Dolor
Así es como comienza la historia de Sebastian, un Ángel de la guarda que acaba de matar a la persona que debía cuidar.
Realmente no era culpa de el, simplemente, era incapaz de amar a aquellos seres inferiores que a su parecer era solo una perdida de tiempo tratar de solucionar sus problemas.
Así que a la víctima numero 13 de Sebastian, se tomo la decisión de quitarle sus alas y dejar que el destino decidiera si vivía o no.
Luego de amarrar sus alas con ganchos, 7 Ángeles jalaron hasta arrancarlas de raíz, sin dejarle oportunidad de regenerarse, era como sentir que amarraban tus extremidades a algunos vehículos y halaban hasta arrancarlos.
Era una lastima, tan bellas que eran sus alas, pero a Sebastian se le condeno a pasar sus últimos minutos con los seres que mas odiaba.
Cuando impacto contra el suelo lleno de hojas de un bosque, sintió como unas ramas se incrustaban en las heridas que había en su espalda, algo bastante doloroso, pero que importaba ya.
Sebastian observo al cielo y bufo, y al fijar su mirada al frente vio lo que parecía una plaza con una fuente en medio que estaba un poco elevada y no corría agua por ella, se levantó y se sacudió un poco y se sintió con suerte de que tuviera una camisa y un pantalón, aunque la camisa se le pegara al cuerpo por la sangre. El hombre camino hacia la fuente, se sentó en esta apoyando sus codos en sus rodillas y agarro sus manos entre si al frente de su boca.
Que haría ahora? Pensar? Siendo aun un Ángel aun sin alas, el sangrado tardaría en matarlo unos 15 días, hambre no sentía y no tenia a nadie, así que solo podía esperar, su orgullo era demasiado grande para pedirle ayuda a algún humano para curarse, en ese caso, prefería la muerte.
Pasaron los segundos, pasaron los minutos y pasaron las horas y por fin el sol mostró sus primeros rayos y con ellos apareció el movimiento cuando algunas personas comenzaron a abrir sus pequeñas tiendas y algunos hombres y mujeres pasaban para tomar transporte, pero a pesar de que este sangraba abundante mente, solo algunos curiosos lo observaron detenidamente y luego apuraron el paso asustados al ver el estado de el hombre sentado en la fuente de la plaza.
El resto solo pasaba de largo como si el fuera invisible.
Sebastian parecía una estatua, no se movía y parecía que no respiraba, ya tenia medio día de estar en la misma pose, pero poco y nada le importaba, estaría ahí hasta la muerte.
Pasaron 3 días desde que Sebastian había llegado a aquella plaza, cuando sucedió algo bastante peculiar.
Una muchacha llego a la misma plaza y se sentó a su lado, simplemente observándolo, ella tenia el cabello largo, como hasta la cintura, de el mismo tono café que sus ojos, una piel clara y con lo que parecían ser cicatrices, llevaba una blusa morada de mangas largas, un Jean y unos tenis blancos.
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Cuentos tristes
RastgeleDicen que las personas leen para buscar escapar de sus vidas tristes... Pero ahora ni en los cuentos hallamos finales felices