Parte 5

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- Hermanooo. Puedo ir contigo? - una cabeza naranja se asoma junto al marco de la puerta.

- Lo siento, pero debo ir lo más rápido posible. Quédate en casa - dijo el mayor.

- Shooouyou - frunció el ceño - Vas a ver al dragón, verdad? Yo quiero ir!

- Lo siento, Natsu! Ya me estoy yendo! - dijo el otro mientras salía apresuradamente por la puerta.

Shouyou vivía con su madre y su hermana pequeña y a menudo debía ayudar en casa y trabajar para ayudar a mantener la familia. Era duro, pero era su familia y debía cuidarla.

El sol ya estaba desapareciendo cuando salió de casa en dirección al mar donde se había encontrado con aquel increíble ser. Se sentía con prisa, pues inició su camino más tarde de lo que tenía previsto y le llevaría un buen rato llegar a la playa, todavía más teniendo en cuenta el peso extra del agua y la comida. Aún así, se movió con rapidez.

Estaba muy emocionado. Iba a volver a ver al dragón. Ahora que sabía que podía hablar, podrían llegar a comunicarse y entenderse, y se estremeció cuando recordó de nuevo la profunda voz del ser. También recordó otras cosas que había visto.

Le llevó un poco más de tiempo del previsto llegar al sitio. Una vez allí echó un vistazo a la playa. No veía al dragón. Se acercó al árbol donde lo había visto por última vez y observó el lugar. El suelo estaba revuelto y uno de los peces que él mismo había preparado para el dragón estaba medio enterrado.

Se quedó inmóvil por unos instantes y entonces una hipótesis surgió en su mente. Rápidamente analizó su entorno y pudo confirmarla. En el suelo revuelto podían apreciarse pisadas de otros hombres, huellas de caballos y marcas de las ruedas de un carro. Shouyou quería gritar y horrorizarse, pero no quería perder el tiempo, dejó caer algo de peso y echó a correr de vuelta al pueblo.

Atravesó la arboleda tan rápido como pudo pero eso le llevó algo de tiempo. Cuando llegó a su pueblo, apenas había pasado un par de casas cuando su brazo fue atrapado. Se giró. Un muchacho alto con pecas agarraba su brazo. Era su amigo Tadashi Yamaguchi.

- Shouyou, te has enterado? - dijo.

- Tadashi? Enterarme de qué? Perdona pero tengo algo de prisa... - contestó.

- Parece ser que Ladd ha atrapado algo interesante esta vez. Un dragón! Te lo puedes creer?

- Q-Qué? - fue todo lo que Shouyou pudo articular con su cerebro en shock..

- Está entrando en el pueblo. Ahora están pasando por la plaza - informó Tadashi.

En el momento en el que escuchó la localización, Shouyou reanudó la carrera. Tadashi lo siguió. "Esto va de mal en peor" pensó Shouyou, pues sabía quien era Ladd.

Ladd era un médico. Él llegó al pueblo hace varios años y fue la salvación para mucha gente. Sus métodos salvaron muchas vidas, no solo por sus conocimientos de medicina sino también porque sus ideas innovadoras ayudaron a mejorar la calidad de vida del pueblo. Sin embargo, con los años se convirtió en un ser sádico e insensible. Hacía experimentos de todo tipo y tenían fama de ser crueles y desagradables. Muchas de las personas que tiempo atrás acudían en busca de sus cuidados ahora preferían sufrir la enfermedad en sus propias casas. Sin embargo, también había personas que apoyaban su curiosidad científica, pero ellos tampoco querían conocer de sus concretos experimentos. Si el dragón, desvalido, estaba en las manos de este hombre nada bueno podía pasar.

Cuando se acercaba a la plaza pudo ver a la muchedumbre aglomerada. Intentó moverse entre la gente hasta el centro, donde estaba aquello que llamaba su atención, y allí lo vio. Había un carro que transportaba una jaula hecha con madera y el dragón estaba dentro, inmovilizado con cuerdas y con sus ojos y boca cubiertos. A su paso, la gente gritaba, aplaudía y silbaba. El ruido del lugar era fuerte y estridente, tanto que producía confusión y mareo.

El carro siguió su camino y Shouyou intentó seguirlo. Finalmente, se cansó de apartar gente y salió de la multitud. Sabía perfectamente adonde se dirigía, al laboratorio de Ladd, y decidió ir allí directamente, rodeando a la gente.

Llegó al lugar un poco después, seguido en la distancia por Tadashi, y comprobó que el carro ya estaba allí, vacío. Se dirigió a la puerta de la casa y la golpeó con fuerza.

- Ladd! Abre la puerta! Tengo que hablar contigo - gritó y volvió a golpear.

Poco después la puerta se abrió y apareció un hombre muy alto, de pelo rubio y gafas, quien suspiró y se dirigió a los visitantes.

- Hinata, qué es lo que quieres? - dijo.

- Tsukishima, tengo que hablar con Ladd. Por favor, haz que salga.

Tsukishima suspiró de nuevo.

- Lo siento, pero está ocupado...

- Por favor. Es urgente! - gritó Shouyou.

- Qué ocurre Shouyou Hinata? - la voz surgió a espaldas de Tsukishima y al momento apareció un hombre de estatura media, con pelo muy corto y un poco calvo. Ese era Ladd - Estás enfermo? Necesitas algo?

Shouyou apretó los puños ante las palabras aparentemente dóciles y amables de aquel hombre.

- Sí, necesito algo. Necesito que liberes a ese pobre dragón de tus experimentos. El no se merece sufrir más, y está indefenso en tus manos.

- Mmm... - tarareó Ladd - Mis experimentos siempre persiguen fines científicos, siempre buscan la evolución de la sociedad. Este es un raro espécimen y no voy a renunciar a él sin más. Además, para qué quieres liberarlo? Para que nos mate a todos? - se acercó al chico - Quizá te gustaría saber que esa criatura nos atacó con fuego hace unos días en el bosque. No es una criatura indefensa, en todo caso es un peligro para nosotros.

- Ya... Estoy seguro de que no fue él el primero en atacar... - opuso Shouyou - Libéralo, por favor.

Se hizo el silencio, pero fue rápidamente interrumpido por Ladd.

- Tu cazas animales para alimentarte y vestirte. Por qué eres tan terco sobre esto? En todo avance científico hay sacrificios que deben ser hechos. Y esta va a ser una investigación revolucionaria - Ladd se dio la vuelta y se dispuso a entrar a lo profundo de la casa - Tsukishima, haz que se vayan, son muy molestos - y desapareció en el interior.

- Ladd...! - Shouyou quiso seguirlo pero Tsukishima se interpuso en el camino, bloqueándolo.

- Aquí no tienes nada que hacer Hinata, es mejor que regreses a casa - sugirió el rubio con una cara neutra - Vete. Por favor.

Shouyou apretó los puños y se fue corriendo, esta vez no seguido por Tadashi, quien se quedó frente a la casa con Tsukishima, procesando lo que acababa de ocurrir. Por un momento ninguno dijo nada.

- Tsukki... - interrumpió Tadashi - De verdad es eso lo que piensas? Eso quieres?

Tsukishima no respondió inmediatamente. Suspiró y dio media vuelta para entrar en la casa. Tadashi dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, pues conocía al otro muy bien y sabía lo que venía a continuación.

- Cállate, Yamaguchi. 

Camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora