Parte sin título 6

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Emma era presa del pánico, la mirada perdida de Regina estaba cargada de un odio que no había visto desde hacía mucho tiempo. Desde que peleaban por Henry. No sabía qué hacer para captar la atención de la morena.

Regina sintió un calor apoderarse de ella, no comprendía esa cólera que tomaba posesión de su cuerpo, como si un intenso veneno fuera echado en su interior. Comenzaba a temblar cuando sintió las manos de Emma en su rostro.

«Regina...mírame...»

«Emma...tengo miedo...no sé lo que me pasa...tengo calor...tengo...tengo la sensación de que voy a estallar...tengo toda esta rabia dentro de mí y no consigo contenerla...»

«Cálmate, Regina...mírame...piensa en Henry...acuérdate de nuestro paseo la semana pasada en la playa...concentrarte en ese recuerdo...las fotos de los tres que yo tomé...aquella sobre la roca desde la que casi te caes y logré agarrarte por los pelos...Piensa en todo eso Regina...no dejes que la rabia te invada...por favor...por Henry...por mí...»

Ante el sonido de la voz de la rubia, Regina volvía a ver las imágenes del susodicho paseo. Veía a Henry feliz, correr por la arena. Veía las sonrisas que Emma le dedicaba. Incluso lograba sentir lo mismo. Poco a poco, su ritmo cardiaco volvió a la normalidad, su respiración recobró su ritmo lento, sintió toda su cólera evaporarse a medida que se concentraba en la imagen de esa familia feliz en la playa.

Regina puso sus manos sobre las de Emma y clavó su mirada en la suya. No comprendía lo que acababa de pasar, pero sabía que la rubia la había ayudado a volver a la realidad. En ese momento preciso, quiso besarla.

«Gracias...gracias Emma» se conformó con murmurar la morena con los ojos aún profundamente clavados en los de rubia.

Emma se sintió incómoda por la penetrante mirada de su amiga. Estaba acostumbrada a sus frías miradas, a las compasivas, a las de agradecimiento, pero nunca había visto esa mirada en Regina. Una mirada mezcla de deseo, de amor, de rabia, de tristeza...

Apartó las manos de las de la morena para meterlas en sus bolsillos y dio un paso hacia atrás.

«Heu...de nada...pero...¿qué ha sido eso exactamente?»

«Yo...no lo sé...cuando te he visto con Neal fue como si ya no tuviera el control sobre mi cuerpo...como si...como si fuera otra persona...no sé lo que ha pasado...pero espero que no vuelva a suceder...nunca he tenido tanto miedo en mi vida...»

«Oh...yo....ya ha acabado...ya no hablemos más de eso...» respondió Emma pasándose las manos por los cabellos con nerviosismo

«¿Emma?»

«¿Sí?»

«¿Ahora nos tuteamos?»

Emma rio dulcemente y clavó su mirada en los ojos chocolate de la ex alcaldesa.

«Heu...parece ser que sí...pero si te molesta...»

«No... en absoluto...al contrario, me gusta»

Después de dejar a Regina, Emma se instaló en el sofá para dormir sin gran éxito. El sueño la rehuía, así que decidió levantarse para servirse un vaso de agua. Pensó en la reacción de Regina, y una sonrisa apareció en su cara, a su pesar. Nunca hubiera podido imaginar que la morena reaccionaría tan violentamente a la presencia de Neal en su casa. O quizás fue el beso lo que fue demasiado. ¡Qué idiota había sido al besar a Neal! Ahora él se iba a creer que para ella era importante, mientras que él no era nada. Lo había besado porque estaba frustrada por la conversación con sus padres, y más aún por la que siguió con Belle.

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