Parte 3

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No sabía cuánto tiempo había pasado allí dentro, Kageyama solo sabía que el sol había desaparecido, dando paso a la completa oscuridad, y había vuelto a aparecer. Parecía no había rastro de sus atacantes, pero tenía miedo de salir de ese pequeño espacio aparentemente seguro.

Sintió que algo corría fuera y se aproximaba, pero no le dio importancia, parecía de pequeño tamaño, seguramente sería un animal. Cerró los ojos e intentó dormir. El sonido de pasos se acercó más y se paró frente al árbol en el que se encontraba Kageyama descansando, y de pronto algo se deslizó dentro de la cueva. Perezosamente, Kageyama levantó la cabeza hacia atrás para ver por encima de su ala derecha. Maldita sea, lo que fuera que fuese que se cayó dentro del hoyo había abierto más la entrada. Ahora se filtraba un poco más de luz y pudo a ver lo que se encontraba a sus espaldas. Era una "cosa" parecida a las figuras que lo habían herido hasta dejarlo en el estado en que se encontraba, pero tenía un cuerpo más pequeño y su pelo, a la luz del sol, parecía fuego.

Kageyama tuvo miedo al principio, pero luego pensó que ese ser era demasiado pequeño como para hacerle daño y no parecía que llevase consigo cosas como los objetos que anteriormente le habían arrojado, así que pensó que podría comerlo, ya que todavía no había probado bocado. Sin embargo, antes de que pudiese mover ni un músculo para conseguir su objetivo, escuchó algo que provenía de fuera y que se acercaba también al lugar en el que se encontraba.

- Natsu! No te alejes tanto, puede ser peligroso - el ser que estaba hablando también se deslizó dentro de la cueva y se reunió con el que ya se encontraba dentro - No vamos a jugar dentro de una cueva. Venga, vamos... - y se calló al darse cuenta de que había algo en lo profundo de aquel agujero.

Kageyama estaba ahora aterrado. El que acababa de llegar, también con pelo de fuego, era como aquellos que le habían atacado. No era muy alto pero parecía fuerte y, en la condición de indefensión en la que se encontraba, podría hacerle mucho daño, e incluso matarlo. Decidió quedarse muy quieto y observar a los extraños.

- Natsu, vámonos, rápido... - dijo el nuevo en voz baja, agarró al pequeño y ambos salieron de la cueva.

Kageyama también salió. Primero asomó la cabeza para ver cómo los otros se alejaban y después salió del todo. Ahora que ellos lo habían visto, su escondite no era seguro, sabía que era posible que volviesen más de ellos a por él y debía cambiar de lugar. Mientras los vio alejarse, escuchó lo que decían, pero no entendió su lenguaje.

- Hermano, qué era eso!? - dijo el pequeño.

- No lo sé. Puede que un hombre perdido o que vive en el bosque - dijo el mayor.

- Hermano, era un dragón!

"Dragón". Ese término lo había escuchado de sus atacantes, pero no sabía lo que era.

Cuando se aseguró de que los extraños se habían alejado lo suficiente, Kageyama salió del escondite en busca de un nuevo lugar seguro y algo de comida. Caminó con prisa sin un rumbo fijo hasta encontrarse con el gran lago que había encontrado anteriormente.

Se quedó quieto durante un rato, escuchando todos los ruidos y captando los olores del entorno en busca de posibles peligros. Consideró que la zona parecía segura, al menos por ahora.

Decidió acercarse al agua en busca de algo que llevarse a la boca. Suspiró profundamente mientras contemplaba aquel inmenso lago. Estaba hambriento y herido. Sus alas se llevaron la peor parte y Kageyama sabía que no podría volar.  Nunca más podría volar.

Suspiró de nuevo, intentando calmarse. Ahora que no podía volar, su capacidad para obtener alimento se veía notablemente reducida. Tuvo suerte, pues en la orilla del lago nadaban unos cuantos peces. Kageyama pensó que podría cazarlos con sus manos si era lo suficientemente rápido. Intentó acercarse con mucho cuidado, pero en el momento en que sus pies tocaron el agua, las pequeñas olas que se formaron alertaron del peligro a los peces, que se alejaron rápidamente del lugar. Otro fracaso en la caza terrestre.

Kageyama, visiblemente irritado, se volvió y se adentró en el bosque. Consiguió atrapar algún insecto para comer pero eso no iba a saciar su hambre. Después de un largo paseo encontró unas "plantas" raras creciendo a la sombra entre la hierba. La "planta" era blanda, crecía con un tronco gordito y la parte superior parecía un sombrero. No se parecía a nada que hubiese comido anteriormente, así que Kageyama cortó un trozo para probarlo. Tenía un sabor extraño pero no estaba muy malo, así que arrancó los cinco que había.

Regresó al río y buscó un buen lugar para sentarse. Se aproximó a un árbol situado casi en la arena blanca de aquel lugar, en los límites del bosque y comió energéticamente. El ritmo fue descendiendo y cuando se disponía a meter el quinto en su boca tuvo que detenerse. Se sentía algo raro. De repente tenía mucho frío en todo el cuerpo pero su cabeza parecía que iba a explotar de lo caliente que la sentía. Decidió no comer la última unidad y se acercó al agua para espabilarse. Recogió bastante agua con sus manos y la introdujo en su boca. Inmediatamente notó que la boca y la garganta le ardían y picaban. Aquella agua estaba muy mala y no bebió más.

Kageyama se estaba mareando e iba a caer en cualquier momento, así que regresó a la sombra del árbol en el que estaba anteriormente y se acurrucó en el suelo, dejando parcialmente su cuerpo al sol con la esperanza de que lo calentara un poco.

Cada vez se encontraba peor. No podía moverse, su cuerpo no respondía, y notaba que las fuerzas le estaban abandonando. La quietud de su cuerpo solo era perturbada por los escalofríos que cada vez con más frecuencia lo recorrían.

- Wuuuuhh... Iwaizumi... Oikawa... - se lamentó - Madre. Soy realmente estúpido...  

Camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora