedad que rescatar. Su amigo le había dicho que el departamento había vuelto a sus manos y Marcos había sido quitado de las escrituras. Eran dos personas que habían elegido continuar, estar juntos por qué sí y parecía que a ella le habían quitado un enorme peso de encima, lo mismo pasaba con él. Derian se había vuelto más espontaneo, más cariñoso y tierno con ella, tanto así que la sorprendía con detalles que solo un hombre enamorado podría tener y eso le agradaba, pero en parte le confundía, él no había hablado de amor y ella era lo suficientemente grandecita como para no atribuir esa clase de gestos a ese sentimiento, el amarlo era un arma no de dos sino, de muchos filos y no quería que su corazón enamorado la pusiera a crear fantasías y castillos en el aire. Viviría el presente, sin preocuparse por nada más, era un poco egoísta quizás el pensar así, pero no se atrevía a pedir o soñar con más. Por ahora, era feliz y solo eso importaba.

Derian solía comprarle todo en lo cual ella posaba sus ojos así fuera por breves instantes pese a sus protestas, le daba flores solo por qué sí o aprovechaba cualquier oportunidad para decir que era su novia, aunque fuera a la señora que vendía artesanías mayas y que de hecho no le había preguntado nada, lo que había provocado risas incontrolables en Lyla.

- Pero si no te ha preguntado qué somos. –le dijo al ver el poco interés de la señora al escuchar el dato.

- Ya veo. –dijo él con una mueca.

- Es obvio, de allí el desinterés. –le dijo ella entre risas y dándole un beso en la mejilla. – además tu español es fatal. –culminó ella aun riendo.

- Ella me ha entendido perfectamente. –dijo convencido.

- ¿Ah sí? –ella se giró a la señora y tuvo una rápida platica con ella en un impecable español. Se despidieron con una sonrisa mientras Lyla veía la pieza que había comprado con detenimiento.

- ¿Qué le dijiste? –preguntó él cuando se habían alejado unos metros.

- Pensé que habías entendido todo. –le dijo ella con una sonrisa maliciosa. –No entendiste nada ¿verdad?

- Hablaron muy rápido.

- Ya.

- ¿Dónde lo aprendiste tan bien?

- Te dije que veníamos a Los Cabos con frecuencia, me gustó el idioma y además me daba la oportunidad de comunicarme sin problemas, sin esperar que los demás hablaran mi idioma. Tú dominas varios también ¿no es así?

- Uno que otro. –le dijo atrayéndola a su costado al ver pasar una motocicleta a toda velocidad.

- Y el español no...

- Que sí, pero no tanto como tú. –él la vio aparentemente ofendido al ver que ella volvía a explotar en risas. –cuando te haga el amor te hablaré en gaélico. –le dijo y eso la calló de pronto.

- ¿Hablas gaélico? –le dijo entusiasmada.

- Después lo averiguarás.

Siguieron paseando de la mano y viendo los puestos de artesanías y recuerdos. Su corazón aun latía rápido debido a las palabras de él "cuando te haga el amor", que difícil era permanecer tranquila y nada afectada por ese hombre, dudaba que hubiera mujer que pudiera. Lo cierto es que el sexo también tenia algo diferente, seguía siendo extraordinario, pero a veces él se lo hacia con una ternura tal que la dejaba al borde de las lagrimas.

Ojos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora