Parte 8

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Shouyou y Kageyama corrieron entre el bosque a la velocidad que el cuerpo de este último se lo permitía. Kageyama se encontraba mejor, pero todavía necesitaba descansar. Después de alejarse una distancia prudencial del pueblo, siguieron su camino andando.

A medida que se alejaban la cantidad de árboles fue disminuyendo hasta llegar a una pequeña playa fluvial por la que discurría un río con poco caudal. El sol ya lucía en el cielo, casi en su punto más alto, por lo que decidieron que aquel era un buen lugar para descansar.

Shouyou sacó de uno de los bolsos una cantimplora de agua y la ofreció a Kageyama, y después bebió él.

Kageyama observó el río y contempló la posibilidad de lavar un poco su cuerpo. Realmente necesitaba una ducha. Se quitó la tela que cubría su cuerpo y se acercó a la orilla. Metió un pie e instantáneamente saltó un paso atrás. Aquel agua estaba fría, muy muy fría. Se agachó en la orilla y con sus manos recogió un poco de agua para lavarse la cara.

- Qué pasa Kageyama? Quieres una ducha y no aguantas un poco de agua de río?

Shouyou apareció a sus espaldas, riéndose, posó sus manos sobre los hombres de Kageyama y lo empujó, cayendo éste hacia adelante y sumergiendo todo su cuerpo en el agua congelada. Kageyama se levantó al momento con un grito agudo y se giró hacia Shouyou con cara asesina. Comenzó a perseguirlo por todo el lugar hasta que lo atrapó de un brazo para arrastrarlo al agua, para hacerle probar su propia broma.

- Aaaahhhh... Lo siento Kageyama, lo siento! - suplicó, pero el otro no le hacía caso.

Casi en la orilla, Shouyou parecía haberse resignado a lo inevitable, pero de repente tiró con fuerza de su brazo, soltándose del agarre de Kageyama y, de nuevo, apoyó sus manos en la espalda del dragón y lo empujó al agua.

- JAJAJAJAJAJA. Kageyama... Eres tan inocente... Eres como un niño - no fue capaz de mantenerse en pie y cayó al suelo de la risa.

- Grrrrr - gruñó el otro, todavía sentado en el agua.

El chico pelirrojo se levantó y se secó las lágrimas de su cara para buscar algo dentro de uno de los bolsos. Era un trozo de tela gruesa y mullida.

- Deja que te ayude a lavarte con esto - se acercó para mojar el paño.

Kageyama le dejó hacer lo que quiera que fuese hacer, y Shouyou, con cuidado, fue frotando su cuerpo y heridas. La mayoría de las heridas estaban cicatrizadas ya, pero había algunos moratores a los que sin duda el frío les vendría bien. Una vez hecho esto, lavó el trapo, lo colgó en un palo para que secase y fue a recoger algo de hojas secas y ramas para encender una hoguera.

- Q-Qué... ? - intentó preguntar Kageyama viendo que el otro estaba frotando dos ramas como lo había hecho en su primer encuentro - Qué...? Eso...

- Voy a hacer fuego. Calor. Para que te seques.

- Umm, fuego...

Entonces un calor subió desde el estómago de Kageyama, hasta su garganta y boca y escupió una pequeña llamarada hacia los palos, haciéndolos arder en un instante.

- Ah, bueno... Supongo que eso también vale - dijo Shouyou algo sorprendido - A veces puedes ser muy útil! - y añadió el resto de las hojas y las ramas antes de que las llamas desapareciesen.

Comieron y descansaron durante un tiempo en aquel lugar mientras Shouyou pensaba en cuál sería su próximo movimiento. Realmente no conocía ningún lugar en el que pudieran esconderse y más allá del bosque que rodeaba a su pueblo era territorio conocido, así que trató de obtener alguna pista del dragón.

Camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora