Introducción

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El funeral de Peggy Carter transcurre entre caras tristes y buenos recuerdos sobre la vida de esta gran mujer. Las anécdotas sobre su poderío y la figura imponente que representó como fundadora de SHIELD no se hacen esperar, cada persona presente en el recinto, tiene una historia que contar y comparten ese infinito respeto por la Agente Carter.

No es una sorpresa que Steve Rogers se encuentre allí y mucho menos que sea uno de los hombres que lleven la caja donde reposa el cuerpo de su amada Peggy. La mirada del ojiazul refleja el inmenso dolor que siente por perder de forma definitiva a su gran amor.

Apenas volvió del hielo y empezó a acostumbrarse a su nueva vida en el siglo XXI, Steve buscó información sobre Peggy, quien pasaba sus días en un asilo. Aquel baile que ambos anhelaban ha quedado pendiente para la próxima vez que sus almas enamoradas se encuentren.

Por otro lado, en la sexta final del lado derecho, una pelinegra llora en completo silencio mientras transcurre el funeral. Nadie lo conoce y mucho menos ella entra en contacto con el resto de los presentes. Aquella chica se limita a escuchar las palabras que le dedican a Peggy algunas personas que suben al estrado, mientras tanto, ella acaricia con suavidad el delicado collar que cae sobre su pecho, con un precioso dije de zafiro en forma de corazón, el mismo que la valiente Agente Carter le obsequió unas semanas antes de fallecer.

Cuando la ceremonia termina y se dirigen hacia donde el cuerpo de Peggy tendrá su descanso eterno, la joven se mantiene en la periferia, observando desde lejos a los familiares y amigos despedirse de aquella mujer. Ella espera que la gente se disperse y se acerca cuando se percata que es la única que queda en el cementerio. Lleva una preciosa rosa roja en su mano, la cual deposita por encima del resto.

—Fuiste una gran mujer, Peggy. Mi ejemplo a seguir —afirma e inevitablemente un par de lágrimas se deslizan por su mejilla —. ¿Sabes? Tenías razón, todos tenemos un propósito en esta vida. El tuyo fue muy grande y de mucha importancia, pero aún así lo supiste cumplir, así que espero que yo encuentre el mío y pueda hacer lo mismo. Descansa en paz, Agente Carter —susurra mientras se incorpora y hace un saludo militar, rindiendo honores hacia ella.

La chica da un par de pasos hacia atrás y comienza a caminar hacia una de las puertas de salidas del cementerio. Limpia con el dorso de su mano las lágrimas que no pudo contener y apresura el paso, no desea llamar la atención.

Sin embargo, ya es tarde y Steve Rogers la observa a la distancia. Aquella misteriosa mujer le tomó desprevenido, pues se le hizo extraño verla acercarse a la tumba luego de que todos se alejaran. No puede distinguir su rostro y por mucho que sus sentidos estén más desarrollados que los del resto, pues las gafas negras y el cabello suelto de la joven no le dejan apreciar bien su rostro.

Es entonces cuando escucha la voz de Sam llamándolo, él viene caminando y lo llama una vez más. Steve gira su rostro hacia él y le dedica un vago saludo con la mano, para de inmediato voltear en dirección hacia donde caminaba aquella mujer, pero ya no la encuentra.

—Sharon está buscándote —le dice su amigo y lo observa confundido —. ¿Pasó algo?

—No, todo en orden, sólo estaba viendo algo —responde y vuelve su mirada hacia aquel sitio, donde es claro que no hay nadie, así que aclara su garganta y alisa su saco —. Iré a tomar un café con Sharon, nos vemos luego, Sam —se despide del moreno y este le dedica un asentimiento, así como una discreta sonrisa.

Por su parte, la pelinegra camina con elegancia por aquellas calles, sus tacones resuenan suavemente contra el pavimento y debajo de sus gafas va observando discretamente a cada persona que pasa a su lado, en espera de que nadie la siga. Ella entra a una pequeña y poco concurrida cafetería, apenas si hay un par de personas sentadas en una esquina y la despachadora, que le dedica una gran sonrisa.

—¡Qué maravilloso clima! ¿No crees? —susurra la joven detrás del mostrador.

—Sí, pero siempre traigo mi sombrilla —responde ella con naturalidad y una discreta sonrisa, obteniendo un gesto similar por parte de la dependiente —. Un expreso y un emparedado, por favor.

—En seguida.

Algunos minutos después, la chica sale del local con una bolsa de papel en sus manos, la cual ostenta el logo del local. Camina unas calles antes de tomar un taxi y pedirle que la lleve a una dirección específica, una vez ahí, baja y de nuevo avanza unas cuantas calles a pie, antes de llegar a un complejo de apartamentos.

Una vez dentro de su hogar, lava sus manos y comienza a comer su almuerzo, mientras pasea por la habitación y se asoma por la ventanas, cerrando discretamente cada una. Cuando termina de comer, saca del fondo de la bolsa de papel un teléfono demasiado básico y con un sólo número de contacto registrado, ella sonríe antes de presionar el botón de llamar.

—Pensé que estabas muerto —dice ella apenas escucha que responden la llamada.

—Te equivocas, Elizabeth, hace falta un poco más para deshacerse de mí —responde Fury con autoridad —. Lamento tu pérdida.

—Gracias, supongo. Es extraño perder a las pocas personas que han formado parte de tu vida —susurra bajando la mirada, aunque un par de segundos después, aclara su voz —. A todo esto, ¿qué se te ofrece? Porque, no creo que esta llamada sea para saber cómo me encuentro, además, mi misión ha terminado, imagino que me asignarás otra.

—Tienes razón, aunque en esta ocasión no serás trasladada a un lugar desconocido, además, de que lo podemos llamar "un ascenso". Irás con los Vengadores.

Elizabeth agradece no estar comiendo, pues de ser así, hubiera escupido todo por la impresión. ¿Los Vengadores?

—¿Estás hablando en serio? Porque, te recuerdo que ya no tienes facultad para asignar nuevos miembros, legalmente estás muerto —menciona ella.

—Lo sé, por eso mismo te presentarás exactamente en 4 días en la Torre Stark, hablarás con el dueño de la misma y con Steve Rogers, ellos sabrán qué hacer —explica con determinación —. Hasta pronto, Elizabeth y suerte.

Claramente, Nick Fury no espera una despedida y sólo cuelga, dejando a la joven un tanto confundida. Sin embargo, ella procede a arrojar el teléfono al piso y lo destruye de forma irreconocible, además de que extrae el chip y lo desarticula hasta el último pedazo, para luego deshacerse de todo.

Va hacia su habitación, en donde echa un vistazo a su guardarropa, que en el realidad es muy básico y cómodo, pues siempre solía usar un uniforme y su misión requería su entrega 24/7, pero ahora todo es diferente. Elizabeth debe empacar, embarcarse en un avión hacia Nueva York y hacerles una visita a Tony Stark y a Steve Rogers.

Serán unos días muy ajetreado y realmente no sabe qué esperar. 

 

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HUMAN [Steve Rogers] | SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora