Capítulo uno

68 2 0
                                    

Miro el techo blanco por última vez antes de incorporarme de la cama y apagar el despertador a las 6:59.
Me levanto como puedo y me miro al espejo. Veo la imagen de una chica con el pelo negro revuelto y bajo los ojos azules unas ojeras que hace unos años no estaban ahí.
Abro la puerta escuchando al momento los gritos de mi padre. La vuelvo a cerrar. Hoy ha decidido madrugar. Me pongo unos vaqueros cortos con una camiseta negra de tirantes y encima una fina camisa a cuadros. Entro al baño y cuando acomodo mis ondas cojo mi mochila y salgo por la ventana de mi habitación. Prefiero no desayunar a ver la cara de ese hombre.
El camino al instituto es corto así que siempre lo hago a pie. Tomo el atajo para llegar antes porque odio llegar tarde a clase. Es el primer día de mi último curso aquí y cuando entro al pasillo me dirijo directa a la secretaria a recoger mi horario. Cuando lo tengo me dirijo al nuevo casillero que me han asignado y dejo todas mis cosas, cogiendo solo lo necesario para ir a clase.
No veo a mis amigos por ninguna parte así que me voy a clase rezando por tener alguna asignatura en común con ellos.
En la clase solo hay un chico. Se llama Ernest y es el mas listo de mi curso. Obviamente esta sentado en primera fila. Yo me dirijo a una de las filas del final, la que esta junto a la ventana. Me siento y dejo que los rayos de sol que entran por la ventana me den en la cara. Cierro los ojos y respiro profundamente. 'Podría ser peor' me repito a mi misma. Y cuando abro los ojos suena el timbre, haciendo que la gente empiece a entrar en clase.
Tengo matemáticas, que es la única asignatura que se me atraganta y que la voy sacando poco a poco.
Entra la profesora y la reconozco al momento. Me dio clase el año pasado. Es muy buena y comprensiva, aunque parezca increíble.
-Bueno, bueno. Veo pocas caras conocidas por aquí.-dice la profesora poniendo un mechón de su pelo oscuro detrás de la oreja. Me mira y me guiña un ojo. Yo le sonrío tímidamente.-Voy a pasar lista para empezar a aprenderme algunos nombres y ya empezamos con la clase.
Cuando empieza a nombrar gente desconecto y saco mi cuaderno. Empiezo a fijarme en los rasgos de la profesora: sus rizos oscuros, los ojos miel, las arruguitas que se le forman al sonreírnos... y pronto siento un picor en los dedos que me llama a coger un lápiz y dibujarla y eso hago, aunque lo dejo para copiar los apuntes de la pizarra.
Suena el timbre y salgo de clase para ir a mi casillero. Allí veo a mi chico, Mark, apoyándose en el hombro con el movil en la mano. Su pelo rubio cae hacia delante, escondiendo sus ojos miel que tan bien conozco. Llevamos 1 año juntos y 3 siendo amigos.
Me acerco a el y en cuanto me ve me sonríe. Me rodea la cintura con un brazo mientras con la otra sostiene su movil y pega su boca a la mia. Respondo el beso de inmediato.
-Te he echado mucho de menos.-dice contra mi cuello dejando besos. Suelto una risilla.
-No seas tonto. Nos vimos ayer. Y para ya que al final nos van a mandar al despacho del directo.-digo y él ríe juguetonamente. Consigo separarlo de mi.-Voy a llegar tarde. Nos vemos luego ¿vale?-le digo y me despido dándole un pico.
Voy a mi siguiente clase encontrándome con Fred en la puerta. Fred es mi amigo desde los 7 años y es ligeramente gay.
-¡Cariño! Estas preciosa. Veo que el primer día de clases no te hace justicia.-me dice y me guiña un ojo. Me lanzo a sus brazos y digo:
-Dime por favor que tienes historia conmigo.
-Si bebe.-me dice y se le pone un sonrisa malévola en su cara. Suelto una carcajada y entramos a clase. Pasar las horas de historia con Fred es lo mejor del mundo. Me lo paso genial aunque el año pasado la liamos un par de veces.
-No has oído los rumores ¿verdad?-me dice. Lo miro y niego con la cabeza.
-¿Qué ha pasado?-pregunto. No se que esperarme porque su cara no refleja nada. Entonces se le ilumina la cara y se que puedo relajarme.
-Ay. Es que no te lo puedo contar.-dice y yo abro los ojos.-Le prometí a Nina que te lo contaría ella primero.-Nina es nuestra amiga. Yo la conozco desde los 5 años y Fred desde los 7, como a mi. Yo lo conocí en un campamento de verano al que fui y resultó que iba a entrar nuevo a nuestro colegio así que le presenté a Nina y nos hicimos inseparables. Ruedo los ojos.
-Está bien. Te lo perdono pero porque se como se pone Nina con esas cosas.-digo y resoplo.
La hora de comer llega rápido y cuando voy de camino a la cafetería me veo a Nina venir corriendo y con una sonrisa enorme en la cara.
-Dime por favor que Fred no te ha dicho nada.-dice mientras me abraza. Niego con la cabeza y ella suelta un gritito mientras aplaude.-¡Hay un chico nuevo en el instituto!-yo suelto una carcajada.
-¿Era eso lo que os tenía tan inquietos? Entra gente nueva todos los años Nina.
-Pero este no es como los demás. ¡Está buenísimo! Se llama Adam Wells. Viene del Riverdell High. Todas las chicas están locas por el y por su mirada. Sus ojos grises son totalmente fríos y todas creen que son capaces de descongelar todo ese hielo.-explica encogiéndose de hombros.-Lo expulsaron porque le pegó una paliza a un tio en su otro instituto, pero nadie sabe exactamente por qué. Algunos dicen que se acostó con su novia y otros que le robó la droga. El caso es que nunca ha tenido novia formal, pero siempre va con alguna tia colgada del brazo. Y en serio Meg, está buenísimo, no te haces una idea.-termina y yo suelto una carcajada.
Entramos al comedor. Está todo el mundo hablando demasiado alto y algunos tirandose comida. También hay un par de parejas demasiado acarameladas. Nos sentamos en nuestra mesa habitual. Fred ya está allí.
-Por fin llegáis amores. ¿Se lo has contado?-le dice a Nina y esta asiente emocionada.-Meg ¿lo has visto? ¡Está buenísimo! Vaya hombre. Ojalá sea gay de verdad. Tendría la vida hecha, porque seamos realistas soy la perra mas divina de este comedor.-dice y Nina y yo no podemos evitar echarnos a reír.
Mark llega y se sienta a mi lado. Me planta un beso y no puedo evitar ruborizarme.
-¡Hola chicos! ¿Qué tal lleváis el primer día? ¿Que profesores os han tocado?-pregunta Mark. Lleva sentándose con nosotros desde que empezamos a salir, pero hay veces que se sigue sentando con el equipo de fútbol.
-¡Me ha tocado el cabrón del Sr. Smith en literatura! Voy a tener un año horrible.-dice Fred lamentándose. Nina intenta consolarlo pero todo desaparece cuando alguien entra al comedor dando un portazo. Me giro para ver quién está armando tanto jaleo.
Es alto, de pelo castaño oscuro, bastante rizado que le oculta la cara. Cuando decide levantarla y echar una vista alrededor se pueden ver sus fríos ojos grises ligeramente entrecerrados, como si buscaran algo, posiblemente una mesa libre. Su mandíbula es afilada, con unos bonitos pómulos bien marcados. Se puede ver fácilmente que practica deporte, ya que está musculoso, pero sin pasarse. Está en el punto perfecto. Y me está mirando. Me giro inmediatamente y me encuentro con Nina y Fred aún observándolo con la boca abierta. Me habían dicho que era guapo, pero no guapo de los que te quedas mirando sin importarte nada.
Mark me mira frunciendo el ceño y luego mira a Nina y Fred. Les doy un golpe por debajo de la mesa y vuelven a la realidad. El chico nuevo se ha sentado en la mesa mas alejada y apartada del comedor, aunque eso no impide que las chicas se lo sigan comiendo con los ojos. No debería ser así, pero la verdad es que tengo curiosidad por saber quién es.
Apenas unos cinco minutos después de que entrará la primera chica se le acerca. El le regala una sonrisa fría. La chica se sienta en la mesa frente a el. El ángulo es perfecto para que el admire sus pechos y la chica lo sabe.
Nina no deja de comentar la situación y ninguna chica quita los ojos de esa mesa. Después de que estén menos de diez minutos hablando, se levanta y sale de la cafetería con la chica detrás suyo y con una sonrisa enorme. Todos saben a lo que van.
La comida termina y cada uno vuelve a su clase. Mark tiene fútbol después de clase así que no lo veré hasta mañana.
El resto del día pasa normal y aburrido y sin encontrarme de nuevo con el chico de ojos fríos.
Cuando es hora de volver a casa paso por el supermercado para comprar algo para hacer de cenar. Llego a casa y antes de entrar respiro hondo.
Cruzo la puerta y ya me tiene enganchada del brazo.
-Llegas tarde.-dice en mi oído. Su aliento apesta a whisky, como siempre.
-Lo siento mucho. Las clases se retrasaron.-digo y me aprieta mas fuerte. Intento evitar el gemido de dolor.-Traigo la cena.-digo apretando los ojos y al fin me suelta.
Entro a la cocina mientras el se sienta en el sofá a beber cerveza y ver la televisión. Mi madre está fregando los platos con los labios apretados y con demasiada fuerza.
-Tranquilízate. No queremos tener una noche movidita.-le digo y empiezo a preparar la cena.
-¡Tengo hambre!-grita desde el sofá y automáticamente cojo un bol y lo lleno de cacahuetes. Mi madre intenta cogerlo para llevárselo, pero le tiemblan demasiado las manos y eso acabaría con los cacahuetes en el suelo y más gritos y más golpes. Se lo llevo junto con otra cerveza.
Diez minutos después su cena está lista y puesta sobre la mesa. Mama y yo cenamos en la cocina en absoluto silencio y vigilando que no se le acabe la cerveza.
El termina después que nosotras y se levanta del sofá ya tambaleándose de forma peligrosa.
-¡Cariño!-grita. Mi madre ya está temblando y con los ojos cristalinos. En este punto ya es incapaz de diferenciarnos. Así que me acerco a él y rápidamente me rodea con el hombro dejando caer su peso. Empezamos a subir las escaleras mientras veo a mi madre paralizada mirando hacia nosotros sin saber qué hacer. Sabe tan bien como yo lo que viene ahora. Y es incapaz de evitarlo.
Llegamos a la planta de arriba, a su habitación y me estrella contra la pared. Se me escapa un gemido de dolor. Se apretuja contra mi y yo aprieto los ojos para evitar que las lágrimas se me escapen. No puedo llorar, eso solo haría sufrir más a mamá.
Su aliento a alcohol no deja de ahogarme. Me toquetea por todas partes, apretando demasiado, haciéndome daño.
-Levanta los brazos.-ordena. Quiere quitarme la camiseta. Yo no quiero que lo haga. Aprieto los labios y aún más los ojos esperando el momento. Y pronto llega.
Suelta un puñetazo en mis costillas que me obliga  inclinarme hacia delante. Gran error. Me golpea en la espalda y caigo al suelo a cuatro patas. Soy incapaz de contener las lágrimas pero no hago ningún ruido, ni me muevo. Solo espero que termine pronto. Suelta una última patada en mi estómago que me deja sin aire y se deja caer en la cama.
-Límpiate y duerme conmigo.-ordena.
Me levanto y me voy de la habitación como puedo. Entro al baño y por fin respiro. Ya ha pasado. Ahora dormirá y puede, solo puede, que a la mañana siguiente no se despierte, aunque eso nunca ocurre.
Me lavo la cara y cojo el botiquín, examinándome. Nunca golpea la cara. Siempre algo que se pueda ocultar. Puedo ver a simple vista las marcas de sus dedos en mi brazo. Me da miedo levantarme la camiseta. Empiezo a temblar descontroladamente cuando mi mano se acerca al borde de la camiseta. Respiro hondo y la levanto poco a poco. Se me escapa un gemido. Tengo un moretón enorme, del tamaño de su puño, en mis costillas izquierda. Es lila y rojo y me duele. Me duele mucho. Las lágrimas caen y solo espero tener alguna costilla rota. Algo que me obligue a estar en un hospital y algo que haga a los médicos hacerse preguntas. Pero ya me rompió una vez una costilla y no es el mismo dolor. También tengo un golpe a la derecha del ombligo, del mismo color que el de las costillas, por la patada que me ha dado. Me giro y veo un golpe rojo en la espalda baja. Cubre algunas de las cicatrices blancas. Salgo del baño más tranquila y me cruzo con mi madre en el pasillo. Tiene la mirada perdida y cuando me mira intento darle una pequeña sonrisa. Se mete a su habitación junto con el y yo bajo las escaleras.
Me duele todo el cuerpo y solo quiero dormir o morir. Cojo dos bolsas de guisantes congelados y vuelvo a subir. Cierro mi habitación con los dos pestillos y me desvisto. Ya en la cama coloco una bolsa en mi espalda y otra en mis costillas y simplemente cierro los ojos. A las cuatro estoy otra vez despierta porque el dolor es demasiado insoportable. Bajo las escaleras para tomarme alguna pastilla y cuando subo saco mis deberes. Los hago como puedo, alerta de no escuchar nada en la habitación contigua y rezando a cada momento para que no despierte por la mañana. A las seis y media me vuelvo a acostar y me quedo mirando el techo, esperando no escuchar movimiento. Lloro imaginando que cada lágrima hará que disminuya un poco más mi dolor. Y pienso. Pienso que no es para tanto. Que hay gente que lo está pasando peor que yo. Que podría ser peor. Que por lo menos tengo amigos y un novio que me quiere. Que saco buenas notas. Que pronto podré escapar. Y con eso me levanto, aun adolorida y me pongo en marcha, esperando aun que no despierte nunca.

---
Bueno, esta es la primera historia que hago. Espero que os guste mucho y que no seáis muy dur@s conmigo😬
Contadme que pensáis de los personajes que han aparecido y lo siento si os parece corto, pero intentaré subir capítulo siempre que pueda.
Os dejo una foto de Megara, representada por Julia Goldani Telles😉
Besis
-fairypsychotic

Respira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora