Capítulo cinco

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A las 6:30 empiezan a escucharse los primeros gritos. Se va a ir a trabajar y es posible que su café no esté a la temperatura que el desee, por lo que grita. Quince minutos después se hace el silencio. Ya se ha ido. Cinco minutos después los sollozos de mi madre son incontrolables. Me levanto y bajo a por ella.
-Oh, cielo. Lo siento he debido despertarte. Perdóname.
-No me has despertado, mamá.-digo y la agarro.-Ven, vamos arriba.-subimos a mi habitación y nos acostamos en la cama. Ella llora contra mi hasta quedarse durmiendo. Yo ya no puedo dormir. Miro el techo y pasan las horas.
A las 8:00 decido levantarme. Me meto en la ducha y pienso. Pienso en mi, en Nina, en Mark y en Adam. Sobre todo en Adam. En realidad anoche me lo pase muy bien con él. Y me gusta como me trata. Cómo intenta protegerme. Me hace sentir segura.
Cuando salgo de la ducha mamá sigue durmiendo. Me visto y bajo a comer algo y a hacerle un buen desayuno.
Anoche el móvil debió de habérseme apagado. Cuando lo enciendo tengo una llamada perdida de Fred de esta mañana y diez de Adam. Sonrío. Primero llamaré a Fred y luego a Adam.
-Hola amor. ¿Qué tal has amanecido?-me dice Fred.
-Bien. Con mucha hambre. ¿Y tu?
-Tengo un dolor de cabeza que me va a matar.
-Se llama resaca.-digo y se ríe.
Me cuenta todo lo que pasó anoche cuando me fui. Adam se volvió loco cuando no me encontró. Recorrió toda la casa gritándole a todo el mundo y cuando encontró a Fred le obligó a darle mi numero de teléfono. Al final los amigos de Adam le dieron una paliza a Mark porque después de que lo encontrara con Nina empezó a beber y se puso demasiado pesado. Se que está bien porque Fred ha preguntado por ahí y le han dicho que no tiene nada roto. Marco el número de Adam.
-¡Tú!
-¡Yo! Buenos días a ti también.
-No te puedes imaginar la noche que he pasado. Casi mato a alguien.-me dice cabreado.
-Te dije que podía llegar sola.
-Eres la persona mas cabezota, testaruda y complicada que he conocido en mi vida.-me dice y cuelga. Suelto una risita y espero hasta que el movil vuelve a sonar. Lo dejo sonar porque es Adam. Cuando deja de sonar lo cojo y lo llamo yo.
-Siempre tienes que tener la última palabra ¿verdad?-dice aunque ahora se le oye más calmado. Yo suelto una carcajada.
-Por cierto yo no soy ni cabezota, ni testaruda y mucho menos complicada. Así que retíralo.
-¿Y si no quiero?-dice.
-Te cuelgo.
-No pienso retirarlo.-me dice y cuelgo. El movil vuelve a sonar una y otra vez pero no lo cojo. Lo apago y voy a despertar a mamá.
Cuando la despierto me sonríe y baja a la cocina a desayunar.
-Mamá... ¿cuando vas a hacer que esto acabe?
-No quiero hablar de eso ahora...-dice. Nunca quiere.
Me levanto y me voy a mi habitación a hacer deberes y a estudiar. Hoy el no vendrá hasta la hora de cenar, por lo que mi madre y yo podemos estar tranquilas. Comemos juntas y por la tarde me voy a la biblioteca a seguir estudiando. Es mi rutina de todos los sábados.
En la biblioteca saludo a la bibliotecaria. Es muy simpática y me ayuda en todo lo que necesito. Me siento en la mesa mas alejada y aislada de todo el mundo. Una hora después alguien me llama.
-Meg...-levanto la cabeza. Mark esta observándome desde la otra punta de la mesa.
-¿Qué haces aquí?-le digo y cojo mi teléfono. Llamo a la única persona que aparece ahora mismo en mi cabeza.
-Oh, ¿ahora te vas a dignar a hablar conmigo?-dice Adam cabreado al otro lado del teléfono.
-Estoy en la biblioteca. ¿Puedes venir a por mi? Es urgente.
-Ya voy.-me dice serio.-No cuelgues. ¿Qué pasa?
-Mark está aquí.
-Meg ¿con quién hablas? ¿Puedes dejar que te explique lo que ocurrió ayer? Por favor. Lo podemos solucionar.-dice. Yo recojo mis cosas y me dirijo a la salida. El me sigue.-Meg para un momento por favor. Necesitamos hablar. Podemos superarlo. Nosotros podemos con todo. Tu lo sabes.-me dice y me agarra del brazo.
-Suéltame Mark. No quiero hablar contigo. No quiero saber nada de ti. Aléjate y no vuelvas a hablarme.-le digo y el me aprieta más el brazo.-Mark me haces daño.-digo retorciéndome.
-Meg he dicho que quiero hablar contigo. Escúchame. Podemos arreglarlo y vamos a hacerlo.
-¡Quiero que me sueltes!-le grito.
-Ha dicho que la sueltes.-dice Adam con tono muy cabreado. Está detrás mía. Mark me suelta y yo doy un paso hacia atrás chocando con el pecho de Adam.
-¿Osea que ahora estás con ese capullo? No me esperaba esto de ti Meg.
-Cállate Mark.-dice Adam y me agarra de la mano alejándonos de el.
Mark no nos sigue, cosa que agradezco. Llegamos a su coche y respiro hondo. Subimos y empiezo a calmarme.
-¿A dónde vamos?-pregunto.
-A por un helado. A por un enorme y dulce helado.-me río. Miro la hora y veo que todavía tengo tiempo hasta que tenga que volver a casa.
Llegamos a una heladería. Me pido helado de menta mientras que Adam se lo pide de chocolate.
-¿En serio te acabas de pedir un helado de menta?
-Es mi favorito, así que no te burles de el.-digo y comemos sentados en un banco.
-¿Estás bien?-me pregunta y yo asiento sin mirarlo. No estoy bien. Nunca estoy bien.-Mírame.-dice agarrando mi barbilla. Me pierdo unos instantes en sus ojos grises, pero vuelvo rápidamente a la Tierra.
-Estoy bien.-digo con voz firme y sigo comiendo helado. Hablamos un rato sobre las clases hasta que ocurre. Mi teléfono suena. Lo saco de la mochila y el ver en la pantalla MAMA hace que se me pare el corazón. Ella nunca llama.
-Cielo... ¿eres tu?
-Si, soy yo.
-Ne-necesito que vuelvas ya a casa.-dice con voz temblorosa. El está allí, lo se.
-Llego en seguida.-digo y cuelgo.-Tengo que irme, lo siento.
-¿Qué ocurre? ¿Estás bien? Estás blanca. Siéntate y tranquilízate.-me dice Adam.
-Estoy bien de verdad. Es solo que mi madre me ha dicho que vuelva ya a casa, que es tarde.
-Está bien. Yo te llevo.-estoy tentada a decirle que no, pero si voy a pie tardaría demasiado.
Llegamos a mi calle y le pido que aparque una manzana antes de llegar a mi casa.
-Muchas gracias por traerme. Nos vemos el lunes.-digo y me dirijo hacia la casa que tengo en frente, que no se de quién es. Sigo andando hasta su jardín trasero esperando oír el motor del coche de Adam y cuando lo oigo me doy la vuelta y empiezo a correr en dirección a mi casa.
Entro sin hacer ruido, esperando no molestarle, pero en cuanto piso dentro de casa me agarra del brazo y me empuja, cayendo al suelo. Oigo los sollozos de mamá en la cocina y solo espero que esté bien.
Me agarra del pelo, levantándome del suelo y no puedo evitar que se me escape un sonido de dolor. Me suelta un puñetazo en el estómago que me hace doblarme en dos.
-¿Dónde estabas?-me pregunta. Está furioso.
-En la biblioteca.-digo con voz temblorosa.
-¿Y que cojones hacías allí?
-No se... Dime tú qué se hace en una biblioteca.-le digo vacilante y eso le cabrea más.
Me da otra patada en el estómago y un golpe en la espalda. Agarra mi pelo obligándome a mirarlo.
-Sabes que no me gusta que me hables así. Tienes todo lo necesario para estudiar aquí, así que que no me entere que vuelves a ir a la puta biblioteca ¿¡me has oído!?-grita y yo escupo. Me suelta un puñetazo en la boca partiéndome así el labio. Me deja caer y se sienta en el sofá a ver la tele.
Me quedo unos minutos en el suelo hasta que consigo un poco de fuerza para subir los escalones. Entro al baño y me encierro. Mis mejillas están mojadas de lágrimas y un hilo de sangre cae por mi labio hasta mi camiseta. Respiro hondo para dejar de temblar, pero no puedo. Nunca me había pegado en la cara.
Me duele la cabeza de los tirones de pelo que me ha dado. Tengo la marca de sus dedos en mi brazo y moretones en la espalda y el estómago. El labio se me está inflamando y está cogiendo un color bastante feo. Me duele al respirar y según Internet eso podría ser una costilla rota.
Me ducho y me encierro en mi habitación esperando que todo el mundo se duerma. Estudio un rato y leo otro rato, hasta que oigo sus pesadas pisadas subir y tras ellos los débiles y silenciosos pasos de mamá. Se que quiere entrar y ver cómo estoy, pero él no se lo permite.
Media hora después cierro mi habitación con pestillo y salto por la ventana. Quince minutos después llego a mi destino. Llamo a la puerta y Derek no tarda en abrir. Derek tiene el pelo rubio rapado al cero con los ojos miel más bonitos que he visto en mi vida. Es amigo mio desde que nací. Tiene 23 años y está estudiando medicina. Siempre que ocurre algo de esto acudo a el para que me examine.
-Joder, Meg.-dice cuando me ve y me abraza. Yo me derrumbo en sus brazos pero un gemido de dolor se escapa de mis labios.-Lo siento. ¿Qué ha pasado esta vez?
-No estaba en casa cuando él llegó.-le resumo y el asiente. Me lleva al salón y hace que me acueste en el sofá para examinarme. Derek vive solo.
-Me duele al respirar. Me ha dado en la espalda y en la barriga y bueno, en el labio.-le explico.
-El labio no necesitará puntos. Solo ponte hielo.-me examina la espalda.-Tienes un moretón enorme, pero nada roto.-pasa al estómago.-Parece que no tienes ninguna costilla rota pero es normal que te duela, en un par de días estarás mejor.-me da una crema.-Meg...
-Déjalo Derek. No puedo hacer nada. Mi madre no quiere hacer nada y yo no la voy a dejar sola en casa con él.
-Esta vez no te ha roto nada, pero puede que la próxima vaya más lejos. Sabes que podéis veniros aquí las dos hasta que todo se arregle. No quiero que sigas allí. Si tu hermano lo supiera...
-¿Y qué si lo supiera? El se fue y no hizo nada para ayudarnos, no creo que ahora hiciera nada diferente.
-Han pasado cuatro años Meg. Quizá si lo llamaras...
-Gracias por ayudarme Derek, de verdad. Te debo otra mas.-le digo y me despido.
Vuelvo a casa y trato de descansar un poco.
Los domingos me los paso encerrada en mi habitación. Mi madre siempre está en la cocina haciendo una buena comida que esté perfecta. Él se pasa el día durmiendo, luego se levanta para comer y después se vuelve a acostar otra vez. Hoy no bebe porque su resaca de toda la semana es demasiado grande siquiera para levantarse de la cama.
No me gusta que esté en casa porque no me siento segura, pero por lo menos se encierra y sencillamente duerme y come.
Cuando oigo que se levanta para ir a comer me tenso pero me relajo cuando vuelve a su habitación. Ahí aprovecho y bajo yo a comer.
-¡Cielo! ¿Cómo estas? ¡Dios mío tu labio!
-Baja la voz mama. Estoy bien. No me duele, pero se ve feo.-obviamente si me duele.
-Ay cielo siento muchísimo no haber subido a verte pero...
-Si, lo sé, no te preocupes.-digo y me siento a comer. Cuando acabo me vuelvo a mi habitación. Veo una llamada perdida de Fred pero no quiero hablar.
Mas tarde voy a ducharme para encerrarme después en mi habitación y no salir hasta la mañana siguiente.

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Os dejo otro capítulo, espero que os guste y lo siento mucho si no subo muy a menudo, pero ahora estoy con muchísimo exámenes y no tengo tiempo, aunque intento subir cada vez que veo que aumentan las visitas😉
Os dejo una foto de Fred, no me acuerdo cómo se llamaba el chico en la vida real, lo siento😅
Besis
-fairypsychotic

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