Parte sin título 17

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Regina se colocó, por instinto, delante de Mary Margaret para protegerla de la furia de Emma a la que sentía a punto de explotar.

«¡No te enfades con ella! ¡Es la única aquí que ha sido honesta conmigo! ¡La única que ha sido una verdadera amiga! Si hay alguien a quien culpar es a ti! ¡Eres tú quien ha preferido huir de mí antes que hablarme! Así que ahora ¡RESPÓNDEME! ¿Es verdad?»

Emma se quedó completamente estupefacta ante la actitud de la ex Reina. En el espacio de unos segundos se había transformado en alguien que Emma conocía muy bien, en alguien que no tenía ninguna gana de volver a ver, la Señora Alcaldesa, en todo su esplendor, y la joven rubia sabía que esta vez no podría evitar el enfrentamiento.

«Regina...» comenzó dulcemente Emma acercándose a la morena «te prometo que te lo explicaré todo...pero no ahora...no es el momento»

«¡AHORA!» exigió Regina cruzando los brazos sobre el pecho

«Regina...» dijo desesperadamente Emma

«¡No, Emma! ¡Esta vez no te librarás así como así! ¡Me lo vas a explicar todo y ahora!»

Emma pasó nerviosamente sus manos por sus cabellos sin dejar de mirar a la morena, no podía huir, no esa noche, no ante todas esas miradas dirigidas a ella. Habría preferido tener esa conversación a solas con la morena, pero aparentemente, era ahí y ahora. Inspiró profundamente, después hundió su mirada en la de Regina.

«Sí...sí, es verdad...»

La morena se sintió desfallecer ante la revelación de la mujer que tenía delante. Snow tuvo el tiempo justo de colocarse detrás para impedir que cayera y Emma se abalanzó hacia delante para agarrarla. Emma pasó sus manos alrededor de la cintura de la ex alcaldesa, y la guio hasta la silla que ella antes ocupaba. Sirvió un vaso de agua que ella misma llevó hacia los labios de Regina, después se arrodilló ante ella tomándola de las manos.

«¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?» preguntó la joven rubia inquieta

«Yo...no lo sé...» respondió la morena bebiendo de nuevo del vaso de agua.

Escucharlo de boca de Emma había sido completamente diferente a escucharlo de Mary la noche anterior. Todo parecía real ahora que la rubia se lo había confirmado y la cabeza de Regina había comenzado a hervir mientras que un vivo dolor le atravesaba las sienes. Cerró los ojos un momento y un gran agujero negro invadió su mente.

«Regina...¿todo va bien? Mírame, por favor...» insistió la rubia tomando el rostro de la morena entre sus manos.

Regina se recobró lentamente y abrió de nuevo los ojos. Retiró las manos de la rubia de su rostro, y retrocedió ligeramente. Buscó con los ojos el vaso que había dejado sobre la mesa y su mirada fue inmediatamente atraída por una pequeña cajita que contenía una alianza coronada por un diamante. Giró rápidamente la cabeza hacia Emma, la expresión turbada de la rubia no dejó ningún lugar a duda en su mente.

«¿Qué...es eso? ¿Qué significa esto, Emma?»

La rubia se levantó rápidamente, como quemada por las palabras de Regina. Ella ya no podía con eso. Ni siquiera había tenido ocasión de decirle a Neal lo que pensaba de su gesto, y ahora debía justificarse ante todo el mundo, y sobre todo ante Regina. No podía, estaba por encima de sus fuerzas. Al ver la mirada triste de la morena, Emma vio la oportunidad de rechazar una vez por todas a la morena y así evitar romper la maldición. Con lo que Regina acababa de descubrir, apostaría a que ella no estaba preparada para saber más.

«¡No es de tu incumbencia!»

«¿TE ESTÁS RIENDO DE MÍ?» gritó de rabia Regina levantándose

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