Capítulo VIII

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Era un trapo en el suelo. Un despojo de lo que creía ser.

Mi cabeza me estaba regalando recuerdos, recuerdos que no eran míos. Al menos no en su totalidad.

Según mis recuerdos, memorias, "pasado"
Yo era una niña con padres, familia. Y más.

Lo que contrastaba a lo que ahora "tenía"
No entendía tantas cosas, pero me dolía.
Esta mañana desperté con los brazos y las piernas llenas de cicatrices de sogas y cadenas. Acompañadas de una horrible pesadilla, donde había sido secuestrada y golpeada.

No se si salí viva de esa espeluznante situación. Pero, bueno al menos desperté.

Me encontraba en medio de la habitación, abrazada a mis rodillas. Con las lágrimas secando en mi cara. Con el cuerpo adolorido.

Rich tenía entrenamiento y era un "hermoso" sábado.

No tenía el ánimo, fuerzas o ganas de salir por esa puerta y desayunar.

Mejor que eso me metí a la ducha, choque más de una vez con las paredes. Con algunos muebles y caí de rodillas impactando contra el frío azulejo blanco.

Estaba otra vez, sentada abrazando mis rodillas bajo la lluvia artificial. Mi ropa estaba tirada por ahí.

La voz de cada mañana me anunció la hora de desayunar. Grite que ya hiba y terminé de ducharme. Mi cuerpo tenía marcas por todas partes. Algunas no dolían, otras eran soportables y otras con el roce de mi ropa ardían.

Pase casi todo un frasco de alcohol por mi piel para desinfectar y curar un poco.

Bajé prácticamente abrazada al barandal, por que mi cuerpo no era capaz de no sentir dolor si enderezaba mi postura.

Esta semana estaba llena de pesadillas y dolor. Rich, sentía miedo al dejarme sola. Gracias a que desperté envuelta en lágrimas y gritos. Diciendo me dejase en paz y a mis padres. Estaba loca y Rich estaba detrás mío.

"¿Puedo salir?"

Pronuncie esas palabras inconciente de que sería un no rotundo al no tener a Rich. Tampoco era una niña pero, necesitaba respirar y quizás comprar medicamentos en alguna farmacia lejana.

"Richard, tiene práctica..."
"Ya no soy una niña. En dos años abandonaré su casa"

No quería lastimarlos, siendo tan buenos conmigo. Pero yo no era su hija. Ellos debían dejarme ir muy pronto. Quizás nunca sabrían nada de mi. Yo estaba siendo lógica y práctica.

Debía empezar a acostumbrarme a mi y a mi soledad.

"No digas eso... si te irás... pero nosotros podemos ayudarte... Si nosotros podemos hacerlo..."
"Estaré bien. Muchas gracias, con su permiso."

Tome el celular, unos auriculares, una mochila y salí de mi habitación.
En la cocina tome una botella de agua, unas galletas junto a una manzana. Metí todo a la mochila y salí.

Pase algunas casas, algunas personas me saludaban, respondía y seguía mi camino.

¿Cómo vivía asi?
Es decir, tuve educación, gente que decía quererme. Gente que cuidaba de mi y cosas así.

Jamás pensé en volver a ningún hogar de los que tuve que pisar. Pero justo ahora mis pies quieren ir a los brazos de la única mujer que llame madre.

Me senté en la banqueta de una plaza. Otra vez estaba llorando. Me sentía basura que nadie quería, o que nadie podía querer. Como para decidir quedarse conmigo.

Era como una pelota que pasó de mano en mano. Sólo para participar de un triste juego, que cuando acabe. Votarían a la pelota a algún lugar lejano. Para que no estorbe.

Seguí caminado limpiando mis lágrimas con la manga de mi suéter. Era un día semisoleado, pero mis marcas no me dejaban disfrutarlo. Tenía un pantalón deportivo negro junto a unas zapatillas blancas.

Llegue al único lugar que conocía y que estaría abierto y sin sol. Quizás hasta frío, para justificar mi suéter.

La biblioteca.

Siendo una estudiante, podía venir cualquier día.

Entre a la sala, salude con la cabeza al chico que siempre estaba allí. Me miro negó con la cabeza y me sonrió.

Sonreí sin ganas y prosegui a buscar lo que quería.
Archivos.

Algo abría. Quizás no naci aquí.
Pero esos sueños pesadillas y todo empezaron cuando llegue aquí.

La biblioteca no estaba en silencio, el grupo de castigados de la semana cumplían su castigo aquí, ordenando libros y otras cosas.

Puse los audífonos al celular y me concentre en la música y en lo que buscaba.

Alessia había muerto, según los registros fue suicidio. Pero nadie pregunto o investigó más.
Jamás tuvo hijos, se casó y vivió dos años en la ciudad. Antes de lo ocurrido.

Cedric al poco tiempo se casó por segunda vez y desapareció del mapa.
Dejando el gran imperio de sus padres sin heredero. Asi eso se perdió, al morir ellos alguien más tomo poseción de todo.

Pero esto no podía ser. Es decir, ahora ¿Es real? Tenía la esperanza de que todo fuese un invento mío por los muchos libros leídos. O simples sueños, pero no. No fue eso.

Sin darme cuenta volvía a llorar sentía que el agua salada de mis ojos me empezaba a irritar la piel.

Limpie bruscamente mis mejillas, agarre la botella de agua de la mochila. Y bebí la mitad del contenido. Un ataque de pánico estaba a punto de producirse en mi.

Acomode mi cuerpo en el frío piso abrazada a mis rodillas. Perdí mis ojos en algún punto de la habitación y empezó el balanceo de mi cuerpo se atrás a adelante.

"Despierta"

Alce los ojos y sus anteojos me recibieron. El no sabía nada, era obvio.
Y con tal dolor en mi cuerpo y en mi corazón. El dolor de no saber que pasaba me ganó.
Me arroje a sus brazos. Era un abrazo cálido, lleno de tranquilidad. Tranquilidad que me ayudó a calmarme.

Respire varias veces profundo,mientras el me pasaba la mano de arriba hacia abajo en la espalda en un gesto de consuelo.

Me separó ligeramente y me besó. Un beso tierno y dulce que no se sentía como hacer algo malo.

Si no como si hubiese pasado y el maldito juego que iba a perder. Estaba empezando.

Nuestro Hilo No Puede RomperseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora