El día que ella perdió el control

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(LP)

Jennifer comenzó a beber y me di cuenta de que no era buena señal. Conocía a mi novia, sé que no acostumbra a beber a no ser que algo la esté incomodando. Mantuve mis ojos fijos en ella mientras se dirigía a la barra, una vez más, para llenar su copa. Necesitaba desviar la atención de mi novia para que no se sobrepasase todavía más con la bebida.

Yo bailaba en la pista con algunas personas, pero en ningún momento perdí de vista a Jen, y sin que ella lo notase, la seguí con la mirada. Estaba esperando que se diese la vuelta para poder marcharnos. Poco me importaba lo que los otros pensaran al irnos ten pronto, ella era lo único que me importaba en ese sitio, si ella no estaba bien, me iría sin pestañear.

Mi novia volvió a la pista tambaleándose con la copa por la mitad entre sus manos. El resto que quedaba en la copa lo derramó en el suelo mientras me abrazaba. Su toque era pesado, osado. Diferente a la manera delicada con la que acostumbra abrazarme.

«¿Nos vamos?» le dije mientras retiraba la copa vacía de su mano

«¡Todavía no!» me respondió besando mi cuello de forma sensual y bruta.

Mi novia era capaz de excitarme en cualquier lugar, y allí no fue una excepción.

«Jen...Vamos a terminar esto en casa, ¿qué te parece?»

«No. Tengo una idea. Ven»

Me cogió por el brazo y rápidamente pasó por el medio de la gente que estaba en la pista, cruzó todo el bar hasta llegar a los servicios. Ya sabía dónde acabaría aquello. No quería tener sexo con ella borracha, pero estaba demasiado excitada ante la idea de hacerlo allí. Jennifer me besó con deseo antes de que pudiese decir nada. Me llevó hacia dentro del baño sin despegar su boca de la mía, y ya su mano recorría mi cuerpo por debajo de mi ropa, encontrándose con mi piel desnuda y mi vello ya erizado. Nos besamos intensamente hasta que su cuerpo no aguanto más. Me atrajo hacia dentro de una de las cabinas de los servicios. Tal vez, si yo también hubiese bebido, habríamos hecho el amor antes incluso de cerrar la puerta. No nos importaba nada a no ser el deseo de pegar nuestros cuerpos. Jen hacía que me olvidara de cualquier preocupación muy rápido.

Sin quitarme el vestido, introdujo dos dedos en mi interior de una sola vez. Aquella sensación fue maravillosa. Sentía la misma necesidad de tenerla dentro de mí como ella de poseerme. Fui invadida por sus deliciosos dedos de una forma completamente inesperada y al mismo tiempo, desesperada. Sus estocadas dentro de mí eran agresivas y yo me agarré a la pared a mis espaldas, clavando mis uñas allí. Mi lengua recorrió todo su cuello y me acerqué a su oído dejando salir todo el deseo que tenía de gritar para ella. Yo quería más. Aquello era delicioso y le pedí más. Mi pierna estaba apoyada en su hombro. La otra, en el suelo, estaba temblando por la fuerza que mi novia ejercía en mí. El dolor que sentí ante la brutalidad con la que me follaba me dejó todavía más excitada.

Jenn metió dos dedos más, que se deslizaron fácilmente en mi interior. Sus cuatro dedos se movían sin salir completamente de mi cuerpo. Yo contraía los músculos, apretando fuertemente sus dedos dentro de mí. Cuán más hondo penetraban, más altos eran mis gritos para que continuase lo que hacía. Jennifer parecía estar disfrutando al verme perder el control.

Antes de correrme, mi novia retiró mi pierna de su hombro, y me viró de espaldas, apoyando mis manos en la fría pared. No podía ver sus ojos, pero sentía su respiración rápida y fuerte en mi espalda.

De repente, siento una fuerte nalgada en mi trasero. Adoraba cuando Jennifer me dejaba marcada al tener sexo. No podía estar más mojada cuando me dio otra ardiente nalgada. Grité. La sensación de dolor era extremadamente placentera.

Todo es posible (MORRILLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora