"Él bailaba a la luz de un millón de estrellas, y parecía más radiante que todas ellas..."
Después de un enorme bloqueo creativo, Viktor Nikiforov piensa que otro paseo en la noche no iba a servir de mucho, eso hasta que encuentra a un fascinante...
Ese día se Yuuri se encontraba concentrado en su presentación, sin embargo, ver la mirada de Viktor le llamó la atención. El ruso parecía fuera de lugar, preocupado por su semblante decaído. Eso lo preocupaba mucho, más porque fue después de hablar con Phichit.
Viktor le había pedido que cuidara de Makkachin, por lo cual buscó eso como excusa para poder hablar con él.
—¿Te preocupa algo?—Preguntó Yuuri, mostrando su inquietud. Viktor cambió su expresión preocupada y pasó su mano por los cabellos negros de Yuuri. Él japonés tuvo que controlar el deseo de juntarse al tacto ajeno.
—Todo se encuentra de maravilla—respondió, sin embargo, Yuuri no le creyó—. ¿Me llamabas por algo?
—Quería preguntarte a qué hora vas a dejar a Makkachin. No sé si tenga tiempo libre hasta terminar la presentación.
—¿Cuándo puedo venir?
—En la mañana, cuando abra el estudio.
—A esa hora debo reunirme con la orquesta...—respondió. Yuuri se abstuvo de susírar con pesadez.
—¿Y si voy a dejarlo en la mañana? Me refiero a dejarlo en tu departamento antes de tomar mi vuelo.
—Creo que es posible—respondió. En su mente pensó en los planes que tenía y encontró ese tiempo libre. Aunque a esa hora dormía, si se trataba de Viktor lo podía recibir.
—Entonces pasaré por ahí.
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El sonido de la puerta lo despertó de sus sueños, levantando ligeramente su cabeza de la almohada para ver a su mejor amigo con una sonrisa somnolienta.
—Abre la puerta
—¿Hm?—se quejó Yuuri. Sus ojos amenazaban con cerrase de nuevo, así que volvió a caer sobre la almohada, escondiendo su rostro.
—Alguien está afuera.
El japonés se levantó de inmediato.
—¿Afuera, con sentido de en la calle o... en la puerta del departamento?
—Subiendo.
—¡Phichit!—exclamó Yuuri, levantándose de inmediato—. ¿Por qué lo dejaste pasar?
—No iba a dejarlo fuera...
—Pero...
No tuvo tiempo de replicar, escuchó el golpe de la puerta un par de veces y miró al tailandés. Su mejor amigo tenía una sonrisa extendida en sus labios mientras se pegaba al marco de la puerta.
—Abre tú la puerta—dijo Yuuri, levantándose de su cama.
—Vino a buscarte a ti, abre tú.
—¿¡No pudiste esperar un momento!? Yo...
—Vamos no estás tan mal, no hagas esperar al visitante.
Yuuri frunció en entrecejo antes de suspirar. Tomó el abrigo que se encontraba encima de una silla y se lo colocó antes de ir a la puerta con su rostro aun cansando. Al abrir la puerta se encontró con una mirada azul conocida.