Capítulo 10

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(Paula)


Después de comer nos quedamos un rato hablando de como conocimos a Logan, de mi bromita, planeando un poco como protegerle y cosas varias.

-¿Nos vamos? Es tarde –pregunta Dylan.

Sin darnos cuenta nos hemos pasado todo el dia aquí.

-Si además, quiero pasar por un lugar antes de ir a casa –dice Aarón.

-Adelantaros –les digo.

-¿Seguro? –pregunta Dylan.

-Si tranquilo.

-Vale, nos vemos Pula.

Vienen a darme dos besos en la mejilla, Aarón aprovecha y me revuelve e pelo, lo miro con furia, sabe que odio que haga eso, y estrechan la mano con Caleb y luego se van.

-Gracias por la comida.

-No ha sido nada como para lo que vas a hacer tu.

-Sabes que puede salir mal ¿no?

-Tengo confianza en que podremos.

-¿Cómo puedes confiar en mí? No me conoces.

-Sé que eres una buena chica.

-De buena solo tengo el aspecto, sino no me habrías venido a buscar.

Eso produce que Caleb ría, tiene una linda sonrisa, si fuera él más joven o yo un poco más mayor.... Quien sabría qué pasaría.

-Hablando enserio, te agradezco que aceptéis ayudarme.

Se acerca y me abraza tomándome por sorpresa, no le correspondo. Cuando le iba a decir que me soltara, que no me sentía cómoda, se abre la puerta de la entrada, entra Logan, quedándose con los ojos como platos.

-¿Qué pasa aquí?

-Nada, hijo –dice soltándome del abrazo y yendo a saludar a Logan.

-¿Qué haces aquí? Y ¿Por qué te estaba abrazando mi padre? –me pregunta, se le nota enfadado.

-Venía a verte, te echaba de menos –digo con sarcasmo.

-¿De qué hablas? –me grita.

-No te enfades, guapo – le digo sonriendo.

-Logan, no me habías dicho que esta chica tan guapa era amiga tuya –dice Caleb.

-Amiga y un huevo –murmura.

-Bueno mejor me voy, gracias por todo Caleb –me acerco para estrecharle la mano.

-Gracias a ti encanto – dice rechazando mi mano y abrazándome.

En cuanto me suelta me encamino a la puerta.

-Nos vemos el lunes en clase –le digo a Logan guiñándole un ojo- me queda camino hasta llegar a mi casa.

-Espera Paula, no tienes vehículo ¿Cómo has venido? –me pregunta Caleb.

-Me han traído, pero tranquilo que se llegar a mi casa.

-No voy a dejar que te vayas sola, mi hijo te llevara.

-¿Yo porque? Ofrécete tú.

-¿Te quieres quedar sin coche?

-Vale, vamos te llevo.

Subí en el copiloto, aunque estoy más acostumbrada a ser yo quien conduce. Logan está muy serio, creo que no le ha gustado la escenita que ha visto, que se aguante.

-¿Qué hacías en mi casa? –me pregunta en cuanto arranca.

-Nada –me limito a responder.

-Crees que soy tonto, ¿Qué hacías?

-He chocado con tu padre en la calle y me ha parecido guapo así que me he puesto a charlar con él, y una cosa llevo a la otra –mientras decía esto miraba a Logan, que iba poniendo una cara de horror en su cara.

-¿Qué dices? –pregunta casi gritando.

-No sé si estás preparado para que te digan que hacen dos personas cuando...

-No quiero escuchar eso –me interrumpe a gritos.

-Solo te digo que tienes que empezar a llamarme mama –digo lo más seria que puedo sin reír.

-¿Qué? Ni loco, no te juntes más con mi padre, loca.

Me empecé a reír a carcajadas, no podía parar de reír, no me podía creer que se lo hubiera creído.

-¿Es broma verdad? –me pregunta.

-Pues claro, aunque no he mentido cuando he dicho que me parece guapo.

-Pero si es viejo.

-No es viejo, es maduro.

-Estás loca –dice en un murmullo- ¿entonces que hacías en mi casa?

-¿Quieres que te diga la verdad? –le pregunto seria.

-Si.

-No te lo voy a decir.

-¿Por qué?

-Porque me has dicho que no te mienta.

-Sabes que si le pregunto a mi padre acabare por saber la verdad ¿no?

-Tengo un remedio para eso. No te preocupes.

-Me a amenazas ¿y no me tengo que preocupar? Además tienes una puta pistola.

-Aun te acuerdas cuando te caíste del asiento. Fue buenísimo –me empiezo a reír al recordar su caída.

-Calla, loca.

Cuando llegamos a la puerta de mi casa, sale del coche y le sigo. Me acompaña hasta mi puerta.

-Gracias por traerme.

-De nada. ¿Ahora me dirás la verdad?

-¿Alguna vez te han dicho que eres más pesado que el plomo?

-Solo cuando me empeño con algo.

-Qué pena porque yo no tengo paciencia, para dar largas.

-Pues dilo y ya está.

-¿Me vas a obligar a amenazarte?

-¿Qué eres una mafiosa o qué?

-Más de lo que creerías. Espera un momento –digo entrando en mi casa.

Cojo unas esposas del cajón del mueble de la entrada sin que me vea y las escondo detrás de mí.

Salgo y antes de que él logre decir algo, saco las esposas y gracias a un poco de habilidad, se las pongo dejando sus muñecas atadas en la espalda.

-¿Pero qué haces?

-Te dije que mi paciencia era poca. Ahora pasa.


FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora