Capítulo siete

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Suspiro y mi pierna empieza a moverse nerviosa. Los jugadores empiezan a salir y todo el mundo se pone de pie, animando a su equipo y abucheando al contrario.
Mark sale el primero porque es capitán y cuando me encuentra me mira fijamente yo le saco el dedo y me vuelvo a sentar. Idiota.
Siguen saliendo los demás jugadores y cuando Adam sale me busca con la mirada y cuando me encuentra me señala con el dedo. Todo el mundo grita más fuerte y yo me pongo colorada. El partido empieza y a pesar de estar marcando más goles que nunca se ve mucha tensión entre dos de los jugadores: Mark y Adam.
Mark ha perdido el derecho a dedicarme los goles, así que cuando marca no hace nada, solo choca con sus compañeros. Adam, a pesar de tampoco tener ese derecho no deja de señalarme y la gente no deja de gritar a mi alrededor mientras yo solo quiero esconderme en un agujero y no salir jamás.
En el descanso las gradas se vacían bastante de gente que va al baño o a comprar algo de comer. Yo me quedo en mi asiento mandándole mensajes a Fred esperando que aparezca de sorpresa.
-¡Eh!-grita alguien y de pronto dos chicos se sientan uno a cada lado mío.-Tu eres Meg ¿verdad?-dice y yo asiento. No quiero hablar con ellos y no parece que nadie a mi alrededor se de cuenta de lo que pasa. Intento levantarme, pero me agarran del brazo.-¿Adónde vas tan rápido? Estamos viendo el partido.-dice y no me suelta.
-Quiero ir al baño. ¿Me dejáis levantarme?-digo cortante. Uno de ellos niega con la cabeza.
-¿Vas a ir a la fiesta de esta noche?
-No te importa.-digo y me aprieta fuerte el brazo. Gimo de dolor, pero puedo aguantar mas y el lo ve así que aprieta más.
-¡Eh! ¡Soltadla!-grita la grave voz de Adam desde el final de la grada.-¡He dicho que la soltéis hijos de puta!-grita y cuando llega le suelta un puñetazo y otro y otro al que me estaba agarrando. Le sangra la nariz y mañana no se le podrá reconocer su cara. El otro tio salió corriendo en cuanto vio a Adam.
-¡Adam! Para. Para ya. Tienes que parar. Estoy bien.-le grito y parece que me escucha porque para y me mira. Su espalda se relaja y me agarra de la mano arrastrándome fuera de la grada.-¡Adam! Para. Suéltame. ¿A dónde vamos?-le digo. Se para y me agarra suavemente de los hombros clavando su mirada en la mía.
-No voy a poder jugar si voy a estar pensando continuamente en si alguien va a hacerte daño en la grada, así que te vas a quedar en el banquillo, donde sepa que vas a estar bien.-me explica y sigue tirando de mi, pero ahora ya no me resisto. Llegamos al banquillo que está lleno de los jugadores y todos empiezan a silbar y gritar cuando me ven llegar.
-¡Parad!-grita Adam cabreado y la mayoría se calla, pero no dejan de comerme con los ojos así que me escondo detrás de Adam. El me aprieta la mano.-Había unos capullos en la grada que no se estaban portando bien con ella así que se va a quedar el resto del partido aquí. Espero que la tratéis como se merece y no quiero ver que ninguno le pone la mano encima ¿entendido?-dice y nadie contesta.- ¿¡Entendido!?-grita mas fuerte y todo el mundo asiente. Adam se gira hacia mi.
-Estarás bien, te lo prometo. Parecen unos capullos, pero son buena gente. No te harán nada.-me dice y me acompaña a sentarme. Todos siguen mirándome, pero el partido empieza y Adam y la mayoría de jugadores se tienen que ir.
-Podéis dejar de mirarme, os prometo que no voy a desaparecer.-les digo y ellos se ríen.
-Es que eres muy guapa y estas buenísima.-me dice uno y no puedo evitar reír cuando los demás le dan golpes por ser un bocazas.
Todos nos quedamos embobados viendo el partido y lo comento con ellos como solía hacer cuando tenía alguien con quien comentar. Apoyamos a nuestro equipo, celebramos los goles como nadie, nos quejamos del arbitro y del equipo contrario. Me siento bien y ver a Adam correr y marcar goles me hace pensar que todo estará bien, aunque no sea así.
Cuando el partido acaba todos los chicos con los que he estado en el banquillo me abrazan. Adam se acerca con el ceño fruncido cuando ve a tantos chicos abrazándome.
-¡Adam! No la dejes escapar, tio. Es guapa, lista y le encanta el fútbol. ¡Tienes mucha suerte, cabrón!-dice uno.
-Oh, no. No estamos juntos. Solo somos amigos.-explico y caras de sorpresa, incluido Mark, me miran.
-¡Eres un idiota Adam!-grita uno.
-¿Por qué no estás con ella?-grita otro.
-Oh joder. Pues vente conmigo, muñeca.-grita otro y yo me río.
-Bueno, ya está bien.-interrumpe el entrenador.-Id a ducharos.-les ordena.-Hola Megara.-me dice y me abraza. Antes mi hermano era el capitán de fútbol. Ese fue el mejor año del equipo, no perdimos ni un partido y yo iba a todos desde pequeña, así que el entrenador me conoce de toda la vida, incluso ha venido a mi casa a cenar cuando las cosas estaban bien.-¿Cómo estás? Aunque te veo bien. ¿Cómo le va a tu hermano? Hace mucho que no da señales de vida por aquí. Cuando lo veas dile que su viejo entrenador está esperando alguna visita.-me dice y yo me río, aunque es una risa falsa.
-Está estudiando, entrenador. Apenas tiene tiempo para venir por casa, así que imagínese.-le digo, aunque es mentira. Llevo sin saber de el unos cinco años.
Seguimos hablando un rato y me pregunta por mama y por papa y le digo que están bien. Que estamos bien. Me despido de el y pongo rumbo al aparcamiento esperando que por algún casual Fred esté esperándome, pero no es así.
Lo llamo por teléfono una y otra vez y maldigo que me haya dejado aquí sola. Cualquier sitio de comida rápida está demasiado lejos como para ir andando. Vuelvo a llamar a Fred.
-¡Fred! ¿Dónde demonios estás? Quedamos en ir a cenar juntos y ahora estoy aquí sola. Esto no te lo voy a perdonar.-grito a su contestador y maldigo en voz baja.
-Aquí estás.-dice la voz de Adam detrás mía y yo chillo porque me ha asustado.
-Me has asustado idiota.-digo y el se ríe. Sus ojos se ven suaves, tranquilos, felices. Y tengo envidia.
-Venga vamos.-me dice y yo lo miro frunciendo el ceño.-Vamos a cenar.-dice y frunzo todavía más el ceño. El pone los ojos en blanco.-Oh vamos. Tengo hambre. Después de cenar iremos a la fiesta. Y vamos a ir en coche y acabas de decir que Fred no está, así que supongo que no tendrás ningún medio de transporte.-dice. Sopeso un momento mis opciones y entonces me doy cuenta de que no tengo opciones.
-Está bien. Iremos a cenar, no hablaremos ni nada. Solo comeremos rápido y nos iremos a la fiesta. Y en la fiesta no entraremos juntos, ni estaremos juntos. Podemos decir que vamos juntos por comodidad.-digo. El asiente.-Ah y por supuesto esto no es una cita.-aclaro.
-Por supuesto.-dice y una pequeña media sonrisa tira de sus labios. No me fío de el, pero no tengo mas opciones.
Subimos a su coche y pone rumbo a un restaurante de comida rápida. Me pido una pizza pequeña, que se que no me terminaré, y el se pide una hamburguesa enorme. Estamos sentados el uno frente al otro. El me mira y yo lo miro y no sé cómo empieza una batalla de miradas en la que perderá quién primero aparte la mirada y a mi no me gusta perder. Cojo una patata de su plato y se la tiro a la cara haciendo que aparte la mirada de mi.
-He ganado.-le digo sonriente y sigo comiendo. Entonces suelta una carcajada y veo que tiene un hoyuelo en cada mejilla, que se le marca a la perfección.-¿Qué?
-¿En serio crees que has ganado?- dice y lo miro confundida.-Soy yo el que está cenando con una chica preciosa, con la que al fin va a mantener una conversación y a la que encima he podido mirarla fijamente durante mucho tiempo.-me dice y aparto la mirada. Tengo las mejillas coloradas.
-Voy al baño.-digo. Cuando me levanto me agarra de la muñeca.
-No deberías huir siempre de situaciones que no te gustan, deberías afrontarlas y superarlas.-me dice. Voy al baño y respiro hondo. Me echo agua por el cuello y vuelvo a salir. Lo veo pagando la cuenta.
-¿Qué haces?-le digo.
-Pagar.
-Te he dicho que esto no es una cita y no necesito que me invites, puedo pagarme mi estupida pizza. ¿Cuánto te ha costado?-digo y empiezo a sacar dinero de mi bolsillo mientras me agarra de la cintura y me arrastra fuera del local.
-Megara.-dice y me agarra de la barbilla para que lo mire.-Déjalo. Ha sido solo una pizza. No ha sido una cita y no me debes nada ¿está bien?-dice y lo miro desconfiada hasta que al final asiento y nos montamos en el coche para ir a la fiesta.

ADAM

Cuando al salir al campo la vi en las gradas mi corazón empezó a latir demasiado rápido. Estaba preciosa. Llevaba un vestido negro con una chaqueta blanca mientras se colocaba el pelo detrás de las orejas y sus fríos ojos me miraban. Jamás había visto unos ojos que transmitieran tan poco, que ocultaran tanto todo y yo se de ojos fríos, ya que los míos podrían ser los segundos más fríos de todo el instituto, pero me encantan. Me vuelven loco cada vez que se posan en mi y veo algo, lo que sea. Enfado, alegría, desilusión. Me gusta verlos con vida, dejando pasar un poco de ella a través de su coraza.
En el descanso no dejaba de mirarla, aunque ella no se diera cuenta y juro que cuando vi a esos dos imbeciles acercándosele casi se me va la cabeza. Cuando empecé a golpear a uno de ello no pude parar. El pensar que le estaban haciendo daño me rompía, pero paré. Su voz, rota y asustada me hizo parar y respirar. La agarre de la mano y me la lleve lejos de ese capullo, donde estuviera a salvo, es decir el banquillo. Me hubiera ido con ella en ese momento y hubiera mandado el partido al infierno, pero sabía que no me lo permitiría, así que opté por el banquillo.
Los chicos se volvieron locos cuando me vieron llegar con ella y no sabia si cabrearme porque todos se la estaban comiendo con los ojos o alegrarme porque me estaba usando a mi para protegerse de sus miradas.
Cuando el partido volvió a empezar estaba muy nervioso. Esperaba que mis compañeros la trataran como se lo merecía, pero me tranquilicé cuando cada vez que miraba hacia ella estaba riendo, gritando o hablando. Me sentí bien al verla feliz aunque la sonrisa no le llegara del todo a los ojos.
Cuando el partido terminó fui directo al banquillo y todos la estaban abrazando, cosa que me dio un poco de envidia. Yo también quería que se riera conmigo y que me abrazara.
Todos empezaron a felicitarme por estar con ella, pero ella les aclaró que solo somos amigos, lo que acabó en propuestas de matrimonio hacia ella, pero el entrenador apareció y nos mandó a ducharnos. Lo último que vi antes de entrar a los vestuarios fue cómo se abrazaban. ¿Abrazaba a todo el mundo menos a mi?
Cuando salí del vestuario y no la vi me asusté, pero intente calmarme y buscarla antes de matar a alguien. La vi en el aparcamiento sola gritándole al teléfono. Fred, tal y como acordamos, la había dejado tirada, dejándole como única opción de transporte a mi.
Fuimos a cenar a un restaurante de comida rápida y me perdí en sus ojos. No podía dejar de mirarlos. Tenían un brillo de diversión que me cautivó, aunque su frialdad seguía ahí.

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¡Hola! Siento que hace años que no subo nada, así que os he dejado un capítulo bastante largo para que lo disfrutéis.
Espero que os guste la parte narrada por Adam.
No os olvidéis de contarme qué os aparecido o dejar algún voto😉
Besis
-fairypsychotic

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