𝐏 | Cuando ambos trabajan en el cine es difícil mantener un relación ante los medios de comunicación.
❝Porque no vamos a mantener nuestras promesas. Y sé las consecuencias.❞
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Allina se había ido de Rumania aquella fría madrugada de octubre. El viaje hasta su nuevo hogar era largo y seguía leyendo el libro de la película en la que posiblemente estaba por participar. Sin embargo, su mente se distrajo tan fugazmente. En su mente se cruzaban una y otra vez los ojos de Sebastian, con el efímero beso que se habían dado hacía unas horas y como toda una boba adolescente, le era inevitable no sonreír ante tales recuerdos tan vivos.
No podía parar de pensar en otro detalle más; Margarita Levieva. Joder. No era la clase de persona que era partidaria a una infidelidad. ¿En qué demonios estaban pensando? Sebastian tampoco parecía la clase de hombre que haría eso. Quizá, el autor intelectual de todo aquello había sido el alcohol. La mejor opción de todo aquel embrollo era olvidarlo. Fue un simple error de ebriedad y no estaban en disposición de aceptar que aquello había sucedido por algo más que eso.
Después de algunas horas llegó a su destino. Estaba llegando a su recién hogar con todas sus maletas, las cuales eran, la mayoría de sus pertenencias. Ya estaba lista para mudarse ahí. Había hablado con anterioridad con Chace y éste ya se estaba dirigiendo hacía la casa de la rumana. Aprovechó su poco tiempo libre para comenzar a desempacar.
Cuando se volvieron a ver el rostro, un montón de recuerdos llegaron a ellos. Al inicio, fue un poco incómodo el camino hacia el living. Chace se había dejado crecer la barba y su cabello también estaba un poco más largo. Allina le ofreció algo de tomar y éste solo pidió un vaso de agua. Ella recurrió al vino tinto de siempre.
—¿Qué ha sucedido?—comenzó.
—Tú sabes que nuestras familias se agradan —inició jugando con sus manos—. Pero supongo que no tomaron muy bien la noticia de que ya no estábamos juntos.
—¿Por qué lo dices?
—Allina, ¿ellos te informaron de su descontento? —preguntó con una seriedad infernal.
—Si. Ella me llamó y me reprochó, pero solo eso —afirmó son sosiego.
—Debiste avisarme para prevenir. Sabes, también estoy involucrado en esto aunque no haya puesto una maldita firma en ese papel.
—Lo sé —contestó cabizbaja—. Y lo lamento tanto por eso, pero... ¿qué te dijeron a ti?
—Me dijeron que te costaría muy caro haber roto tu contrato con ellos... Alli, cuando terminamos nos quedaban tan pocos malditos meses para terminar con esto. Sabíamos que debíamos seguir con lo que teníamos por tus padre pero nos importó un reverendo culo.
Chace estaba más frustrado y arrinconado que Allina. Lo estaba carcomiendo el miedo. Se sentía tan culpable de todo lo que había sucedido, pues si tan solo no hubiera estado con Nina jamás se habrían separado. Allina solo se limitó a ver lo perturbado que se encontraba, ¿cómo podía ayudarlo?
—¿Qué más te dijeron?
—Me dijeron que las consecuencias las sabías tú. Así que, ¿cuáles son?
