Capítulo 7

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(Paula)


Hoy ya es viernes, esta noche toca carrera, ahora mismo estamos en la cafetería, aún quedan dos horas más de clases.

Después de la bromita a Logan, semana paso como siempre, este se enfadó mucho, hasta me llamo loca, pero a mí me dio igual, también dejo de ir con nosotros y se fue con los pijos, aunque destaca mucho a su lado ya que está lleno de tatuajes.

En esta semana nuestra búsqueda de información ha avanzado bastante, sabemos que en algún momento fue un tipo respetado en su ciudad, pero el imperio se le cayó por deudas a causa de sus negocios ilegales, y referente a lo familiar hemos encontrado muchas barreras que nos dificultan encontrar información, y eso hace que me pregunte qué es lo que esconde. Porque para ser sincera no pones barreras así si no quieres esconder algo.

-Entonces al final ¿Quedamos allí? –pregunta Dylan.

-Sí, sobre las once allí –le conteste.

-Entonces no abrimos hoy La cueva ¿No? –dice Aarón.

-No ¿Por qué? ¿Acaso tienes planes? –digo burlonamente, subiendo y bajando las cejas.

-Puede... -dice sonriendo.

-No quiero saber más, demasiada información para mí –digo mientras me levanto riendo.

-Y yo que te pensaba pedir consejo sobre qué postura usar –se burla Aarón.

-Anda vamos a acabar las clases.

Fuimos a la clase que nos correspondía, a mí me toco sola, es un asco así no tengo nada con lo que entretenerme, así que me dedique a mirar por la ventana para ver a los pájaros en los arboles y las nubes pasar.

******

En cuanto baje de mi coche, ya se podía ver a la gente saltar al ritmo de la música que estaba a todo volumen. Para esta ocasión me había puesto unos short negros, ajustados como una segunda piel, un top negro que dejaba ver mi ombligo, junto con unos zapatos de tacos de aguja rojos pasión, mis favoritos, dejando mi pelo suelto.

Me fui a la barra de bar improvisada, que es donde te puedes apuntar a las carreras y beber. Me apunte a la próxima carrera que parecía ser que solo corrían las chicas esta noche, bien para mí, aunque en las mixtas también compito y tengo el título de invencible, ganado con esfuerzo.

Busco a mis amigos y los encuentro al lado de mi coche buscándome con la mirada.

-Buenas.

-Buenas. ¿Ya te has apuntado? –dice Dylan dándome dos besos.

-Sí, corro en cuanto acabe esta –le doy dos besos a Aarón.

-Suerte Pula.

-Eso dáselo a mis contrincantes –digo guiñándole el ojo.

Ellos se ríen. Entre comentarios, consejos para la carrera y bromas, se pasa el tiempo y suena la bocina que indica cinco empieza la siguiente.

-Hora de ir a ganar, apostar por mí –digo mientras entro en el coche.

Me voy hasta la línea de meta, ahora me noto observada.

Delante de nosotras aparece una chica enseña más que yo, si era posible.

-Sabéis las normas, nada de juego sucio. ¿Entendido?

Hacemos rugir el motor como para decir que estábamos de acuerdo. Pongo mi música tan fuerte que ahoga el sonido de fuera, para relajarme. Baja las banderas de cuadros al suelo, y nosotras, las conductoras, aceleramos y salimos lo más rápido posible.

Enseguida me pongo en cabeza, por el retrovisor puedo ver a una rubia enfadada y concentrada, eso me hace sonreír. Doy la vuelta a los barriles que indican el cambio de sentido. Ya solo me queda la recta final, pero de repente me chocan por detrás, por el retrovisor veo a la misma rubia, esta chiflada.

En cuanto doy la meta, aun con el golpe que me ha dado quedo primera, bajo del coche, que hija de puta, como ha dejado el coche, esto es para mecánico. Me acerco a ella y la empuño.

-¿Qué te crees que haces? –me grita.

-¿Y tú? A que ha venido el golpe, imbécil –digo cogiéndola del cuello de la camisa.

-Eres una puta, te acostaste con mi chico–dice intentando soltarse.

-¿Quién es tu chico? Quizás así haga memoria –digo irónica, ya que sabía que fue el del bar.

-Es el que te tiraste en el baño del bar.

-Hay dos opciones o mucho no te quera o será que no le das lo suyo, un poco más y hubiera tenido que decirle por dónde meterla.

-Puta –me grita, lanzándose contra mí.

-Zorra oxigenada.

Empezamos una pelea en la que vuelan los agarrones de pelo y cachetadas de su parte, y los puñetazos y patadas de mi parte. Se formó un círculo a nuestro alrededor.

Entonces noto como me agarran de la cintura y me levantan del suelo.

-¡Déjame! Le voy a pegar hasta que no la reconozcan ni en su casa. ¡A mí nadie me insulta, ya verás cuando te pille!

-Por eso no te voy a dejar. Además la has dejado inconsciente.

-¿Quién te crees que eres, mi padre? ¡Bájame!

-Cuando nos alejemos un poco, ¿Vale, guapa?

-¡Violad...!

Me tapo la boca, para que no gritara y me dirigió a algún lugar apartado.

-Tranquila, solo quiero hablar. No te hare nada, lo juro.

¿Dónde están mis amigos? Seguro que se están encargando de la rubia y no se han dado cuenta de mi desaparición.


FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora