Capítulo 24

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(Logan)


Me levante de la cama sin muchos ánimos. Me duche y me vestí con la misma ropa de ayer. Parecía un zombi cuando baje a la cocina.

-Buenos días hijo –dijo mi padre al verme- ¿Has dormido bien?

-Sí, ¿Y tú?

-Si aún me siento algo adolorido pero nada que un par de días de tranquilidad no pueda solucionar –me dice sonriendo- espero que no le moleste a Paula que usemos su casa.

-Eso espero –digo sentándome en el taburete.

-¿Al final pudiste ver a Paula? –pregunta mientras me pasa un plato con el desayuno.

-Sí, está en coma, aunque la enfermera ha dicho que tiene posibilidades de despertar pronto –digo intentando aferrándome a esa esperanza.

-¿Vas a ir a verla?

-Si, por la tarde.

-Yo iré ahora por la mañana.

-Vale, llámeme para cualquier cosa.

-Si tranquilo, ¿Y su familia?

-No lo sé, supongo que se encargaran Aarón y Dylan.

-Vale.

-Aarón, me dijo que nos quedáramos en casa de Paula hasta que nos arreglaran la nuestra. Si quieres llama para que lo arreglen, antes de ir a ver a Paula, yo voy a por ropa algo de ropa ¿Vale?

-Vale, luego nos vemos hijo.

En cuanto acabe de desayunar fui a mi casa y vi todo el destrozo en toda la casa, hice unas maletas con ropa mía y de mi padre y volví a casa de Paula, para cuando llegue mi padre ya se había ido. Decidí llamar a Aarón.

-Hola, Aarón.

-Hola ¿Qué tal?

-Bien, te llamaba para saber si has llamado a los padres de Paula.

-No. Los padres de Paula, bueno esto... están muertos.

-Ah... No lo sabía...

-Tranquilo, es normal.

-¿Y a algún familiar cercano?

-Paula no tiene familia que yo sepa. Nos tiene a nosotros.

Eso hizo que me doliera el corazón, ya que ahora entendía un poco más su actitud hacia los demás, aunque parezca de hielo en su interior es puro fuego y yo lo sé.

-Por cierto, ayer me acorde de lo de la carta que Paula quería que estregáramos si le pasaba algo.

-¿Quieres ir tú? –pregunta sorprendido.

No sé qué responder a eso, porque no sé si quiero conocer a la persona especial, aunque también me pregunto quién puede ser y me entra toda la curiosidad, ya que a esa persona la tiene tan en secreto que ni Aarón ni Dylan saben de ella.

-Supongo que sí.

-Por mí de acuerdo, además yo ahora no tengo tiempo, he asumido todas las tareas de Paula, en sus negocios, es un caos para mí. Además luego quiero pasarme a verla.

-Entonces iré ahora a entregar la carta y la tarde la pasare con Paula.

-Vale.

-¿Dylan está bien?

-Bueno, a él le cuesta más aceptar el estado de Pula, para él Pula es su ancla.

-¿Ancla?

-Si ella lo mantiene cuerdo por así decirlo, Dylan puede descontrolarse y hacerse daño a sí mismo.

-¿Necesitas ayuda para encontrarlo?

-No ya lo encontré, lo tranquilice y ahora ha entrado en razón, un poco al menos.

-Me alegro.

-Bueno tengo trabajo. Nos vemos.

-Nos vemos.

Colgué, me cambie a ropa limpia, fui al despacho de Paula, como había dicho hay estaba la carta con el posit. Tenía ganas de abrirla y ver qué era lo que había escrito, a quien iba dirigida, pero me contuve no quiero incumplir mi palabra.

Al ver la dirección me di cuenta que estaba a tres manzanas de aquí, así que la persona especial es la misma que va a visitar todos los domingos. Decidí ir andando.

Mientras caminaba me preguntaba si esa persona es más especial que yo, y si es así cuanto más. Además si no tiene familia, tiene que ser un novio, pero ella dijo que no, así que lo que queda es... nada, no entiendo, Paula me rompes la cabeza, me tienes loco.

Me pare justo en frente de la puerta de la dirección, era una casa sencilla, no parecía muy vieja. Me acerque más a la puerta y toque el timbre.

La puerta se abrió y me dejo ver a una señora mayor en el marco de la puerta.

-Hola joven –me saludo.

-Hola señora. Esto... venía a darle esto –le digo entregándole la carta.

-¿Seguro? Mira que ya no soy una jovencita como para cartas de amor de adolescentes –me dice guiñándome el ojo mientras coge la carta.

-No la he escrito yo, es de una chica.

-¿En serio? –pregunta con un poco de preocupación.

-Sí, una chica con el pelo rojo.

La señora se quedó mirando la carta como si se temiera lo peor. Empezó a temblar.

-¿Esta bien, señora? –digo asustado, cogiéndola del codo para estabilizarla.

Al no decir nada la acompañe al interior de su casa y la senté en un sillón, se puso a leer la carta, yo me quede en silencio mientras tanto.

-¿Cómo te llamas joven?

-Mi nombre es Logan.

-Logan... mi nieta ¿está bien?


FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora