8.- Usa una escena romántica de una película...

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8.- Usa una escena romántica de una película que sea reconocida y dale un giro  para cambiar totalmente esa historia.

No podía creer que hace unos meses, pensaba que él era una bestia; no sólo por su apariencia, sino por su forma de ser. Qué equivocada estaba, él se había ocultado bajo la máscara de crueldad e indiferencia debido a la gran soledad que sentía y la falta de cariño, creo que es muy diferente el cariño que se te da desinteresadamente a las atenciones de personas que trabajan para ti.
¡Incluso sus ojos se ven más claros! Se le nota a través de ellos que es feliz ¡me alegro tanto por él!
La emoción le ganó y en medio del baile dejo de ver los ojos de su amigo y lo abrazó, sin importarle el pelo, las garras, el aroma a animal, ella lo quería tal cual era, lo quería de verdad y así se lo demostraba.
Cuando pensaba en tener una aventura con la cual asombrar al mundo, no creí que la más asombrada sería yo. ¡Me quedaría aquí para siempre! Todos los días aquí son una aventura, una lección; quizá él piense que soy la maestra y él el estudiante, pero  él me ha enseñado tanto, me ha mostrado partes de mí que no sabía que existían. Vivir fuera de una sociedad te hace abrir los ojos a cuán ridículas son algunas costumbres... Él es diferente, ¡ambos lo somos!
Ambos siguieron bailando hasta terminar en el balcón, había una hermosa noche estrellada brillando en el cielo. Se sentían muy dichosos uno en compañía del otro, pero la bestia, debido a su experiencia, creía que todo podía ser una fantasía. Así que después de un momento se atrevió a preguntar.
-Bella... - Estaba apenado, pero cuando ella levantó la vista para mirarlo, sintió un nuevo valor renacer en él y se acercó hasta tomar su mano. Mirándola con nuevas esperanzas, planteó su pregunta.- ¿Eres feliz aquí conmigo?
-Sí. - Era cierto, Bella no se había sentido tan dichosa en mucho tiempo, pero... Los recuerdos de su antigua vida llegaron a ella, y buscó entre las estrellas aquello que le faltaba para sentirse plena.
Bestia se dio cuenta inmediatamente de que algo preocupaba a Bella.
-¿Qué ocurre? - la pregunta era franca, una petición para que le contara sus penas.
-Quisiera ver a mi padre, solo por un momento. - La voz de Bella se escuchaba cortada. - Pienso mucho en él.
Su padre era la razón por la que ella se encontraba ahí, de seguro estaba preocupado por ella, él había conocido a la bestia en su peor momento y no habían terminado en buenos términos.
Bestia se sentía culpable, Bella jamás podría ser feliz solo con él, ella tenía un alma bondadosa y estaba muy apegada a su padre. Pensó por unos instantes y encontró una solución sencilla a su problema.
-Hay una manera. - Tomó a Bella de la mano y la guió dentro del castillo, hacia sus aposentos, para entregarle una de sus posesiones más presiadas. - Este espejo te mostrará lo que sea. Todo lo que tú quiera ver.
Bella miró con dudas el espejo, aún así lo tomó y hizo lo que la bestia le dijo.
-Quisiera ver a mi padre, por favor. - Le pidió al espejo. Este se iluminó y después le mostró a Bella lo que quería ver.
Su padre estaba en el medio del bosque, llevaba poco abrigo y un fuerte viento lo sacudía. Se veía enfermo y de un momento a otro, cayó en el suelo.
-¡Papá! - Bella gritó horrorizada. - Oh no. - Bestia no podía ver lo que Bella, pero por las expresiones de ella, sabía que era algo malo. - Está enfermo -Bella le describió lo que estaba viendo -Está enfermo, y solo.
La voz de Bella sonaba como una plegaria. Él sabía lo que ella estaba por pedirle; se sintió abatido, ella era su esperanza y quizá por poco lo lograba, pero si ella no era feliz, él tampoco lo sería. No soportaría ver a Bella sufrir.
-Entinces... - Tomó fuerza para decir las palabras. Era mucho más difícil de lo que parecía - Debes ir con él. - Eso era todo, él estaba acabado.
-¿Qué has dicho? - Bella se acercó más a él, creía que había escuchado mal.
-Te dejaré libre. Ya no eres mi prisionera. - El miraba su rosa y como dentro de poco se marchitaría por completo... Ya no importaba más, Bella era lo único que le importaba.
-¿Libre... De-de... Verdad?
-Sí. - Él por fin la miró y en las facciones de Bella pudo ver alivio.
-Oh, Gracias. Ánimo papá. Voy a ayudarte. - Bella estaba por irse, vio el espejo una vez más y se giró para devolvérselo a la bestia.
-Llevarelo. Así podrás mirarlo cuando quieras... -La miró con anhelo, aún no se marchaba y ya la extrañaba. - Y recordarme- tomó un mechón de su cabello para acariciarlo entre sus garras.
-Gracias por entender que me necesita mi padre.
Bella miró de nuevo al espejo y se quedó mirándolo por un momento, la bestia había caminado hacia la ventana y Bella sintió pesar. Tenía que salvar a su padre, sino moriría pero al dejar a la bestia, él también lo haría. Después de todo lo que habían pasado juntos, los buenos y los malos ratos, las peleas y las risas ¡No! ¡Ella no lo iba a abandonar! Su padre ya entendería después, a final de cuentas, ambos le debían la vida a la bestia.
-Hace frío afuera, deberíamos llevar un abrigo. - La bestia se giró, incrédula de sus palabras -No sé qué tan lejos esté de aquí o en qué parte del bosque este. Pero juntos lo vamos a encontrar. - Se acercó hasta la ventana y lo tomó del brazo. -¿me ayudaras? - Bella lo miraba con dulzura y con una sonrisa en los labios, ella de verdad quería seguir junto con él.
-Por supuesto.
Ambos se pusieron en marcha, la bestia ordenó a Lumiere, Din-don y a la señora Potts que tuvieran listo el fuego, unas mantas y algo caliente para beber, el padre de Bella iba a necesitar atención inmediata.
En el bosque, Bella dirigió la búsqueda, rastreaban el camino que llevaba de la aldea al castillo. Bestia estaba al pendiente de todo, del viento, la nieve y posibles depredadores, si algo ponía en peligro a Bella, él la salvaría. Por suerte no fue necesario, encontraron al padre de Bella al poco tiempo, estaba bien, pero estaba frío hasta los huesos. Lo cubrieron con las mantas que llevaban y Bestia se ofreció a llevarlo en brazos en lugar de montarlo en Philippe, él decía que así se calentaría más rápido. Llegando al castillo lo colocaron en la alfombra, junto al fuego, había muchas cobijas, almohadas y demás para hacerlo entrar en calor rápidamente.
Bella se quedó junto a su padre, colocándole compresas tibias en la frente y vigilando su estado. Bestia estaba junto a ella, observando, esperando poder ser de mayor utilidad.
-Gracias. -Bella se había acercado a él y lo abrazó, tomándolo por sorpresa. -De verda, muchas gracias.- y sin aviso comenzó a llorar - un poco más y mi padre no estaría con vida.
La bestia rompió el abrazo para poder mirar el rostro de Bella, cuando vio las pequeñas gotas se surcaban su rostro, se apresuró a secarlas.
-Todo está bien Bella. Él está bien, tú estás bien... -él no había olvidado sus palabras. - Y cuando se recupere podrán volver a su hogar.
-¿A qué te refieres? - Bella lo miraba a través de sus ojos vidriosos.
-Bella, tú ya no eres mi prisionera. No hay razón para que te quedes aquí. - La bestia estaba dolida, pero era lo correcto.
-¿Quieres... Quieres que me vaya?
Esa era una pregunta extraña, ¿ella quería quedarse? Bestia no entendía nada.
-No, no lo quiero. Me gusta tu compañía, me gusta tenerte aquí. Has alegrado el castillo y, a mí. Yo... - Se miró las garras, ¡cómo las odiaba! Como odiaba su aspecto, pero cuando estaba con ella, con Bella no importaba la apariencia, ella podía ver más allá de ella. Subió la mirada y se encontró con los enormes ojos de Bella, ella estaba esperando a que él terminara su frase. - Yo te amo, Bella.
¡Lo había dicho! Y había sido sencillo, porque era verdad, porque no había otra cosa que él quisiera decirle.
No sabía que reacción esperar de ella, pero jamás abría esperando lo que sucedió después. Bella le sonrió, una sonrisa que le iluminó es rostro y que se veía reflejada en sus ojos. Se arrojó en sus brazos, abrazándolo nuevamente, inhalando su aroma.
-Yo también te amo. - Le dijo aún abrazada a él.
¡Qué dicha y que felicidad! El hechizo se había roto. La bestia sintió algo que no había sentido en mucho tiempo, quería abrazar a Bella por siempre y jamás dejarla ir, quería repetirle lo mucho que la amaba hasta que se quedara sin habla. El frío que había sentido los últimos años estaba siendo consumido por un calor que lo invadía. Cerró los ojos y se dejó consumir por el sentimiento.
Cuando los volvió a abrir Bella lo miraba sorprendido.
-¿Qué- Qué sucede, Bella? - Acercó su mano al rostro de la joven y cuando se dio cuenta de que la garra ya no estaba detuvo el gesto y  dejó a sus ojos observar el milagro. Aún incrédulo se miró la otra mano, los pies. Palpó su pecho, su rostro. ¡Ya no había más bestia! Él estaba tan feliz, pero cuando giró de nuevo su atención a Bella, ella aún lo miraba perpleja. -Bella, soy yo.
Ella seguía observándolo, acercó su mano hacia él y titubeo un poco, antes de tocarlo por fin. Le tomó un tiempo, pero cuando lo miró a los ojos lo reconoció.
-Sí, eres tú.
Ambos dejaron de contenerse y se abrazaron nuevamente, para Bella era algo extraño pero familiar a la vez, bastante impresionante.
-Bella. - Escucharon a sus espaldas. 
Ambos se separaron y se miraron por un instante.
-Ve con él.
Bella fue a colocarse junto a su padre. -Aquí estoy papá.
-Sí, aquí estás. - Dijo su padre sonriendo y acariciando el rostro de su hija. Momentos después, sus facciones cambiaron y la dicha fue sustituida por el terror. - ¿Escapaste? ¿Estás herida? ¿Te hizo daño esa bestia?
-Todo está bien papá. Yo estoy bien, no escapé, él me liberó y me ayudó a buscarte.
-¿Él? ¡Pero si es un mounstro!
-No, papá. - Bella miró hacia el sillón donde se encontraba él, los miraba con una sonrisa en el rostro y el,a le sonrió igual. - Él no lo es. Es bueno, amable, cariñoso... Él es mi amigo.
-¡Pero, Bella ¿haz perdido la razón?!
-No, solo perdí me prejuicio y descubrí que había un alma noble escondida tras la máscara de soledad. - Bella estiró la mano hacia la recién transformada bestia, un gesto que le pedía que se acercase. - Papá, tengo que presentarte a alguien.
En un principio Maurice (el padre de Bella) estaba desconfiado de aquel hombre al que Bella veía con tanto amor, pero después de ver cómo él le correspondía de igual manera y el cómo la cuidaba y se desvivía por su bienestar, entendió lo que su hija había visto y se sintió dichoso de que su hija fuese feliz.

52 Retos de escritura 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora