Capítulo 8

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(Paula)

En cuanto toque el suelo me deshice de sus brazos saque mi arma y le apunte a la cabeza.

-¡Hey, hey, hey! ¡Espera! –dice levantando las manos en señal de rendición.

-¿Por qué me has traído hasta aquí?

-He venido a buscar tu ayuda.

-Explícate –ordeno.

-Me gustaría explicarme aquí, pero podrían escucharnos.

-¿Cómo sabes que soy la que buscas?

-Gracias a mis contactos, pero de verdad que quiero tu ayuda, vidas están en juego.

-¿Qué contactos son esos?

-Por cierto podrías bajar la pistola, me pone nervioso.

En ese momento me doy cuenta que aún le apuntaba así que bajo el arma aunque no la suelto, eso hace que el señor se relaje y baje los brazos, que por cierto no está nada mal, algo mayor para mí, pero muy atractivo he de decir.

-No voy a aceptar ayudarte hasta que no sepa todo –digo seria.

-Entiendo. Por eso quiero invitarte a mi casa y allí explicarte todo, con todos los detalles que pueda dar tranquilamente.

-¿Quién mi dice que esto no es una trampa? ¿Qué no quieres ir a por mí y esto es una emboscada? –estaba empezando a pensar que podría ser uno de los hombres de Ricky, que nos hayan descubierto buscando información.

-Te estoy pidiendo ayuda si quieres te doy mi reloj como garantía.

-Eso no me garantiza nada –digo seria.

-Tendrás que confiar en mí –puso una cara de preocupación, como si yo fuera su última escapatoria a su problema.

-Si voy llevare a mis chicos conmigo.

He aceptado ir solo porque ha dicho que vidas están en juego y eso no me parece justo.

-Si tranquila puedes venir con quien quieras, sé que eres de fiar –dice sonriendo.

-Una cosa ¿Yo consigo algo a cambio? –pregunto por preguntar, en realidad no le voy a pedir nada.

-Si por supuesto, ¿Qué quieres?

-No quiero nada, si decido ayudarte será porque yo quiero no por la compensación.

-Igualmente te compensare con algo, ya pensaré en algo.

-Pero si te acabo de decir...

-Te compensare solo si sale bien, y lo haré porque me apetece. Toma mi dirección, mañana tengo todo el día libre mi familia estará fuera y así te poder explicar todo–dice ofreciéndome un papel, el cual cojo.

Me extraña que no quiera que su familia se entere, aunque luego lo pienso y seguramente es para que no entren en pánico.

-Mañana a primera hora me pasaré, con gente.

-De acuerdo, gracias.

Lo veo largarse en dirección contraria, me guarde la pistola y camino hacia la fiesta que se ha montado en un momento. Cojo el móvil, veo un montón de mensajes y llamadas, ¿pero qué coño? Luego me doy cuenta que lo tenía en silencio. Marco a Dylan quien contesta al primer tono.

-¿Dónde estás?

-Hola a ti también –le respondo irónica.

-Pula... -en la voz se notaba que estaba preocupados, así que deje de bromear

-Estoy en la fiesta donde las carreras, voy a la barra.

-Vale ahora voy con Aarón allí, no te muevas.

-Vale papa.

Se escucha un gruñido de Dylan antes de colgar, me encanta chincharles. Al rato los veo acercarse.

-¿Nos puedes explicar que ha pasado con la rubia? –pregunta Aarón.

-Me choco con el coche en la carrera.

-Será zorra... -susurra Dylan- Y mientras nosotros nos encargábamos de la rubia y de apartar tu coche, ¿Dónde estabas?

-Esta noche veniros a mi casa y os explicare todo. Mañana tenemos una invitación.

-¿Invitación de qué? –pregunta Aarón.

-Se podría decir que de un posible trabajo. Quiero que vengáis conmigo a casa del tío que nos explicara de que se trata.

-Por supuesto, no vamos a dejar que vayas sola –dice Dylan.

Después de estar un rato en la fiesta y recoger mis ganancias, nos fuimos en mi casa, llegamos sobre las cinco de la mañana, dejamos los coches en mi garaje.

-Ya sabes estáis como en vuestra casa.

-Nunca mejor dicho, ya que hasta tenemos cada uno nuestra propia habitación –dice Dylan.

-Si lo prefieres puedes dormir en el sofá –de digo riendo.

-No, gracias, ya que tengo mi cuarto lo usaré. Creo que me voy a descansar.

-Hasta mañana

Se acerca a mí y me da dos besos mientras me da un abrazo, va hacia Aarón y choca el puño con él, seguidamente sube al piso de arriba, donde están las habitaciones.

-Estoy cansada, creo que yo también me iré a dormir –digo para luego bostezar.

-Si yo también, mañana hay que estar despejados para la reunión.

Subimos juntos, nos abrazamos, me dio dos besos y cada uno se fue a su cuarto.

Me di una ducha en mi baño particular. Luego me puse una camiseta vieja de alguno de esos dos, que como me va enorme la uso de camisón y bragas. Me acosté en el centro de la cama y en menos de dos segundos ya me había dormido.

FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora