Incendio

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(LP)

Sin pensarlo mucho, simplemente arreglé mi vestido y salí del ascensor sin mirar para atrás.

Mis piernas se tambaleaban un poco y fue difícil mantener la pose encima de los tacones. JM realmente acabó conmigo.

Finalmente había entendido sus motivos para mantenerse alejada de mí y mentalmente estuve de acuerdo en que realmente no podríamos estar cerca.

Caminé lentamente por los pasillos del estudio.

La bella figura de aquella mujer desnuda no salía de mi mente ni de mis bragas. No me avergonzaba. Era sexo, cosa de piel. Jamás me enamoraría de una mujer estando casada con Fred, a fin de cuentas ese era el acuerdo.

Era una sensación buena. Entré en la sala de maquillaje y me encontré con el equipo que me aguardaba impaciente.

Nadie dijo una palabra. Tuve una mañana aburrida con el equipo de peluquería y maquillaje, que intercambiaban miradas asustadas y reían por lo bajo.

Yo estaba distraída, pasando la pantalla de mi móvil, leyendo algunas cosas sin importancia cuando fue sorprendida por un afligido mensaje de mi marido.

«¡Buenos días, marido! ¿A qué debo el honor?»

«Mierda, Lana, ¡tienes que parar con eso!»

¿De qué estaba hablando? Y ¿a qué venía gritarme de ese modo al oído?

«Hey, ¿cuál es tu problema?»

«Ellos ya lo saben, todo el mundo lo sabe. Bueno, todo el mundo todavía no. Pero, ¡qué mierda, Lana! ¿No consigues mantener las bragas puestas?»

«¿Co...cómo saben?» realmente no me esperaba aquello

«¡El dichoso ascensor tiene cámara! ¡Está todo grabado!»

"Todo grabado" Aquello golpeó en mi cabeza como un martillo. Era cuestión de tiempo que la prensa recibiera ese video.

Mañana estaré en las portadas de las revistas.

A mi marido no pareció importarle mucho lo que sabía. Menos mal. No quería empezar todavía a justificarme.

A estas alturas de mi carrera no conseguía mantener sigilo en nada relacionado con mi vida personal y con mucho esfuerzo, mi equipo esquivaba los rumores que los medios lanzaban sobre mí. Muchos eran verdad, tengo que admitir.

Pero eso no les daba derecho a esos buitres carroñeros a publicar cosas que envolvían a personas que no son del medio artístico, hecho por el que perdí a mi última novia.

A diferencia de mi actual marido, ella odiaba los cotilleos y la exposición fue un peso en su vida.

Regresé a la sala de maquillaje y todos cerraron las bocas. Mi deseo era mandar a la mierda a aquella panda de cotillas, pero contuve mi ansia y fingí que no me daba cuenta de que mi video porno era el asunto del momento y de que probablemente se estarían acordando de las obscenidades que les regalé minutos atrás. En el fondo, me importaba bien poco lo que ellos pensaran.

Solo había una persona de la que me gustaría leer los pensamientos: Jennifer Morrison.

A esas alturas de la mañana, seguramente ya conocería el incidente del video.

Si tuviese su número de móvil, probablemente le habría mandado un mensaje.

Cuando finalmente estuve lista, supe que la iba a ver para el ensayo de las escenas que haríamos hoy y concertaríamos algunos detalles de iluminación y efectos de escena.

Todo es posible (MORRILLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora