10. Hasta entonces

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Después de una larga estancia en las conferencias, la garganta terminó doliendo de tanto que habló y rió

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Después de una larga estancia en las conferencias, la garganta terminó doliendo de tanto que habló y rió. Se sentía raro reír tanto. Y se sentía cómoda con sus compañeros, ya que había formulado unas cuantas amistades después de tanto tiempo. Ya estaban de regreso en el set de grabación, y Allina ya estaba por retirarse pues al parecer ya había finalizado sus escenas y podía irse. Sebastian se puso un poco triste al saber que Allina se iba por la mañana, y ésta tomaría un vuelo hasta Rumania a visitar a único hermano. Así que le pidió si podían entrenar en la madrugada su escena del cuchillo, la que tanto había practicado.

Estaban ambos ya listos para comenzar. Ambos se encontraban estirando y calentando sus cuerpos.

—¿Así que Rumania después de cuántos años? —preguntó con la cabeza inclinada y mordiendo su labio por el esfuerzo de estiramiento.

—Unos diez quizá —aseguró estirando su brazo por detrás—. Pero sólo estaré un par de días allí y lo más probable es que regrese a casa en Inglaterra. No lo sé. Las cosas están raras.

—¿Por qué no te mudas a Nueva York?

—¿Qué haría yo en Nueva York? —pregunta frunciendo el ceño—. Creo que no soy muy estadounidense. Mi acento lo dice.

—Es lindo tu acento —contesta riendo un poco—. Es gracioso y divertido —Allina alza una ceja curiosa—. ¿Qué? Hablo en el buen sentido. A propósito... ¿desde los cuantos años sabes pelear cuerpo a cuerpo?

—Hace muchos años.

—¿Siempre has sido tan ruda?

—No. Tampoco es como que allá nacido golpeando las paredes vaginales de mi madre.

—Vaya, que graciosa —manifestó riendo un poco—. ¿Entonces por qué sabes pelear tan bien? ¿Por qué sabes muchas técnicas de pelea? ¿Es el trabajo?

—Me agobias con tus preguntas, Stan. Cállate y toma tu cuchillo de plástico —le indicó mientras caminaba al centro del sitio. Sebastian obedeció riendo y después estuvo junto a ella poniéndose en posición—. He visto la forma en la que utilizas el cuchillo. En general, es buena, pero debes fluir más tus brazos y dejar que el movimiento sea más impreciso que preciso. Me refiero a que no fuerces tus movimientos. Suéltate. Ahora, yo soy Steve Rogers y has tu papel.

—Eres el Steve Rogers más enojón que he visto en mi vida —rio. Allina no dijo nada—. Me agobias con tu silencio, Moldoveanu. Habla.

—Estoy esperando a que comiences Sebastian.

Rápidamente, éste comenzó a moverse tan rápido que a Allina le tomó por sorpresa sus movimientos y se calló al primer avance hacia atrás. Sebastian se rio sonoramente al retarla de tal manera que pudiera terminar en el piso.

—Lo siento Lina —le ofreció su mano con una sonrisa en el rostro y ésta la aceptó.

—¿Por qué me sigues llamando Lina?

promises  ━ sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora