5.-Usa la frase: "En el oeste se encontraban las ciudades de los muertos"

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  "En el oeste se encontraban las ciudades de los muertos" y a nosotros no nos importaba, al oeste de nuestra ciudad solo se encontraba el mar, un muy largo, basto y aparentemente infinito territorio de aguas cristalinas.

¿Quién comenzó con ese rumor o por qué  fue creado? Era la pregunta que todos se hacían. Muchos creíamos que era para mantener a los curiosos lejos de ese lugar, aunque como en todo, había sus excepciones y varios valientes viajeros de tierras lejanas, llegaban buscando ese misterioso lugar, aunque por alguna razón ellos jamás abandonaban nuestra ciudad. 

Las madres usan esa historia para atemorizar a sus hijos, los viejos para hablar de malos presagios, predicen que algún día el mar se abrirá y las hordas de muertos  arrasarán con todo cuanto conocemos. Un futuro bastante fatalista creado, a mi parecer, para poder esperar por algo.

Nuestras tierras son fértiles, nuestras vidas armoniosas. Hemos escuchado también de guerras y peleas en otros lugares, pero aquí eso no sucede; no sentimos la necesidad de pelear por cosas o por personas, somos muy poco banales, quizá esa sea la principal razón.

Aún así, mi amiga Ami y yo queremos salir de esté lugar, explorar todo lo que existe, encontrar nuevas tierras, nuevas personas... aprender.  Ella y yo sentimos que algo fuera de aquí nos llama, que nuestro tiempo aquí ha terminado. Sabemos bien que la única dirección que no podemos tomar es el oeste,  y no por la cuestión de las ciudades de los muertos, sino porque no hay forma de atravesar el océano (todos tienen tanto miedo de las historias, que ninguno ha intentado crear algo que nos haga mantenernos a flote sobre el agua.

Las personas que llegaban a nuestra ciudad provenían siempre del este, y junto con ellos traían sus historias y conocimientos. Ami y yo creímos que esa dirección la tomaríamos en último lugar, primero iríamos hacia el norte;  na sabíamos nada de esos lugares, lo que los hacia más atractivos y excitantes.

Nos fuimos sin el consentimiento de nadie, todos nos creyeron locas y que cosas malas nos sucederían por dejar nuestros hogares; lo que ellos no sabían era que nuestros hogares iban con nosotras, Ami era el mío y yo el de ella. Nosotras considerábamos hogar a aquello que nos hiciera sentir bien, sentir queridos y que siempre nos recibiría con los brazos abiertos. Eso eramos la una para la otra, amigas desde que teníamos memoria, inseparables desde siempre.

Comenzamos por el sur, pero a los pocos días de nuestro camino, una pesadez ralentizó nuestros movimientos, sentíamos vacío y desesperanza, eran sentimientos que no habíamos experimentado; fue demasiado para nosotras y decidimos empezar a caminar hacia el noreste, no íbamos a tratar de descubrir que había en un lugar que nos hacia desear dejar de sentir.

El este se sentía algo familiar, pero la rabia y amargura nos llegaban cada tanto. Escuchamos el ruido de una ciudad, era bastante bulliciosa, su tierra parecía luchar por sobrevivir, y de lejos, veíamos una variedad de sentimientos reflejados en el rostro de sus habitantes. Aún así, Ami y yo continuamos nuestro camino y nos encontramos ante un gran enrejado que rodeaba la ciudad, se podía sentir el odio que lo resguardaba, como si tuviesen miedo a cualquier cosa externa. Tenían varios letreros y amuletos, cada uno de ellos ahuyentaba a la muerte. Creímos que era una tontería, los muertos no podían cruzar el océano, ¡nosotras lo sabíamos mejor que ellos!

No debimos hacerlo, pero ambas sentíamos que TENÍAMOS que hacerlo, que había algo importante dentro de la ciudad. Al principio no entendíamos y después todo fue claro para nosotras. Todos nos temían, todos trataron de expulsarnos de la ciudad; nosotras veníamos del oeste, nuestras ciudades en la costa era lo último del mundo, eran las ciudades de los muertos y nosotras, estábamos muertas. 

Momentáneamente entramos en pánico, Ami tuvo que sostenerme para consolarme. Fueron pocas las personas que aún sabiendo lo que éramos se acercaban a nosotras, una de ellas nos pidió que le relatáramos nuestra historia y cuando terminamos nos sugirió que en lugar de regresar al oeste (que era lo que planeábamos hacer) viajáramos al norte pues estábamos en un viaje de auto-descubrimiento, que quizá, pasa poder trascender, era necesario darnos cuenta de nuestro estado, aprender lo que fuese que nos había hecho falta aprender.

Caminamos varios días hacía el norte hasta que nuestro entorno cambió, a cada paso que dábamos todo parecía más suave y más luminoso; ambas nos sentíamos ligeras, despreocupadas, era como si dentro de nosotras no hubiese más que paz y quietud. Nos emocionábamos cuanto más viajábamos; el aire era dulce y cálido, todo parecía sacado de una loca fantasía. ¡Había animales hermosos y vegetación de llamativos colores! Al final dejamos caer nuestras pocas pertenencias y corrimos los metros que nos faltaban para ese hermoso paraíso. Dentro de ella, recordamos quienes habíamos sido, las historias que habíamos aprendido, las cosas que habíamos hecho y que Ami y yo, eramos hermanas,  gemelas que murieron ahogadas. Recordamos a nuestros padres, amigos y familia; algunos estaban ahí, alegres de recibirnos.



*Tenía una buena idea y al final no supe como desarrollarla, sorry.*

52 Retos de escritura 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora