Parte 7

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Kageyama estaba observando cada detalle del cuarto en el que ahora se encontraba. Era más pequeño en comparación al lugar en el que momentos antes estaba retenido, pero esta pequeña estancia era más agradable y acogedora, no percibía ninguna amenaza allí.

Entonces sintió que algo se movía debajo de él y se percató de que era el humano de pelo de fuego sobre el que había caído al traspasar la ventana. Dio un gran salto y salió de la zona para dirigirse a la esquina opuesta de la habitación y sentarse allí en posición defensiva.

- Shouyou!! Duérmete de una vez!! - se escuchó desde alguna parte de la casa.

- Sí mamá. Lo siento! - respondió el susodicho - No te preocupes, es mi madre - sonrió a Kageyama - Ella es buena, pero es mejor que no hagamos mucho ruido.

Se quedaron un rato viendo el uno para el otro y entonces el pelirrojo interrumpió el silencio.

- Oye... Quieres que te quite eso? - dijo señalando la pieza metálica sobre la boca y nariz de Kageyama - Quieres sacarlo? - gesticuló con las manos.

Kageyama recapacitó por unos momentos. Intentó quitarse él mismo la pieza pero solo conseguía hacerse daño con las cintas metálicas que rodeaban su cabeza. No podía quitarla, por lo que se acercó lentamente a la cama donde el otro se encontraba, sentándose en el suelo frente al humano.

Shouyou acercó sus manos lentamente, quitó los dos enganches derechos y la pieza cayó mostrando las marcas y cortes que su roce y opresión habían dejado sobre la nariz del dragón, en sus mejillas y en su mandíbula. Miró la cara del dragón, neutra e inconsciente de lo que estaba pasando y quiso llorar. Acercó sus manos una vez más y acarició sus mejillas suavemente. El dragón se lo permitió y ante el cálido roce se acurrucó un poco en las manos ajenas, cerrando los ojos. Aquello le tranquilizaba.

La reacción del otro había cogido a Shouyou desprevenido y de repente sintió un fuerte calor en sus mejillas.

- Shouyou... - susurró Kageyama.

- Eh!? - se sorprendió todavía más - Umm... Sí, yo soy Shouyou - sonrió y puso su propia mano sobre su pecho - Shouyou. El chico alto y rubio, con cara irritable y con gafas - interpretó con las manos - es Tsukishima. Tú...

Kageyama enderezó su cuerpo y puso su mano sobre su pecho.

- Kageyama - dijo orgullosamente.

- Oh! Kageyama? Kageyama! - Shouyou estaba casi saltando en la cama - Por fin sé tu nombre - sonrió ampliamente - Encantado de conocerte, Kageyama - y entonces se dio cuenta de lo que había sobre el mueble junto a la cabecera de su cama y alargó la mano para cogerlo - Oye Kageyama, tienes hambre? Hoy estaba tan enfadado que no quise cenar y mi madre me preparó estas galletas. Y esto de aquí es leche - dijo, ofreciendo un recipiente cristalino con un líquido blancuzco en su interior.

Kageyama lo olió y probó un poco del líquido. Inmediatamente se giró hacia el humano con ojos muy abiertos y brillantes. Aquello estaba muy bueno! Vació el recipiente y probó las galletas, que también estaban deliciosas.

- Grrruuuuhh - ronroneó con los ojos cerrados.

- Eehh? Qué eres, un gato? Significa eso que te gusta la comida? - Shouyou parecía divertirse ante la escena - Entonces te traeré más.

Shouyou salió de la habitación mientras Kageyama seguía comiendo y cuando terminó las galletas se dio cuenta de que estaba solo en aquel cuarto. Realmente no se había dado cuenta del momento en que el otro se había ido. Ahora podría aprovechar y huir, pero la verdad era que no sabía a donde ir ni cómo emprender su camino de vuelta a casa. De todas formas, en aquel lugar se encontraba cómodo y a salvo, y la compañía de Shouyou era agradable, era cálida, le gustaba.

Camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora